01 julio 2021

Domesticados por las eléctricas

Ya los medios se cansaron de hablar del asunto, ya parece que todo pasó. Ya las eléctricas se salieron con la suya y no pasó nada salvo que aceptamos sus indicaciones y nos sometemos a ellas.

¿Pueden imaginar lo que hubiera pasado si cualquier gobierno nos hubiera dictado a qué horas debíamos poner la lavadora o a qué hora debíamos planchar (con permiso de la desquiciada Carmen Calvo a la que lo único que le importa es si quien empuña la plancha es hombre o mujer) y a qué hora poner el aire acondicionado?

Sin ningún tipo de anestesia, tras continuas subidas de precios, el oligopolio −cada día más reducido en número de miembros− de las compañías suministradoras de electricidad nos aconseja amenazadoramente que debemos hacer uso de su energía a tal o cual hora y los españoles, antaño rebeldes y ahora amansados, aceptamos el mandato y nos conformamos con dividir el día en varias franjas de diferentes tarifas, la más barata de las cuales resulta ser más cara que la única de hace un año, ¿no es delicioso? Ellas, las eléctricas, ahorran en infraestructuras y las redes no se recargan en horas punta, mientras todos pagamos más.

Son muchos los que conocen un interesante detalle, pero ni mucho menos la totalidad: existen diferentes energías eléctricas si atendemos a su origen. Nuclear, térmica (de carbón), hidroeléctrica, eólica, solar y las de ciclo combinado (gas). Está claro que esta última produce la electricidad más cara, pero cuando lo hacen, fijan el precio de todas las demás; gracias a la UE y Aznar. Se sospecha, se sabe, que a veces son puestas en marcha por las compañías sin que su necesidad esté verdaderamente justificada −una mentirijilla aquí, retener agua en un embalse propio quizás, una central nuclear parada sin necesidad allá−, pero es una tentación sabiendo que las más caras −asombra que eso sea legal− contagian su precio a las otras, ¡incluso nos cobran CO2 en la electricidad producida en los embalses o los aerogeneradores!   

Viene a cuento hablar de los coches eléctricos. No hay duda de que están de moda, aunque pocos pueden o quieren gastarse el dineral que cuesta uno de esos vehículos a pilas y muchos optan por la solución algo más barata de los híbridos, sean enchufables o no. Yo sostengo que la aparición de los eléctricos obedece a que la contaminación que sufrimos es insostenible y eso, unido al deseo de los fabricantes de hacer una buena subida de precio, contenida hasta ahora a causa de la enorme competencia entre marcas, ha dado con la aparente solución de los coches eléctricos a baterías, aun siendo conscientes de que estas últimas no pueden almacenar suficiente electricidad como para otorgar una autonomía que al menos permita ir de un lugar a otro de la península sin necesidad de recargar. Cuanto más grandes y poderosas son las baterías de un coche, más peso tiene que mover y menos espacio libre para pasajeros y carga. He podido ver el maletero de un Lexus berlina híbrido del tamaño de un Audi A4 y su maletero es ridículo para el tamaño del automóvil.

Quien compra un vehículo eléctrico, ¿sabe que no hay cargadores ni para los coches que ya hay en circulación?, todavía recuerdo que hace pocos meses un periodista de El País hizo un viaje de prueba desde Madrid a Cádiz y tardó más de doce horas en el trayecto y un autobús hizo hace pocos días el viaje Sabadell-San Sebastián de los Reyes (ellos lo llaman Barcelona-Madrid) llevándole trece horas, aun teniendo todo el recorrido calibrado y sabiendo dónde debía recargar; pero es que estas recargas no son como repostar gasolina, tardan horas.

Vivimos estos días con la desagradable y cierta sensación de que las compañías eléctricas nos están robando, aprovechando que hemos ido comprando todo tipo de artilugios que necesitan electricidad para funcionar, ¿se imaginan el día en que siquiera la mitad de los automóviles se muevan con electricidad?, ¿a cuánto nos pondrán el precio del kWh?, ¿pueden hacerse a la idea de lo que sucederá cuando la movilidad dependa de la electricidad o, mejor dicho, de las insaciables compañías eléctricas? Busquen en Internet los beneficios anuales de cada una de estas compañías en las que algunos políticos aspiran a encajarse al abandonar la política −como Aznar o Felipe González−, hablamos de miles de millones.     

La reciente reacción del gobierno ha sido rebajar temporalmente los impuestos que se pagan en el recibo de la electricidad, olvidando que las eléctricas suelen reaccionar ante esas medidas subiendo sus tarifas. Y prefiero que mi dinero se lo lleve Hacienda al sinvergüenza de turno.

Cuando leo en la prensa que, en Brasil, Bolsonaro y compinches está contemplando privatizar a la mayor eléctrica de Iberoamérica me pregunto, ¿por qué no se atreven aquí a nacionalizar? Estos días se ha dicho por la televisión que en los próximos años vencen las concesiones de 20 o 30 centrales hidroeléctricas, que por tanto revierten al Estado. ¿Por qué no se atreven a crear una empresa nacional que ayude a regular el mercado?, ¿es miedo? 

Por último, unas preguntas impertinentes que me reconcomen: ¿lo de las tres zonas tarifarias es para evitar tener que mejorar la red de distribución?, ¿lo del precio brutal en horas punta es beneficio puro para las eléctricas, por la cara?, ¿no será lo de los precios más elevados en horas "delicadas" para castigarnos por díscolos?