19 febrero 2014

Periódicos digitales

El día que salió el número 1 de El País, creo que allá por el año 1976, me lancé sobre él ávido de saber lo que era un periódico libre e imparcial (conservo ese número 1). Lo compré puntualmente cada día durante más de 25 años e incluso fui durante unos años suscriptor, hasta que me cansé de que me lo robaran del buzón.

Ya hace tiempo que no lo compro y casi no lo leo, aquel periódico que me encandiló en su día por su calidad y al que le encontrábamos cierto tufillo entre izquierdoso y filosóficamente liberal desapareció hace años y ahora no es más que un penoso panfleto –como todos– y aquellos principios de hace tantos años se esfumaron incluso antes de que se hiciera con su propiedad uno de esos fondos de capital que van comprando y corrompiendo todo lo que encuentran.

Brujuleé pasando a comprar en su lugar Público y más tarde La Vanguardia (este último nunca me podría desilusionar, eso se lo reservo a los de mi cuerda), pero me di cuenta de que ningún diario me merecía confianza y que más me valía leer varias versiones digitales, y así lo hago en la actualidad, asegurándome dentro de lo posible de que la diversidad de fuentes me facilite una información equilibrada y casi fiable. Miro por tanto en Internet El País, El Mundo, Público, eldiario.es, Infolibre, La Vanguardia, El Periódico, El Correo de Andalucía y 20minutos y de vez en cuando The Guardian, The New York Times, Le Monde, O Globo o A Folha (de Rio y São Paulo estos dos últimos). Esto me lleva entre dos o tres horas, pero lo bueno de la jubilación es –entre otras cosas– que hay tiempo para estos menesteres (lo malo es que puede compararse con la luz de la reserva en el coche).

El problema es que, con bastante razón, cada periódico llega a la conclusión de que eso de ser leídos por la cara –by the face que dicen los modernos– no les reporta ingresos y que hay que obligar a los lectores a separarse de algo de su dinero y suscribirse al periódico y ahí llega el problema, porque aunque su postura es muy razonable, la manera que muchos tenemos de compaginar la lectura de varias fuentes hace que sea preciso pagar una cifra respetable –de 5 a 10€ mensuales cada uno, no menos de 50€ al mes– para mantener esa diversificación, aparte de que pagar me hace pensar que apoyo al periódico, lo que cuenta y cómo lo cuenta y nada más lejos de mi intención: todos me parecen malos. Además, lo peor de la jubilación es que los dispendios no convienen a una economía de guerra como la que nos obliga a mantener lo mezquino de las pensiones. 

No debo ser el único que se enfrenta a este problema y se me ocurre que la Asociación de la Prensa –o algún organismo de ese tipo– debería encontrar un medio de hacerse cargo del cobro de esas suscripciones y después repartirlas a los medios en función del número de lectores de cada uno. Ya lo sé, es casi utópico pretender que lleguen a un acuerdo que satisfaga a todos y es casi imposible impedir la manipulación en las cifras de lectores. Seguro que hay más pegas que esas que menciono, pero si no implantan algo de ese tipo, yo al menos me niego a comprarme un solo periódico y creerme lo que quiera contarme, porque todos manipulan y la única manera de compensar el sesgo de cada uno es leyendo varios.

En tanto inventan algo parecido, seguiré resignado a tropezar con noticias reservadas a suscriptores a las que no puedo acceder porque evidentemente yo no lo soy ni quiero serlo atándome a uno de manera exclusiva. En realidad es un motivo más para abandonar la costumbre de leer prensa en cualquier formato; cada día me interesan menos y cada día percibo con más fuerza que ninguno da noticias, lo que en realidad hacen es imponer noticias de la forma que les apetece para llevar el agua a su molino o también prestando atención a una noticia que ciertamente no lo es.

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