06 marzo 2012

Español para españoles (18)


Soy persistente y por eso vuelvo a la carga con una nueva entrega de esta serie, sobre los errores y atropellos que se cometen con esta lengua a la que muchos dicen defender y tantos maltratan.

En bastantes ocasiones, al hablar con amigos sobre la evolución del idioma me sacan ese argumento de que “la lengua la hacen y deben hacerla los hablantes”, pero me asombra que casi nadie perciba que no son ellos los que dan forma a lo hablado, sino aquellos que hoy en día dirigen todo lo que se les coloca a su alcance: los políticos y periodistas de los diferentes medios, que aprovechan la escasa formación general y desinterés por el conocimiento para imponer hasta una forma de hablar que en general deriva de su propia ignorancia.

No hay día en que no me encuentre en algún periódico y por supuesto en blogs, redes sociales, etc. la palabra “bizarro” para referirse a una persona o hecho que resulte extraño, copiando de esa manera el uso que tiene en inglés, francés e incluso portugués, (en este último caso porque lingüísticamente quien manda es Brasil y la colonización cultural allí es pavorosa). Pues no señor, da la casualidad de que para nosotros siempre fue otra cosa y lo que el RAE dice de esa palabra es,

bizarro, rra.
(De it. bizzarro, iracundo).
1. adj. valiente ( esforzado).
2. adj. Generoso, lucido, espléndido.

así que –para que nos entendamos– bizarro es el caballero de la ilustración del comienzo –El Cid Campeador– y el ex presidente valenciano Camps, por poner un ejemplo, no es “bizarro”, como he leído en una ocasión, sino “rarito”.

Tras los atentados del 11 de septiembre de 2011 contra el World Trade Center, a los periodistas se les llenó la boca afirmando que las torres “habían colapsado”, maltraduciendo del inglés “collapse” por el falso amigo en español, en vez de decir y escribir “derrumbe”, porque en español colapso es otra cosa. Desde entonces, raro es el día en que en los telediarios no nos anuncian el “colapso” de alguna edificación, un puente, de una ladera con motivo de las lluvias, etc.

Hace tiempo que la RAE ha perdido bastantes de los méritos que se le atribuían desde su creación: no fija, limpia poco, y no proporciona esplendor alguno,  por el contrario su interés principal no es la extensión del conocimiento de la lengua sino la obtención de beneficios mediante acuerdos con editoriales. Hay ahora académicos que proclaman a los cuatro vientos que ellos no han participado en la aceptación de significados que nunca han correspondido a tal o cual palabra española. Por ejemplo, “honesto” hacía referencia exclusivamente a la castidad y consecuentemente una doncella en posesión de tal virtud lo era por no haber mantenido trato carnal, no porque no sisara en la compra; utilizarlo como sinónimo de  “honrado” no es más que otro contagio innecesario patrocinado por algún comité de cretinos. La expresión “donde la espalda pierde su honesto nombre” no insinúa la posibilidad de que el trasero nos monte una Gürtel, sino algo mucho más sencillo y natural.

Los ejemplos son innumerables, pero finalizo refiriéndome a esa expresión de “vuelo doméstico” cuando de vuelos nacionales se trata, porque resulta cada día más común su empleo, olvidándose que “doméstico” en nuestra lengua es lo que se refiere al hogar, a la casa, y no creo que corramos peligro alguno de encontrarnos un reactor por el pasillo. Conviene recordar que el inglés cuando usa palabras de raíz latina frecuentemente lo hace con desgana o con sentido errado. 

Y todo esto irá a peor, de una parte por el esnobismo de tantos hablantes de nuestro país y de otra porque cada vez se acepta más el contagio de lo que nos llega de la América hispana donde, por poner un simple ejemplo, no tienen empacho en llamar “mouse” a ese trasto que nos ayuda a desplazarnos por la pantalla del ordenador y que, de momento, aquí seguimos llamando “ratón”.

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