29 abril 2021

A peor

Acabo de leer en la prensa que según una encuesta realizada recientemente, al 78% de los votantes del PP les gusta o les es indiferente que Vox forme parte del gobierno de la Comunidad de Madrid tras las elecciones del próximo 4 de mayo. ¿Cómo hemos llegado a esto?

No hace falta decirlo: la democracia es que cada uno piense como le parezca y pueda manifestarse consecuentemente, incluso en las elecciones, ¿es esto totalmente cierto? Pues no; la vida está llena de límites y hay también límites a la acción política de los ciudadanos.

No hace mucho, se publicó en la prensa el contenido de un chat en el que participaban militares afortunadamente ya retirados, y una de las cosas que alguno de ellos manifestaba −un ex general− era la necesidad de fusilar a 26 millones de españoles calificados por él de hijos de puta. Así de rotundo, así de claro, así de brutal. ¿Era eso una forma de opinión permisible? No hace falta explicarlo, rotundamente no. Eso sí que es una manifestación de odio y no otras que el gobierno sanciona.

En España tenemos dos fuerzas políticas legalmente implantadas que son responsables de buena parte del sustento de los cafres nacionales, que la mayoría de las veces ni siquiera militan en esos partidos: Podemos y Vox.

Desde luego, el apoyo a los escraches, a los okupas, la excesiva publicidad y resonancia de la homosexualidad y casos de trangénero −no está de más recordar que las cosas tienen género, las personas sexo−, el ataque continuo a la lengua española con el desdoblamiento, a veces triple, como en el caso de "niños, niñas, niñes" que tanto gusta a Irene Montero, la defensa de la inmigración ilegal masiva, la exhibición de banderas y símbolos nazi-fascistas, un lenguaje de inducción y exaltación de la violencia, etc. no han ayudado ni ayudarán a la convivencia pacífica.  

"Podemos" posee un pasado de pocos años en el que se manifiesta la escasa fiabilidad de sus sentimientos democráticos y multitud de veces han evidenciado que lo que desean es la derrota, como sea, de sus adversarios. Ese juego peligroso les ha dado una fama que desgraciadamente se ha asociado parcialmente a otras fuerzas de izquierdas y que daña las posibilidades electorales de esa parte del electorado.

"Vox" tiene una historia corta y, lamentablemente, llena de episodios de violencia física y verbal. Su candidata para la Comunidad de Madrid es sencillamente desagradable, pero... ya se sabe, hablamos de una parte de la población a la que no importan los medios para llegar al poder y expulsar a cualquier otro. El problema es que el actual dirigente del PP Pablo Casado es una persona de escaso carisma y débiles convicciones democráticas y por ello está entusiasmado con Díaz Ayuso si eso supone aumentar sus posibilidades, sin percibir que eso puede significar su propia desaparición. Sería terrible tener a Isabel Díaz Ayuso como futura candidata a la presidencia del gobierno de España y eso es lo que ella persigue; eso es lo que quizás nos jugamos en las próximas elecciones de Madrid.

¿Cómo pueden obtener tan fácilmente el triunfo fuerzas claramente antidemocráticas? Fácil: la falta de cultura y preparación. España ha pasado de una situación de indigencia de siglos a un cierto bienestar material sin pasar por una etapa de asentamiento y extensión de la cultura como ha habido en otros países europeos en los que, además, como es el caso de Italia, Alemania, Francia, Austria, etc. el fascismo en cualquiera de sus formas fue aplastado mientras que aquí se sigue permitiendo la exaltación de aquella escoria del fascismo que fue el nacional-catolicismo del desaparecido dictador. Este es el país de ¡Vivan las caenas! y llevamos dos siglos padeciendo a esos energúmenos. Que dios −o Zaratrusta− nos libren de ellos y de tener a Rocío Monasterio como vicepresidenta de la Comunidad de Madrid.

22 abril 2021

CaixaBankia

No es asunto que merezca una entrada completa, pero me cuesta quedar en silencio cuando presencio y soy víctima de un atropello de este calibre.

Allá por 2012, gobernando España don Mariano Rajoy del Partido Popular, tuvo lugar un rescate bancario que empobreció aún más a los españoles, pues es del bolsillo de todos de donde salieron los 63.000 millones de euros que costó la broma. Por cierto, hay vídeos donde puede verse al señor Rajoy prometiendo que el rescate "no nos iba a costar ni un euro" a los españoles. Otra mentira más y las de su partido suelen salirnos caras: hemos pagado y perdido casi todos esos euros, alrededor del 92% del total.

Ahora se produce la fusión entre CaixaBank y Bankia y como se dice castizamente, "lo pasao, pasao" o, si lo prefieren, "pelillos a la mar", pero me gustaría saber desde cuándo pueden fusionarse y desaparecer empresas entrampadas hasta las cejas. Hasta la fecha Bankia ha devuelto menos de 5.000 millones de ese rescate lo que deja pendiente una deuda superior a los 19.000 millones. Para compensar semejante robo, la fusión va a suponer el cierre de más de 1.500 sucursales y el "ajuste" −ahora se llama así− de unos 8.300 empleos. Estos trabajadores quedarán parcialmente a cargo del Estado y usted y yo pagaremos los gastos. Menos puestos de trabajo, peor servicio y más alarde de impunidad.

No todo van a ser malas noticias: el actual presidente de Bankia, un tal Goirigolzarri −el de cara ratonil−, será el nuevo presidente de CaixaBank y su salario actual de algo más de 500.000 euros anuales pasa a ser de 1.600.000 euros. Es lo menos por cerrar la boca, ¿no?

Mientras, el BBVA se envalentona al contemplar esa fechoría sin consecuencias y decide hacer un ERE de 3.800 Trabajadores. Es natural que Casado o Abascal contemplen la situación con indiferencia, pero no oigo los gritos de Calviño, Yolanda Díaz o del Robin Hood con moño, ¿todo bien?

Eso sí. La ciudadanía no está interesada en el asunto y lo que de verdad nos preocupa son los efectos secundario del 0,000001% de la vacuna AstraZeneca y qué hacer con las segundas dosis. Así somos.

14 abril 2021

No entiendo nada

Hace ya bastantes años a los franceses les dio por colocar delante de los adjetivos (y otros) el aumentativo "hiper". Mareaba que todo fuera hiper... después supe que fue un uso que empezó en las escuelas y rápidamente se extendió a los adultos. Ignoro si actualmente continúan con esa costumbre, pero me temo que sí porque las memeces suelen ser persistentes.

En España nos contagiamos rápidamente del vicio gramatical, pero como carecemos de aquello de la grandeur fuimos más modestos y nos conformamos con lo de «super», aprovechando que ya existían palabras con ese comienzo en nuestra lengua y no pasaba nada: superfluo, superior, superficie, etc. (pero no es lo mismo). Esta costumbre también comenzó a extenderse entre niños y adolescentes y, al igual que en Francia, los adultos lo adoptaron como suyo. Hoy es imposible escuchar lo establecido en la gramática, porque todos adoran lo de super.

Nuestra lengua pone a nuestra disposición tanto el adverbio 'muy' como el sufijo '-ísimo' para formar el grado superlativo de un adjetivo, pero eso no debía parecer bastante −ni suficientemente moderno− y todo el mundo eligió lo de superbueno, superlejos, superbonito, etc. prescindiendo de lo que había sido un uso normal durante siglos. Inocentemente creí que sería una moda pasajera, pero lleva ya más de 25 años y no tiene trazas de desaparecer, entre otras cosas porque la mayoría debe haber olvidado totalmente que dispone de aquello de 'muy' y '-ísimo'. Si lo de "súper" hubiera sido sugerido (no digamos impuesto) por la RAE, habríamos tenido manifestaciones y disturbios, pero...    

Ya puestos a imitar a los franceses, observamos que ellos para decir "hoy" emplean nada menos que "aujourd'hui" y aquí decidimos que lo nuestro sabía a poco y por eso una mayoría decidió abandonar esa sencillez y decir en su lugar 'a día de hoy', exacta traducción del francés, mucho más molón que las tres letras de siempre.

Lo he dicho muchas veces: hasta los pasados años 90 la mayoría de los españoles hablaba haciendo la debida distinción entre "oír" y "escuchar"; un esfuerzo mental mínimo. Quizás hayan sido los erróneos planes de enseñanza, quizás una pandemia no percibida ni denunciada, quizás el contagio de nuestros 'hermanos' americanos, casi de repente el verbo oír se extinguió y fue sustituido por escuchar. Y digo pandemia porque lo más curioso es que nadie recuerda cómo hablaba antes. Incluso el otro día viendo el noticiario en la televisión, se reproducía una escena en la que hablaba no sé cuál político norteamericano; pude oír cómo el político decía claramente en su discurso 'I heard' y aquí se subtitulaba con todo desparpajo como "escuché". Está claro que el problema lingüístico de los españoles no es que no se sepa inglés; el problema −muy grave− es que no se sabe español. Aquí los disparos, los truenos, las explosiones, los frenazos, etc. no se oyen: se escuchan. Si falla la cobertura o la línea telefónica se dice "no te escucho bien" y tan tranquilos. Sin remordimientos ni bochorno.

El otro día vi un titular en 'Diario de Sevilla', firmado por un catedrático de Historia Medieval de la Universidad de esa ciudad, titulado "Vindicación sevillana de un rey santo: Fernando III". Quizás deba recordar que ese santo es el que expulsó a los moros de la ciudad en 1248 incorporándola al reino de Castilla y que por ello no sé si querido, pero siempre ha sido un personaje respetado, bastante considerado y hace siglos canonizado. Lo curioso es que según el diccionario de la RAE 'vindicar' es «Defender, especialmente por escrito, a quien se halla injuriado, calumniado o injustamente notado». ¿Alguien había injuriado a Fernando III? Ni hablar; simplemente el catedrático ignoraba lo que decía y sustituyó el verbo 'reivindicar' por 'vindicar', asumiendo que dado el parecido, venían a significar lo mismo y de camino se mostraba más moderno, críptico y original que cualquiera. Nadie en el periódico se dio cuenta de la memez, algo normal en ese diario.
 
Hace pocos días el diario "El Mundo" decía en un titular y más tarde en el texto, que no recuerdo qué personaje había sido puesto 'contra la espada y la pared' en lugar de 'entre la espada y la pared'; ¿qué imagen les trae aquella disparatada expresión?, ¿espachurrar a alguien contra la pared y encima arriesgar sacarle un ojo con la espada? No tiene nada de extraño, la vocación mundial de este diario no le permite perder el tiempo para conocer la lengua local, por ello sus disparates gramaticales y faltas de ortografía son frecuentes.

La última es más una sorpresa que una queja sobre el lenguaje cotidiano. Resulta que durante muchísimos años en España dábamos el nombre de 'tráiler' −aparte de a cierto tipo de camión− a eso que anteriormente se llamaba 'avance' que en realidad significa según la RAE, «m. Cinem. Fragmentos de una película que se proyectan antes de su estreno, con fines publicitarios». Heráclito debería estar pensando en los españoles cuando dijo −más o menos− eso de 'Todo cambia, nada permanece'. Así es y ahora al tráiler/avance se le denomina 'teaser'.

Se lo había oído decir a alguien cercano y pensaba que era una originalidad suya, pero hace un tiempo que voy viendo contantemente el palabro en la prensa hasta el punto de haber desahuciado a lo que usábamos antes. Ya lo saben quienes no estén al tanto: 'teaser' (pronúnciese tíser). De nada.  

*Y ya que estamos, apostaría que nadie ha relacionado la ilustración con el contenido de la entrada así que lo aclaro: resulta que tradicionalmente se afirma que el rey de espadas es la representación del rey Fernando III el Santo. Ni quito ni pongo.

01 abril 2021

El estrecho de Gibraltar y otros delitos

Ahora que está tan de moda arrojarnos unos a otros acusaciones sobre comportamiento social, quizás no esté de más repasar un poco qué entendemos por alguna de ellas, si son justas estas acusaciones y qué buscamos al lanzarlas.

La acusación de racismo combinada con la de xenofobia es de las más completas, porque hay infinidad de factores que pueden combinarse en esa actitud. El principal es la inmigración descontrolada, que indigna y ofende a muchos porque cuesta entender cómo se puede ser favorable a la recogida en el Mediterráneo de todo tipo de embarcaciones llenas de africanos −y algunos que son de más allá− que simplemente están convencidos de que la vida en Europa es puro lujo y sin más pensárselo recogen todo el dinero que puede facilitarle su familia y se embarcan en esa aventura, la mayoría de las veces sin ninguna preparación ni oficio e incluso desconociendo todo sobre el idioma español, portando frecuentemente enfermedades, violencia y produciendo gastos que pagamos otros. 

Esos que vienen son los verdaderos racistas, porque no dudan en abandonar el país en que nacieron, despreciándolo por tanto, sin más miramiento y sin ni siquiera plantearse hacer algo allí que mejore la situación que tanto les molesta. No sé si son los mejores como afirmaba la bienintencionada y desquiciada Manuela Carmena, pero la obligación de esos buenos mozos sería no arruinar a su familia y quedarse allí trabajando para que su país llegue a ser realmente un país y no un erial del que han huido "los mejores".

En España nadie se considera racista y en general casi no existe el racismo, pero es tópica la pregunta a quienes se consideran libres de ese prejuicio "¿no te importaría que tu hija se casara con un negro?". Ahí la cosa se complica porque seguramente, entre los que tienen hijas, el 99% contestará −o pensará solo− que no le causaría excesivo entusiasmo, por decirlo de una manera suave. Lo que tiene más gracia es que a nadie se le ocurre que exista racismo en sentido contrario: son muchos los negros que no quieren trato cercano con los blancos, que por cierto es como nos llaman ellos a nosotros. Sin embargo lo primero que hace un negro que se enriquece, en África o en América, es emparejarse con una blanca, rubia a ser posible, ¿no es eso racismo?

Cuando hace décadas se acordó crear una comisión internacional para estudiar la construcción de un túnel o puente que cruzara el estrecho de Gibraltar me pareció una idea estupenda. Ahora, los acontecimientos de los últimos años me hacen desear que las placas tectónicas entre Europa y África aceleren su suave desplazamiento y que ese estrecho aumente hasta alcanzar cien kilómetros más. Hablaríamos del canal o ancho de Gibraltar y probablemente disminuirían las fuertes corrientes marinas actuales, el atroz viento de levante que de vez en cuando azota aquellas costas de Cádiz, los daños a los mamíferos marinos y seguramente la facilidad para meterse en una embarcación, incluso de juguete, para probar la aventura europea.

Otra acusación frecuente es la de homófobo o, todavía más moderno y completo, tránsfobo. Hasta 2014 el diccionario de la RAE definía homofobia como «Aversión obsesiva hacia las personas homosexuales.». Hubo alguna intervención desde vaya usted a saber dónde y lo cambiaron a «Aversión hacia la homosexualidad o las personas homosexuales». Es decir, en 2014 usted tenía todo el derecho a odiar los callos a la madrileña y no estaba obligado a sentir simpatía alguna hacia la homosexualidad. Con no pedir ese plato en un bar o restaurante y no obsesionarse con los homosexuales todo iba bien. Pero eliminaron lo de "obsesiva" y lo redondearon incluyendo tanto a las personas como el concepto, de manera que ahora si usted siente lo mismo que antes, sin moverse de su sofá, está cometiendo un delito de discriminación y actitud antisocial; un delito de odio. No me gustan las imposiciones sobre el pensamiento, así que me he vuelto un poco más radical acerca de los callos a la madrileña.

Por suerte o desgracia quienes me han rodeado desde niño han sido mayoritariamente mujeres, lo que me ha ayudado a entenderlas, apreciarlas, defenderlas y hasta amarlas. Pero llegó el feminismo militante agresivo de esas que se empeñan en circular «de noche, solas y borrachas» y dispuso que las mujeres deberían estar necesariamente en todas partes en puestos de relevancia (aunque haya que meterlas con calzador) y al tiempo detestar a los hombres. Ahora las mujeres dirigen muchísimas películas, escriben la mayoría de los libros que se publican, se nos dice que han inventado casi todo y son mayoría notable en el consejo de ministros, lo que no impide que muchas otras alcancen notoriedad acompañando a futbolistas como WAG (wifes and girlfriends) o lleguen a ministra porque "su chico" en el gobierno lo exigió así.  

Aparte la definición de ministro que contiene el diccionario, puramente gramatical, un ministro debe ser alguien con la adecuada formación previa, interesado en el bienestar y mejora de los ciudadanos, no el que aproveche su lugar de privilegio para imponer sus propios criterios a todos por encima de todo.