06 enero 2020

¿Qué hay de lo mío?: el chantaje como herramienta

Teniendo a estos, ¿para qué queremos a Himmler y los suyos?
Escribo esta entrada el día de Reyes y, por lo tanto, un día antes de la que se supone que será la sesión de investidura definitiva (si es que no aparece un tamayito). De ahí surgirá un gobierno que horroriza a la derecha −en sus tres sutiles modalidades− y en cierta manera −muy diferente− a mí y a otros que no ven con buenos ojos la presencia de los asaltadores del cielo en el consejo de ministros y las excesivas concesiones a los extraviados del nordeste.

Según he podido oír en la televisión, hay nada menos que diecinueve partidos representados en el Congreso y buena parte de esos partidos han celebrado conversaciones con el presidente en funciones para preguntarle algo no muy original: ¿qué hay de lo mío?

En España siempre hay alguna región que ocupa los pensamientos de todos y, más que eso, los periódicos, los telediarios, las tertulias, etc. lo que se dice todo. Durante decenios la región que ha conseguido amargar la vida de todos los españoles ha sido el bendito País Vasco, tan preocupado por sus raíces que no dudaron en arrancarles las suyas y sus vidas a más de 860 personas. Fueron la pesadilla de todos y afortunadamente parece que se terminó o al menos nos dieron un respiro, porque da la sensación de que andan removiéndose, envidiosos de la agitación que otros andan provocando.

Cataluña esperaba agazapada y ahora, o mejor dicho, desde hace unos cuantos años, ha pasado a ocupar el lugar que antes ocupaba el País Vasco, aunque con métodos diferentes. Si aquellos utilizaban como armas la bomba y la pistola, Cataluña ha optado por la amenaza a España como país y extorsiona con la posibilidad de desgajarse del resto, haciendo mientras tanto la vida imposible a quienes allí no se sienten «tan» diferentes del resto de la nación. Trato de imaginar lo que debe ser la vida diaria de alguien que se sienta español y viva en una pequeña población, donde «los otros» tratan de impedirle vivir en paz. Llama la atención que con anterioridad a esta década los independentistas a duras penas alcanzaban el 17% de la población y tras un gobierno del PP han llegado al 47%. Todo un éxito. Crispar nunca ha sido bueno para la convivencia.

Como ahora disponer del AVE es un signo externo de riqueza y distinción, todas las comunidades que no disponen de él lo han exigido como condición previa para apoyar al candidato y a veces no ha bastado prometerles esa infraestructura para conseguir su voto. Cantabria, por ejemplo, ha sentido de repente ciertos escrúpulos razonables y ha retirado su apoyo pese al acuerdo previo, porque interpretan que el presidente en funciones ha vendido España a los independentistas catalanes con riesgo cierto de romper España.

Incluso la única diputada de un partido de las Islas Canarias ha decidido arrogarse la posesión absoluta de su escaño y voto y, en contra de las instrucciones de su partido, ha declarado su intención de votar en contra, algo que comprendo si fuese la propietaria de ese partido, pero que resulta desquiciante cuando ella no es más que su representante y portavoz.

Y el caso es que entiendo todas esas vacilaciones y arranques en contra del candidato a presidente, sobre todo si partimos de la base de que la solución al problema catalán serían la aplicación dura del artículo 155 de la Constitución y los tanques apoyando las medidas. Afortunadamente hay quienes entienden el dilema en que se encuentra cualquier gobernante, entre hacer lo que le pide el cuerpo −frente a personajes desquiciados como abundan en el gobierno de esa región− o tratar por todos los medios de llegar a acuerdos, porque en este juego no cabe romper la baraja.

Situación parecida a la del propio presidente en funciones: su partido tiene 120 escaños y el siguiente partido, el PP, tan solo 88, ¿alguien sería capaz de sugerir una salida razonable y razonada al bloqueo a que está siendo sometido por parte de la derecha? Y por favor, que nadie salga con esa ridiculez propuesta por la honorable Arrimadas y alguno más de que Sánchez dé un paso atrás y ceda su puesto a Borrell u otro cualquiera. Hablemos en serio.