11 octubre 2023

Ya que estamos...

Con la entrada de España en 1986 en el entonces denominado Mercado Común Europeo, hizo su aparición (en realidad pocos meses antes) el llamado IVA, que venía a sustituir a varios impuestos ya existentes como el ITE (Impuesto Tráfico de Empresas) y el Impuesto de Lujo. Su valor porcentual fue entonces del 12% que en unos años subió hasta el 16%. Era un impuesto muy cómodo para el gobierno porque resultaba muy fácil de recaudar así como conocer anticipadamente la cifra.

La crisis económica que comenzó sobre el año 2008 trajo consigo una disminución en la recaudación de impuestos generales y un aumento del déficit público ante lo cual el gobierno de Rodríguez Zapatero decidió subir el IVA general del 16 al 18% el 1 de Julio de 2010. Fue mal recibido por la población porque se trataba de la subida de un impuesto que castigaba fundamentalmente a los ciudadanos de menor capacidad adquisitiva, hablamos de un impuesto de los llamados indirectos, y como tal afectaba en el consumo de igual manera a pobres y ricos.

El PP no perdió el tiempo y de inmediato inició una campaña nacional contra el gobierno con mítines en todo el país y recogida de firmas en contra de la medida, aprovechando para calificar de sablazo a los españoles esta medida del PSOE. Solemos tener mala memoria, pero la campaña de calle contra esta subida fue muy sonada y destacaron en ella tanto Esperanza Aguirre, presidenta de la comunidad de Madrid, como el candidato del PP, M. Rajoy (en la foto, junto a un alcalde local). 

Ese mismo partido fletó un bus-pancarta y la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría clamaba el 12 de mayo de 2010 desde su perfil del Facebook contra la subida del IVA destacando que podría ser "la puntilla para las clases medias, las empresas, los comerciantes y el sector turístico". La entonces portavoz del PP en el Congreso insistía en que "todos los inconvenientes son para el ciudadano" y que "todas las ventajas son para el Gobierno"; no tengo muy claro qué quería decir con eso.

Pese a tanto griterío, cuando en 2012 Mariano Rajoy fue elegido presidente del gobierno, subió de inmediato el IVA del 18% en que lo había fijado el gobierno del PSOE al 21%, olvidando las protestas que habían encabezado cuando tuvo lugar la subida anterior del 16 al 18% y sus promesas. Por supuesto que el PSOE, entonces en la oposición, realizó tibias protestas, porque parecía poco coherente esa subida tras el escándalo organizado cuando ellos lo subieron al 18%. Pero es que, argumentaban desde el gobierno del PP, es que esta vez estaba justificado.

Lo más curioso es que en junio de 2018, cuando Mariano Rajoy fue depuesto por una moción de censura y pasó a ser presidente del gobierno Pedro Sánchez, no hubo ni una referencia a esas subidas justificadas en su día por la crisis, pese a que el IVA se consideraba un impuesto de “derechas” al tratarse del tipo calificado como ‘indirecto’. Ha habido pequeñas bajadas temporales motivadas por la crisis del Covid que ya desaparecieron o están en trance de hacerlo transcurrido el periodo que se fijó para la rebaja.

Todo el mundo guarda silencio sobre el asunto y casi que más nos conviene no decir ni palabra, pues las miradas de quienes mandan están fijas en el 24% que se aplica en Dinamarca y algún otro país. Nadie se acuerda de que en Suiza el tipo general es del 7’7%.

Hay más de una moraleja a extraer de toda esta historia, pero la principal es que un tributo que se incrementa no volverá al valor que tenía anteriormente.
 

No hay comentarios: