22 febrero 2024

Sobre la gratuidad

Yo pensaba que no había mucho que decir sobre este concepto, pero como ocurre tantas veces, la realidad sorprende contradiciendo lo evidente, lo de toda la vida.

Primero, quizás deba establecer un par de premisas básicas. 1) Aunque en algunos lugares estén jubilosos porque poseen un idioma local, la lengua en que todos nos entendemos –o podemos entendernos si queremos− es el español o, si lo prefieren, el castellano. 2) La entidad que regula la formación y desarrollo de esa lengua es la denominada Real Academia de la Lengua Española.

Como suele suceder frecuentemente, esta lengua tiene numerosos enemigos, que no son, como podría imaginarse, los hablantes de otras lenguas sino esa mayoría que desconoce y se desinteresa por la lengua que habla: el español. Como es gratis, se considera tan natural como el aire.

Sostengo que la mayoría de los españoles maneja el lenguaje con el mismo desconocimiento con que yo manejaría unas barras de uranio enriquecido o una retroexcavadora, es decir, ni idea de lo que se tiene entre manos. De ahí que casi todos los españoles desconozcan en la actualidad el significado de la palabra gratis. Para evitar debates, aclararé que el diccionario de la RAE lo define como 1. adj. gratuito. 2. adv. De manera gratuita o sin coste.

Parece sencillo, pero si así fuera sería difícil de entender el éxito de la expresión “gratis total”, teniendo en cuenta que no existe lo gratis parcial. Una cosa es gratis o no lo es, por tanto es completamente idiota esa novedosa expresión de gratis total. Como suele ocurrir, es la vida diaria la que nos induce a errores y resulta que todos estamos acostumbrados a ver en los supermercados artículos que se promocionan prometiendo que al comprarlo nos darán otro artículo, casi siempre de valor inferior. Por ejemplo, no es raro encontrar que una pasta dentífrica asegura que al comprarla nos entregarán gratis un cepillo de dientes.

Respetuosamente afirmo que no hay tal gratuidad, puesto que el condicionante para disponer del cepillo de dientes es comprar la crema dental, por lo tanto no hay nada gratuito ya que usted no puede entrar en el establecimiento tomar un cepillo de dientes y marcharse con solo dar los buenos días. No obstante, vamos a ser muy tolerantes y admitiremos que en el ejemplo anterior el cepillo de dientes es gratis. Gratis es en España la enseñanza pública o la sanidad pública, dos bienes bastante deteriorados, quizás porque hay algunos políticos empeñados en que sus amigos ganen dinero con eso y por lo tanto están dispuestos a cargarse como sea esos dos beneficios impagables, hay quienes están empeñados en que haya que pagarlo.

Hay una melodía norteamericana de título "The best things in life are free" o lo que es lo mismo, Las mejores cosas de la vida son gratis. Puede parecer un tanto temerario afirmar tal cosa y lo es, pero no me cabe duda de que muchas de las mejores cosas que a veces llegamos a disfrutar no suponen un desembolso económico por sí mismas. Como ejemplos yo citaría el silencio (algo que se consigue con mucha dificultad), un paisaje que nos complace y nos deja sin habla, una canción que nos conmueve y en algunas ocasiones, el cariño de alguien; algo de lo que se habla mucho y pocos conocen. Y la lengua que hablamos, claro.

10 diciembre 2023

Cuba, la joya que perdimos

Si a un joven de entre 18 y 30 años le preguntan dónde está Cuba y qué le dice la expresión “la joya de la Corona” pondrá cara de desconcierto y alguno  responderá con insolencia, porque a él nadie tiene por qué preguntarle esas cosas.

Seguramente son cosas de viejos, porque a mí me descorazona esa lejanía de la juventud actual respecto de la historia de este país y más concretamente de la historia reciente en la que la isla de Cuba era España y sus habitantes tan españoles como alguien de Zamora o Sevilla. Muy diferente de mi generación y yo diría que alguna posterior, que teníamos presente lo poco que sabíamos de Cuba y usábamos ordinariamente la frase “más se perdió en Cuba”, queriendo expresar con ello de manera muy resumida el valor que otorgábamos a esa isla y la terrible catástrofe que supuso el final de la guerra en 1898 y su apropiación por parte de EE.UU. (y Puerto Rico, y Filipinas y tantas islas del Pacífico que nos pertenecían).

España se portó mal con ella sobre todo en las últimas décadas, pues pensó que podrían remediarse sus ansias revolucionarias a base de represión armada y malos tratos. Aunque oficialmente fueron tres las guerras libradas desde el inicio en 1868 hasta el final en 1898, puede decirse que con algunos años de pausa hubo hostilidades durante esos treinta años, aprovechando la ayuda de muchos países, desde los cercanos EE.UU. a los ya independizados con anterioridad y a que el siglo XIX fue en España un alarde de mal gobierno y medidas disparatadas, apoyadas allí por los terratenientes criollos (en su mayoría procedentes de cierta región española que prefiero no mencionar) partidarios de la esclavitud. Incluso el general Weyler, en los últimos años del conflicto, tuvo la nefasta idea de internar a los cubanos en campos de concentración (idea copiada por los estadounidenses en Vietnam) lo que resultó en ambos casos nefasto y contraproducente.

España llevó tan mal el conflicto con Cuba que se sabe que los soldados que allí fallecieron tuvieron en un 90% como causa no la guerra en sí misma, sino las enfermedades, hambre, desabastecimiento, mal equipamiento, etc. No había verdadero encono entre españoles y cubanos y de ahí que al terminar la guerra muchos españoles decidieran quedarse para reiniciar su vida en aquel territorio.

EE,UU. es un país creado a base de robos, expolios y compras de territorios a otros países y casualmente ayudaron a los rebeldes cubanos a expulsar a los españoles y ayudaron a los filipinos a lo mismo, para a continuación apropiarse de facto de ambos territorios, llegando a prohibir el uso de la lengua española en Filipinas. Incluso la isla de Guam, que también era española, paso a ser propiedad de los norteamericanos y todavía lo es, aunque la ONU lo considera territorio sin descolonizar.

Precisamente mi abuela paterna nació en La Habana como hija de militar que era. Yo no llegué a conocerla y tampoco mi padre disfrutó mucho de ella pues murió cuando él tenía cinco años, pero esto acrecienta mi vínculo y mi cariño por aquella tierra. He visitado dos veces la isla y aunque he intentado no limitarme a la actividad propia de un turista, no hay muchas oportunidades de moverse de un lado a otro y aun así he conocido La Habana, Trinidad, Matanzas y, claro está, Varadero y Cayo Levisa. Además procuré perderme por las calles de la ciudad vieja y meterme en domicilios particulares para charlar con los de allí. Son gente inteligente y laboriosa y además les gusta comunicarse.

Durante muchos años yo he defendido el derecho de los cubanos a encontrar su propio camino político, pero muchas causas han contribuido al fracaso de la implantación del socialismo tras la mala experiencia del régimen de Fulgencio Batista, (del bloqueo de los EE.UU. a la caída de la Unión Soviética) y la realidad es que en la actualidad los cubanos son pobres de solemnidad y no disponen de los artículos de consumo que los demás tenemos y a los que también tienen derecho. El problema es que una democracia a la europea tiene pocas posibilidades de salir adelante, en parte por la idiosincrasia de los cubanos, poco acostumbrados a esta clase de democracia, escocidos por la experiencia de Batista, y sobre todo por la previsible intervención de los EE.UU., que de siempre ha visto a Cuba como menos aún que su patio trasero (¿saben cuántas veces invadió EE.UU. la República Dominicana?). Ya en 1898, tras la intervención de los EE.UU. y su victoria sobre España, ese país decidió apropiarse de Guantánamo (con una renta de alquiler fijada por ellos mismos y contrato perpetuo). Ese Guantánamo donde existe una prisión militar que Obama prometió eliminar; y ahí sigue.

Como saben que no pueden esperar nada de nadie, sus ojos miran inevitablemente al gigante del norte en el que cifran su esperanza de libertad y desahogo económico, pero la solución no puede ser que todos emigren hacia allí.   

Ojalá puedan contar con el cariño efectivo de los españoles y de todos los países justos y eso se convierta en ayuda para salir de esta situación. Yo les tengo, y no puedo evitarlo, un cariño que no siento por ningún otro país hispano. Esos que ahora se hacen llamar latinos.



03 diciembre 2023

Inglés, cosa sabida

Se me ha ocurrido escribir sobre esto cuando he leído en mi tubo de pasta Colgate SAVE WATER turn off the tap while brushing. No acabo de entender si esa distinguida marca está interesada en que ahorren agua solamente los que hablen inglés. De lo contrario, ¿por qué en esa lengua en un envase destinado a la venta en España y Portugal? Les da lo mismo que usted gaste mil litros, solo quieren quedar bien con sus paisanos.

No es únicamente eso: en la parte delantera del tubo se dice “Complete protection for a healthy mouth”, con lo que aparentan que solo les preocupa suministrar esa información a los que entiendan ese mismo idioma. ¿Saben lo que ocurriría si en EE.UU. un producto español (un milagro) escribiese sus textos en nuestra lengua? Es fácil: que no se vendería en absoluto, no lo comprarían ni los hispanos.

Estamos rodeados de palabras y expresiones en inglés y no es eso lo peor: la gramática inglesa –sí, parece ser que existe− está siendo adoptada por los hablantes de nuestra lengua y son numerosos los ejemplos. Uno podría ser la desaparición del artículo en expresiones partitivas como “la mayoría de (los)”, “el resto de (los)”, “la mitad de (los)”, etc. También otras como “a corto/medio/largo plazo” que si usted quiere ser elegante, ahora debe decir “en el corto/medio/largo plazo”, e incluso he podido oír la palabra ‘término’ en vez de ‘plazo’, con lo que se remata la traducción literal del inglés (in the short/medium/long term).  

¿Y qué me dicen de lo de Black Friday? En España estamos encantados, porque cumple el doble objetivo que persiguen nuestras vidas, gastar dinero y hacer como que hablamos inglés. Como es natural, los comercios fueron los primeros en sumarse a esta moda, porque a ellos les da lo mismo tener que hablar tagalo si con eso venden más. Hay que tener en cuenta que en nuestro país la mayoría de los emprendedores lo que hacen es poner establecimientos de hostelería, bar, chiringuito, restaurante, etc.

La última mamarrachada es el Día de Acción de Gracias, Thanksgiving Day en versión original. Se está implantando en nuestra tierra siguiendo esa tendencia a la aceptación entusiasta de la colonización cultural. En su lugar de origen se celebra el cuarto jueves de noviembre para conmemorar el desembarco de los peregrinos (ellos los llaman así, pilgrims, aunque no sean más que aventureros emigrantes) desde el Mayflower en Plymouth (Massachusetts) en 1620. Con ello se les rinde homenaje a quienes llegaron "para la gloria de Dios, y el avance de la fe cristiana y el honor de nuestro rey y patria'', aunque su primer trabajo fue cargarse a todos los seres de dos patas que poblaban el territorio que iban controlando. Por increíble que parezca, son muchos los países que copian esta celebración y en Brasil, que tanto debe a los estadounidenses (?), existe hasta una ley (Ley 5110) que instaura la celebración incluso el mismo día que el original. Puede ser que agradezcan que aquellos no llegaran hasta allí en la eliminación de nativos, porque otra razón no consigo encontrar.

De verdad, ¿a usted le parece lógico que nos anuncien en televisión un café con las palabras "What else!", que la mayoría de las marcas de automóviles nos lancen sus eslóganes en inglés, que los perfumes franceses se nos anuncien en inglés, que en televisión haya esa profusión de frases y expresiones en inglés? Realmente todos sabemos que si hacen eso es porque ese idioma tiene en España un prestigio inmerecido y ese prestigio se contagia a lo que nos quieren vender. Somos bastante tontos.

Que nadie me malentienda: no he sido exhaustivo y creo que es bueno aprender y hablar inglés, pero su uso debe estar limitado a los lugares del extranjero donde se precisa. En España sería adecuado hablar español, que es el idioma que entendemos todos (incluso los que disimulan).

15 noviembre 2023

Malditas "cookies"

¿Sabemos todos lo que son las cookies? Posiblemente la mayoría sepa de qué se trata y dominen la materia mucho más de lo que yo lo hago. Por si acaso, aclararé que son pequeños archivos que, cuando visitamos una web, introducen en nuestro PC sin apercibirnos de las consecuencias. Algunas veces –las menos− solo tienen información que, por ejemplo, nos evita tener que identificarnos cuando volvemos a entrar en esa página de nuevo. La mayoría de las veces, por no decir casi todas, maneja información nuestra que debería ser privada y utiliza nuestros datos para colocarnos publicidad personalizada o lo vende y facilita a otras web. Nos utiliza como mercancía comerciable, diciéndolo en pocas palabras. 

Todos somos seres influenciables y manejables, hasta el nombre (cookies significa galletas) es engañoso y trata de hacer creer en su supuesta inocencia y banalidad. ¿De verdad no les importa que nos coloquen publicidad personalizada que, casi siempre, condiciona nuestro comportamiento a la hora de comprar algo u optar por una ideología política o religiosa? Para que se hagan una idea, la ley promulgada en 2002 para su control amenaza con sanciones de entre 30.000 y 150.000 euros por mal uso. ¿Se imaginan el daño que pueden causar para castigar tan severamente ese mal uso? El problema es que no está muy claro que ese control sea tan eficaz como debiera. También hay sanciones elevadas para quienes nos llaman por teléfono sin nuestra aprobación previa y muchos somos torturados con llamadas persistentes. A mí, me ha estado llamando el Banco Santander al menos dos veces al día durante dos o tres meses supuestamente para, mediante una grabación, pedirme información sobre alguien a quien además yo no conocía. Me costó mucho cortar esta tortura y no sé cuándo volverá, porque ya es la segunda vez en pocos años.

No hay día en que al navegar en mi PC no me aparezcan esas peticiones para colocar cookies en el aparato. Creo que existe un tiempo durante el cual no pueden volver a hacernos la misma pregunta, pero en la práctica y, como sucede con tantos asuntos, nadie controla que la ley se cumpla cabalmente, de manera que los delincuentes se desenvuelven con total libertad e impunidad, sabiendo que es difícil que algo o alguien les ponga límites, así que nos preguntan una y otra vez hasta que, por hartazgo, cedemos a sus pretensiones.

Si algo ha demostrado la gran mayoría de la población es que no sabe preservar su privacidad y luego va quejándose de que tal o cual mengano o empresa ha abusado de su buena fe y ha comerciado con sus datos personales. Son legión los que no se detienen a pensarlo cuando se les pregunta si aceptan las cookies, todo les da igual aparentemente, así que aceptan lo que sea para no perder un segundo de disfrute de su maravilloso smartphone. Por supuesto que actúan de igual manera cuando en el móvil descargan una app que, a cambio de casi nada se apropia de su privacidad aprovechando esa mezcla de inocencia e imprudencia que caracteriza el comportamiento de, sobre todo, los jóvenes usuarios de móviles.

Todos los días leo los mismos diarios en su versión digital y me resulta molesto que todos los días me pregunten si acepto las cookies. Estaba convencido de que la ley dispondría un plazo para volver a preguntarnos, por eso he llamado a la AEPD para confirmar lo que pensaba. Allí me informan de que desgraciadamente quienes hicieron la ley no contemplaron esa posibilidad, así que tengo el dolor de hacerles saber que pueden hacerlo cada día en que usted entre en su página web. Esto deja abierta la posibilidad de que por agotamiento o despiste un día digamos que sí a todo y ahí los tenemos hasta que caduquen las cookies, lo que puede llevar muchos meses.

Desde hace meses ha surgido una novedad que es lo que faltaba para fastidiar al ya fastidiado ciudadano: hay muchos canales de TV que también preguntan si se admiten las malditas cookies. Por supuesto permiten la aceptación o rechazo, pero no he conseguido descubrir cómo hacer efectiva esa elección una vez marcada. Un consejo: ¡NUNCA ACEPTEN COOKIES EXCEPTO LAS OBLIGATORIAS! Por si acaso.

Más difícil todavía: Una relajación de la Agencia Española de Protección de Datos ha permitido el surgimiento de empresas, anunciadas en los propios medios, que por decirlo claramente nos piden que paguemos para que no nos roben nuestros datos personales (frecuentemente una empresa llamada "contentpass"); eso antes se llamaba extorsión (o chantaje). Así, ocurre que aunque usted se suscriba a un diario, sigue sin tener acceso a todas las secciones si no paga una suscripción adicional de 3,99€ mensuales que dicen que es el equivalente a que nos neguemos a aceptar sus anuncios. Parece ciencia-ficción, pero es que la desvergüenza no tiene límites



28 octubre 2023

Negritud y supervivencia

¿Se acuerdan de cuando no había negros ni para una película y en las cabalgatas de reyes Baltasar tenía que ser uno de aquí pintado con betún? Hace cuarenta y tantos años, recuerdo que estábamos en la campaña electoral para las elecciones de 1977, mi hija que entonces tenía dos o tres años vio por primera vez un negro por la calle y se puso a chillar asustada, tan infrecuentes eran.

Es un asunto que estos días está en las portadas de todos los diarios, gracias a la llegada de miles de inmigrantes procedentes en su mayor parte del Magreb o de Senegal. He tratado varias veces sobre este asunto, lo que me hace correr el riesgo de ser tomado por un fanático racista o algo por el estilo, pero no hay nada de eso, simplemente me preocupa la supervivencia de España y, cómo no, la de Europa.

Resulta que llega una y otra patera o cayuco hasta los topes de africanos, se llenan todos los centros de acogida porque no estaban previstos estos números y menos lo estarán próximamente porque la llegada masiva irá a peor. Äfrica no hace nada por disminuir la natalidad, no son capaces de articular y estructurar sus países y Europa, ateniéndose a los acuerdos de Ginebra ¡¡de 1951!! sigue pensando si debería actuar o dar la bienvenida sin más. No consigo entender cómo no se actualizan esos acuerdos a la vista de la realidad presente y el futuro que nos amenaza.

Mientras, día tras día aumenta la afluencia de inmigrantes porque resulta que, como he leído ayer en la prensa la declaración de uno de ellos, antes venían para mejorar, pero ahora vienen para sobrevivir. ¿Sobrevivir?, parece que en Europa no tenemos ese instinto pese a que son muchas las organizaciones que advierten de que esto no es más que el principio del desastre. La más seria y fiable de todas ellas, el instituto Gallup, calculaba hace ya cuatro años que solo los que quieren asentarse en España eran 31 millones; cifras aun superiores para Francia, Alemania o Reino Unido. África tiene más de mil trescientos millones de habitantes, ¿caben aquí? Conque solo vinieran –de momento− una décima parte de su población producirían tales desajustes y conflictos que acabarían con Europa.

Es cierto. Se me hiela el corazón cuando veo a esos seres desvalidos (con su smartphone, claro está) satisfechos porque han conseguido terminar su travesía, pero resulta que son ellos o nosotros, con un añadido: ellos son mayoritariamente gente normal, pero traen entremezclados terroristas, enfermos, violentos (recuerden Francia o RU), casi siempre analfabetos que ni saben español; en cualquier caso gente con una cultura muy diferente de la nuestra (o ninguna). Bastantes problemas tenemos aquí para hacernos cargo de sus problemas. 

Supongo que es inútil insistir en el problema de las llegadas masivas, y hasta la televisión nos prepara el cuerpo para convivir con numerosas personas de raza negra. Vivo en Madrid y paso semanas sin ver un negro, ¿no han notado que, por el contrario, no hay anuncio en el que no aparezca un negro o una negra? Da igual que sea publicidad de automóviles, artículos de belleza, alimentos, ropa, supermercados, lo que sea, no falta al menos un negro entre los que aparecen, algo que no se corresponde con la proporción de negros sobre el total de la población. Son cosas en las que muchos espectadores no se fijan y en todo caso lo consideran un signo de modernidad. Hay que prepararse para convivir con ellos, deben pensar, aunque lo que debemos saber es que no va a ser tan bonito como en el anuncio, sino que serán gente desesperada que busca comer y para satisfacer esa necesidad están dispuestos a sacrificar lo que sea, incluyéndonos a nosotros. 

He leído hoy en la prensa otra explicación de la sobrepresencia de negros en la publicidad. Resulta que se celebra en Melbourne una semana de la moda y el colectivo de modelos de color la ha boicoteado porque −dicen− resulta que sus tarifas son más bajas que las de los modelos blancos y de paso las marcas los usan para limpiar su imagen no solo en lo referente al racismo, sino que de camino dan imagen de modernidad, los contratan una vez y si te he visto no me acuerdo. ¿Será verdad?

Sé que son muchas las personas que siguen pensando que lo humanitario es acogerlos, pero no tienen respuesta si se les pregunta en dónde meteremos esos 31 millones y qué país vamos a dejar a nuestros hijos. Hay muchos que no saben ni ven la que se nos viene encima. Si dejamos que solo la ultraderecha se oponga a la inmigración descontrolada, serán los que ganen las elecciones.


11 octubre 2023

Ya que estamos...

Con la entrada de España en 1986 en el entonces denominado Mercado Común Europeo, hizo su aparición (en realidad pocos meses antes) el llamado IVA, que venía a sustituir a varios impuestos ya existentes como el ITE (Impuesto Tráfico de Empresas) y el Impuesto de Lujo. Su valor porcentual fue entonces del 12% que en unos años subió hasta el 16%. Era un impuesto muy cómodo para el gobierno porque resultaba muy fácil de recaudar así como conocer anticipadamente la cifra.

La crisis económica que comenzó sobre el año 2008 trajo consigo una disminución en la recaudación de impuestos generales y un aumento del déficit público ante lo cual el gobierno de Rodríguez Zapatero decidió subir el IVA general del 16 al 18% el 1 de Julio de 2010. Fue mal recibido por la población porque se trataba de la subida de un impuesto que castigaba fundamentalmente a los ciudadanos de menor capacidad adquisitiva, hablamos de un impuesto de los llamados indirectos, y como tal afectaba en el consumo de igual manera a pobres y ricos.

El PP no perdió el tiempo y de inmediato inició una campaña nacional contra el gobierno con mítines en todo el país y recogida de firmas en contra de la medida, aprovechando para calificar de sablazo a los españoles esta medida del PSOE. Solemos tener mala memoria, pero la campaña de calle contra esta subida fue muy sonada y destacaron en ella tanto Esperanza Aguirre, presidenta de la comunidad de Madrid, como el candidato del PP, M. Rajoy (en la foto, junto a un alcalde local). 

Ese mismo partido fletó un bus-pancarta y la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría clamaba el 12 de mayo de 2010 desde su perfil del Facebook contra la subida del IVA destacando que podría ser "la puntilla para las clases medias, las empresas, los comerciantes y el sector turístico". La entonces portavoz del PP en el Congreso insistía en que "todos los inconvenientes son para el ciudadano" y que "todas las ventajas son para el Gobierno"; no tengo muy claro qué quería decir con eso.

Pese a tanto griterío, cuando en 2012 Mariano Rajoy fue elegido presidente del gobierno, subió de inmediato el IVA del 18% en que lo había fijado el gobierno del PSOE al 21%, olvidando las protestas que habían encabezado cuando tuvo lugar la subida anterior del 16 al 18% y sus promesas. Por supuesto que el PSOE, entonces en la oposición, realizó tibias protestas, porque parecía poco coherente esa subida tras el escándalo organizado cuando ellos lo subieron al 18%. Pero es que, argumentaban desde el gobierno del PP, es que esta vez estaba justificado.

Lo más curioso es que en junio de 2018, cuando Mariano Rajoy fue depuesto por una moción de censura y pasó a ser presidente del gobierno Pedro Sánchez, no hubo ni una referencia a esas subidas justificadas en su día por la crisis, pese a que el IVA se consideraba un impuesto de “derechas” al tratarse del tipo calificado como ‘indirecto’. Ha habido pequeñas bajadas temporales motivadas por la crisis del Covid que ya desaparecieron o están en trance de hacerlo transcurrido el periodo que se fijó para la rebaja.

Todo el mundo guarda silencio sobre el asunto y casi que más nos conviene no decir ni palabra, pues las miradas de quienes mandan están fijas en el 24% que se aplica en Dinamarca y algún otro país. Nadie se acuerda de que en Suiza el tipo general es del 7’7%.

Hay más de una moraleja a extraer de toda esta historia, pero la principal es que un tributo que se incrementa no volverá al valor que tenía anteriormente.
 

07 agosto 2023

Mi voto no le saldrá gratis

No hace dos semanas de las elecciones generales y ya todos se esfuerzan por desilusionar a quienes les votaron y, en la mayoría de los casos, confirmar los peores temores de otros. De siempre han subastado el apoyo en las votaciones, pero es que actualmente cada partido, por mínimo que sea, parece escribir la carta a los reyes magos tras las elecciones.

El único partido que no ha publicado una larga lista de exigencias es, quien lo iba a decir, Bildu. Los demás confían en que el voto les sirva para enriquecer a todos los habitantes de su zona de influencia. Todos se afilan el colmillo pensando en la manera de exigir lo impensable a cambio de hacer posible la gobernabilidad de España; y si eso empobrece a la comunidad vecina, miel sobre hojuelas. Cada político se debe a sus paisanos, al resto de los españoles que les parta un rayo. No se cansan de repetir eso de Mi voto no le saldrá gratis, con lo que esperan darse lustre ante sus votantes.

Los hay que sin ningún empacho se ofrecen al mejor postor: ahí tienen un único escaño de Coalición Canaria (CC) que dice estar a la espera de lo que puedan ofrecerle Feijóo o Sánchez, no piensan permitir que sus ideales (?) interfieran con la subasta de su apoyo.

El no va más de este mercantilismo esta ¡cómo no! a cargo de los independentistas catalanes, ERC y JxCat que a cambio de unos pocos votos quieren que sean suyos los trenes de cercanías (Rodalies), un referéndum de autonomía, la amnistía para todos sus delincuentes y posiblemente un chupa-chups para la hija de uno de la CUP. Por no hablar de que hay que tratar de honorable (?) a quien mande allí en cada momento. Creen ser expertos en honorabilidad.

No acaban ahí sus peticiones: quieren también –en esto van de la mano con Yolanda Díaz, que se muere de ganas de hablarnos en gallego– que en el Congreso de Diputados puedan soltar su intervención en su lengua local, con lo que conseguiríamos montar allí una bonita y costosa Torre de Babel, ¿cuánto daría la Unión Europea por disponer de una lengua común, para ahorrarse el tiempo y el gasto de traductores e intérpretes? Todavía recuerdo cuando al inicio de la transición se explicaba que las lenguas regionales iban a ser reconocidas y cooficiales en su comunidad, y que todos nos entenderíamos en español, que para eso estaba. Ahora resulta que las regiones con su propia lengua solo ponen los letreros y títulos en su lengua, cambiando incluso el nombre de localidades por el topónimo local, con lo que un forastero puede no encontrar una población porque resulta que ha cambiado de nombre. Se puntúa el requisito del conocimiento de la lengua en grado máximo para cualquier puesto de funcionario o puesto médico-sanitario, valorándolo por encima de cualquier doctorado. Y la culpa real recae fundamentalmente en el gobierno central, que ha permitido o patrocinado que haya nombres como Girona o Gipuzkoa, que ni siquiera pueden ser pronunciados respetando las normas del español.

Mientras, ahí están a la espera quienes hablan bable, leonés, panocho, castúo, etc. etc. sonriendo porque su hora está cercana. ¡Qué bien supo hacerlo Francia, donde todo esto está prohibido!

23 julio 2023

El Ripalda de izquierdas

Después de poner ese título me he dado cuenta de que son muchos los que no tienen ni idea de lo que es eso que llamo Ripalda; así que voy a explicarlo someramente.

En el colegio al que yo asistí y como yo todos mis coetáneos, la asignatura principal no era la física o las matemáticas, como cabría suponer, sino la religión. Hablo de los primeros cursos. Esta disciplina (nunca mejor dicho) se impartía mediante el catecismo Ripalda, que era un librito que contenía las esencias y las oraciones fundamentales de nuestro nacionalcatolicismo. No había que estudiarlo, solo aprenderlo de memoria hasta el punto de que yo en la actualidad, que no soy creyente y estoy jubilado hace bastantes años, sigo siendo capaz de recitar esas oraciones. Por supuesto que preconciliares.  

Lamentablemente el ejemplo no es solo algo que ayuda a enseñar, sino que también “imprime carácter”, quizás por eso en esta época de laicismo y hedonismo hay partidos políticos que siguen siendo partidarios del método de fijar unos pocos principios como obligatorios que deben ser seguidos escrupulosamente para pretender que se es de izquierdas. Me refiero al PSOE, IU, y todas esas secuelas llamadas Sumar, Podemos, Más País, etc.

Ya hablé de ello en otra entrada hace algún tiempo, pero entre que no disfruto del mismo número de lectores que un diario nacional y que la memoria suele ser flaca voy a dar otra vuelta y vuelta al asunto. Me refiero a eso que llamo el Ripalda de izquierdas o, si prefieren, la Torá de la izquierda actual. Son los propios ciudadanos progresistas, además de los dirigentes de los partidos, los que le exigen que cumpla cada mandamiento de esa Torá escasamente judía; son sus propios amigos o contertulios los que pretenden obligarle a seguir punto por punto ese nuevo Ripalda que nosotros mismos nos hemos impuesto. La iniciativa disidente es castigada con el vacío y el apartamiento.

Usted puede ser de izquierdas desde antes de la llegada de la democracia, haber pertenecido a una de las organizaciones ilegales entonces, colaborar con unos de esos partidos, votar invariablemente a alguno de los citados y seguir una conducta intachable, que si falta ligeramente a unos de esos nuevos principios del catecismo actual será tachado de facha, votante de Vox, reaccionario, etc.

Hablo de los tres principios actuales que son pilares del progresismo patrio: homosexualidad, feminismo e inmigración (ilegal). La transexualidad no sé si está incluida en la homosexualidad o en el feminismo, pero estar, está. Atrévase a decir que alguien no le es simpático porque es homosexual o que le parece bien que persigan a las pateras (utópico) y ya puede contar con que le acusarán de practicar el odio (¿qué tiene que ver el odio con la falta de simpatía?). No hablo por hablar, hoy mismo he colocado el siguiente comentario en una noticia de un famoso diario nacional:

Imaginemos a alguien al que en 1989 no le caían bien los homosexuales, pero pensaba que cada uno debía vivir como quisiera y ahí quedaba todo. No había odio aunque tampoco simpatía.
En 2023 piensa igual: ¿es un homófobo o alguien de principios firmes o alguien a quien devora internamente el odio?

La respuesta inmediata ha sido el insulto y el calificativo de votante de Vox. Incluso una fémina me califica de homofobiginóchirulo que ni sé lo que pretende significar.

Como consecuencia y harto ya de políticos que acostumbran a citar a los dos sexos (españoles y españolas, alumnas y alumnos, ciudadanas y ciudadanos, etc.) ignorando que, al proceder del latín, nuestro idioma contiene el femenino en el masculino plural. He decidió que, por primera vez en mi existencia, no voy a votar. Que les zurzan a todos, políticos y mastuerzos en general. Si gana la derecha, qué se le va a hacer, paciencia; se lo merecen quienes pierdan, por integristas y por no entender lo que es ser de izquierdas. 

En fin. No es que Franco obligara a nadie a ser franquista, es que el deseo de ser sometidos creó a Franco, encarnándolo en ese tipo bajito, cruel y culón (Paca la culona, lo llamaba Queipo de Llano) con voz aflautada. Lo necesitábamos para no tener que soportar lo de ser libres.


11 julio 2023

Derogar el sanchismo

Como la mayoría  −si no todos− de los que me leen, soy español y lo he sido siempre, así que no conozco de primera mano la actitud social de otros nacionales si exceptuamos a mi pareja, que no es española de origen y que en ese sentido me desconcierta con frecuencia.

Decía que soy español y que no conozco otra manera de ser, suponiendo que haya una cierta mínima homogeneidad en todos mis compatriotas y pese a ello, no entiendo que según casi todas las encuestas, en las próximas elecciones generales ganará esa coalición de derecha y ultraderecha que representan PP y Vox. Siempre hay desacuerdos más o menos ideológicos con los que ejercen el gobierno, pero no entiendo ese rechazo hacia el actual presidente de gobierno sin más excusa que su uso del reactor Falcon o sus acuerdos puntuales con Bildu, que no coalición o asociación como dicen algunos.

Dicen que quieren derogar el sanchismo, como si fuese posible derogar un comportamiento. ¿Es que a alguien le molesta las subida del SMI (aparte empresarios), la excepción ibérica para contener los precios del gas que repercuten en el de la electricidad, la subida de las pensiones, las leyes de eutanasia y aborto (que no obligan a nadie a nada), etc. etc.? No descarto que algún jubilado eche de menos aquel 0,25% de subida de las pensiones que aplicaba el ilustre Rajoy: hay gente pa’tó.

Cierto que a mí no me produce especial entusiasmo el presidente de gobierno, en especial en su vertiente podemita, creo que la presencia de Podemos ha permitido un gobierno de izquierda, pero al mismo tiempo ha causado un deterioro notable en la imagen del PSOE, debido a sus ideas estrafalarias y al comportamiento desquiciado de muchos de los dirigentes de aquel partido. Tengo que confesar que si tuviera que escoger a los dos políticos que más detesto, pensaría de inmediato en Cuca Gamarra y en Irene Montero. Y Ayuso, claro, pero esa no es político, sino matón.

Afortunadamente, y desde mi punto de vista, ese partido Podemos ya está acabado, como vaticiné en este mismo blog en 2015, aunque no sé si su sustituto, llamado Sumar, va a seguir sus pasos o ha aprendido de sus antecesores lo que no se puede hacer, como eso de proclamarse autor de todo lo positivo y negarse a aceptar como suyos los errores que cometen, al tiempo que exhiben una ignorancia llamativa apenas abren la boca. Por no hablar de la guerra de sexos provocada por su comportamiento que ha apartado a muchos del voto a la izquierda.

Lo que resulta indiscutible es que las mayorías absolutas han desaparecido al menos para bastantes años, ahora hay que resignarse a pactar con quienes no nos entusiasman (como Podemos) o con quienes nos pueden perjudicar (como Vox). Muchos votantes han decidido pasear su voto por las nuevas opciones olvidando que los países más estables son aquellos en los que predomina el bipartidismo y los más desconcertantes aquellos en los que florecieron nuevos partidos.

Es natural que nos sintamos descontentos con los partidos existentes, porque ninguno de ellos ha sido creado a nuestra imagen y semejanza y por lo tanto van a diferenciarse bastante de nuestras preferencias o ideales. Es lo que trato de recordarme a mí mismo cuando la trayectoria del partido al que voté se aleja en exceso de lo que yo deseo.


12 junio 2023

Cruz Roja y yo

El tiempo pasa muy rápido y han transcurrido ya 37 años desde que hubo un incendio en mi casa. Sufrimos graves quemaduras mi esposa, una hija y yo y nos llevaron al Centro de Quemados de la Cruz Roja en Madrid. De eso quiero hablar aunque haga ya muchos años, pero no se ha borrado de mi cabeza lo sufrido entonces y cómo cambió mi vida. No voy a hablar de mi esposa y mi hija porque prefiero no tener que recordar, así que me limito a mi experiencia personal.

Viene a cuento porque inevitablemente comparo lo que yo viví con lo visto hace meses acerca del comportamiento de una voluntaria llamada Luna con un individuo de raza negra que se encontraba en Ceuta gracias a su falta de respeto hacia las leyes de inmigración españolas. Un delincuente aunque haya quienes se empeñen en la absurda coartada: viene buscando un futuro mejor. Siguiendo esa socorrida argumentación supongo que debe disculparse a quien −encontrándose en apuros− atraca un banco en busca de un futuro mejor; para él, claro, igual que el negrito.

Cuando tuvo lugar el accidente en casa yo sufrí quemaduras de 1º, 2º y 3er grado en cerca del 50% de mi cuerpo −yo fui el menos quemado− y quiero comparar el comportamiento de los profesionales de Cruz Roja con el de esta joven, una voluntaria. Si existiera el infierno podría ser algo parecido a aquel −más bien pequeño− centro de quemados de Cruz Roja, en la calle Lisboa de Madrid. Mi habitación era la única individual en la planta, se trataba de un lugar infame. Estábamos en agosto y la habitación no disponía de aire acondicionado y por no tener ni siquiera la cama tenía algo tan normal como un colchón, sino tres cojines que, por supuesto, se separaban dejando un hueco por el que se colaba el cuerpo del paciente; en realidad, así eran todas las camas del centro. La razón de ello decían que era que si manchábamos el colchón con el Betadyne que se nos administraba abundantemente, no habría que cambiar o limpiar más que el cojín dañado. El somier creo que era de muelles, de aquellos felizmente desaparecidos veinte o treinta años antes. Yo dormía en precario equilibrio sobre uno de los barrotes laterales del marco del somier, para no hundirme.

Como supe más tarde por medio del director del centro Dr. Rico, todos los sanitarios que allí trabajaban percibían un veinte por ciento salarial extra como incentivo, contando que eso bastaba para que el personal extremara sus cuidados con pacientes tan sensibles como son los quemados. Qué candidez. La higiene era algo desconocido en lo que se refería a los sanitarios en su cuidado de los pacientes y eso provocó que me aparecieran unas llagas cercanas a las ingles, justo donde el muslo roza con los genitales.

Esas llagas me dolían mucho y por eso pedí que me hicieran una cura, ya que yo no podía porque estaba vendado desde el cuello hasta las puntas de los dedos de las manos y los pies. Las respuesta de la enfermera, de cuyo nombre no me acuerdo aunque sí que era de un pueblo de Madrid llamado Carabaña, fue que "ni hablar" porque no sería la primera vez que un paciente intentaba aprovecharse de la enfermera que le cuidaba. Mis condiciones eran de inmovilidad absoluta: no podía ni moverme ni usar mis manos. Esta mujer era una profesional de Cruz Roja mayor que yo entonces (ella más de 55 años), nada atractiva −resultaba difícil imaginar a alguien abusando de ella−, nada que ver con la voluntaria que en estos días en Ceuta abrazó con tanto interés al saltaalambradas, a mi parecer excediéndose en las efusiones. También es cierto que donde yo estaba no había un cámara de televisión; ni siquiera un televisor. No había otra cosa que hacer que mirar al techo o pensar.

Al cabo de unos días vino al Centro una enfermera de 22 años a hacer una semana de prácticas y como parece que le hablaron de mi caso, vino voluntariamente a curarme. Me limpió y me curó, dejándome aliviado del dolor y nunca volví a verla, pero le quedé eternamente agradecido. Parece que en su caso la profesionalidad y el deber estaban por encima de un imposible abuso.

Los médicos no eran mucho mejores y en los dos meses en que permanecí internado no creo que llegaran a cinco o seis las visitas que recibí en la habitación, aparte de la intervención a que fui sometido para practicarme injertos de piel y que aprovecharon para hacer burla de mí por algo ocurrido mientras yo estaba bajo la anestesia. Únicamente un joven médico que también hacía prácticas en el Centro tuvo un comportamiento humano conmigo y me confesó que la flebitis que padecí en la pierna izquierda fue por dejadez, porque, según sus palabras, "allí se practicaba una medicina más propia de hospitales de campaña de la 1ª Guerra Mundial", y no había empatía alguna con los pacientes. Por cierto que esta flebitis no fue descubierta por el personal sanitario del centro, pese a mis quejas por el dolor, fue una amiga mía, cirujana, la que en la única hora al día que permitían la visita de una persona, se dio cuenta de la dolencia. Es una fastidiosa secuela que padezco desde entonces.

La cantidad de horrores que me tocó vivir necesitarían al menos diez páginas para ser relatadas. Cruz Roja: nunca olvidaré lo que me hicieron sufrir innecesariamente.
 
¿Se extrañaría alguien si en alguna ocasión en que por la calle solicitan mi óbolo para esa institución, me cuesta no ponerme violento? 

15 julio 2022

Sobre los hijos

Alguna vez me he preguntado si cuando yo era niño o adolescente me planteé lo que sería tener un hijo. Creo que nunca lo pensé y si lo hice consideré que los hijos serían una prolongación de mí mismo y por lo tanto semejantes a mí. No me planteaba que pudieran dar más problemas que un tren eléctrico de juguete o un jilguero; asunto solucionado.

He preguntado a otros y, curiosamente, nadie me sabe dar una respuesta que sea diferente a lo que digo de mí, lo que me lleva a pensar que cuando se es hijo-hijo uno no se plantea seriamente cómo será tener un hijo. Ya advierto, aunque me parece superfluo, que cuando digo "hijo" me refiero a hijo o hija, aunque le pese a Irene Montero o cualquier otro ejemplar de la misma bandería.

Cuando nació mi primer hijo, que resultó ser hija, yo, que no había ido a ninguna escuela de padres y había perdido al mío a los siete años, lo primero que pensé era que por qué las mujeres no podían dar a luz cosas mucho más útiles, como podía ser un equipo de música, entonces muy de moda. Consecuentemente y como mi esposa se fue aquellos primeros días a casa de sus padres, un lugar que no me entusiasmaba, estuve algunos días sin ver a mi hija recién estrenada hasta que se reintegró al hogar. Ahora no puedo entender mi actitud de entonces, pero era lo que había. Compartir tiempo con mi esposa e hija como si fuera de visita a casa de extraños no acababa de convencerme. Ahora no haría lo mismo, pero entiendo lo que hice.

Pronto comencé a conocer las grandes ventajas de la paternidad. Mi esposa amamantaba a la cría y resultaba que esta desconocía las más básicas reglas de comportamiento civilizado, así que durante la noche tenía que levantarse para dar el pecho y supongo −ya no me acuerdo− que a esas horas le tocaría también todo eso de cambiar pañales, limpiar lo espantoso (¿conocen eso del meconio?), etc. etc. Yo compré una de esas pequeñas y débiles lámpara que colocadas en un enchufe dan una luz tenue pero suficiente como para no matarse si se levantaba a medianoche. Esa fue mi aportación a la tarea nocturna, aunque no está de más recordar que yo me levantaba a las siete para ir a trabajar, mientras que ella tenía su permiso de maternidad.

Yo, deseoso de que mis hijas (tuve otra que nació exactamente tres años más tarde) tuvieran una formación cultural adecuada, llegué a grabar cassettes con una mezcla de  jazz, flamenco, pop, ópera y música clásica, todo lo que se me ocurría. Quería que nada les fuera extraño y que amaran a la música como yo la amaba, aunque al cabo de los años descubrí que no les gustaba el jazz, ni la clásica, ni el flamenco, ni nada, salvo las canciones de los payasos de la tele y más tarde lo que escuchaban con sus amigas, que son las que de verdad educan a las hijas (no sé si los amigos en el caso de chicos). También intenté inculcarles afición a la lectura y prefiero no hablar del éxito de mi empeño.

No descubro nada a los que ya son padres si añado que nunca imaginé que tener un hijo fuera tan caro: estaban los pañales y unas latas de polvos o papillas que a tenor de su precio debían llevar un porcentaje de oro en polvo, aunque no lo reflejaran en la etiqueta de la composición.

Luego llega esa época, cuando ya saben andar, en que uno se los comería aunque como decía el chascarrillo, llegará un momento en que se arrepentirá de no habérselo comido. Es la etapa en que se disfruta del hijo si bien ignorando lo caro que va a pagar este periodo de disfrute. Le siguen unos años en que siguen siendo encantadores aunque ya empiezan a pensar y plantean más de un problema.

Tranquilos: llega la adolescencia y aquí empiezan los horrores. Las hormonas comienzan a hacer de las suyas, se inicia el periodo de rebelión que ya continuará durante años porque la naturaleza les imbuye la idea de que hay que odiar a la madre y, sobre todo, al padre; así que guerra. Para mí fue un espanto: por ejemplo, trataba de limitar el uso excesivamente prolongado del teléfono (entonces el móvil no estaba o estaba en pañales) y a cambio recibía enfrentamientos y rechazos. Había oído que la publicidad de la televisión hacía daño y por eso yo anulaba el sonido en esas pausas. Mi hija mayor llegó a amenazarme por eso y se chivó a su familia materna de mi crueldad. Ni recuerdan, por ejemplo, cuando las llevaba en coche a primera hora de la mañana a El Corte Inglés −y quedaba cerca en doble fila− a esperar que abrieran para que pudieran comprar el CD de sus ídolos −que pagaba yo, claro−, que salía a la venta ese día. 

Hablando en plata: resulta que no fui considerado un buen padre. Lo que le siguió mejor dejarlo para otra ocasión o, mejor, no lo contaré porque no es una historia agradable. Solo quiero añadir una cosa: ojo con la familia política.

08 mayo 2022

Cita previa

¿Hay alguien que no sepa lo que significa esto de "cita previa?, ¿hay alguien que no esté harto de esta práctica tantas veces injustificada?

Lo sabemos. Todo empezó con los servicios de salud, privados o públicos, en los que para la regulación de la afluencias a consultas se estableció la necesidad de contactar previamente con el servicio para conseguir una fecha en la que acudir al servicio o consulta.

Esa era la teoría, pero pronto resultó engañosa cuando a la necesidad de cita previa se añadió aquello que todos hemos podido observar en avisos locales: "la hora de la cita es simplemente orientativa", con lo que −a mí me ha ocurrido− una cita a las cinco de la tarde significa que finalmente somos recibidos en consulta a las nueve y cuarto.  

Por desgracia, cunde el ejemplo o, mejor dicho, cunden con facilidad los malos ejemplos. Todos sospechábamos que la pandemia nos iba a cambiar la vida, lo que no podíamos imaginar es que los bancos aprovecharan la oportunidad para darle la vuelta a lo que siempre fue un banco y transformar las agencias en una especie de despacho-en-el-que maltratar-al-cliente y de camino ser lo que no son. No es broma: yo he presenciado cómo una señora preguntaba cómo ingresar dinero y le contestaban que no sería allí porque en el banco no guardaban dinero (CaixaBank).

Imagine que va usted a la pescadería a comprar un kilo de salmonetes y le contestan que allí no hay pescado. Quién está mal de la cabeza, ¿el cliente o el dependiente? Con perdón, porque ahora un empleado de banco es un agente de banca. Es tan cómico que se me olvida lo principal: el caso es que llegué a la agencia −que anteriormente había pertenecido a otra entidad bancaria a la que se habían comido− y al entrar quedé desconcertado, porque aquello más que un banco parecía una cafetería. Consecuentemente con lo que digo más arriba no había ventanilla ni nada parecido, pero para compensar había unas mesitas con sillas en las que, supe después, se esperaba a que el agente de banca, resolviendo, supongo que permanentemente, asuntos financieros internacionales de importancia planetaria, pudiera recibirnos, más tarde de la hora que nos asignó en su momento.    

Se me olvida lo mejor; al entrar desde la calle, lo que había era lo mismo que hay en los restaurantes de cierto tronío: un atril donde una señorita nos preguntaba si teníamos cita, confirmándolo en unos papeles que tenía delante, antes de dejarnos pasar para evitar así que nos uniéramos al grupo de infelices que deambulaban confusos y desesperados por la pre-entrada, porque se habían acercado al banco sin la imprescindible cita previa. De chiste. El banco era ese que tiene el nombre en catalano-inglés; el que cobra por respirar.

El encuentro fue accidentado, creo que estoy cogiendo de nuevo un berrinche al recordar el episodio, así que paso a otro asunto.

El caso es que no hace mucho tiempo me acerqué a un local de reparaciones −Reparaciones Gómez o algo así− para ver si podían arreglarme un aparato y mi sorpresa fue enorme cuando el empleado me pregunta si tenía cita previa. ¡¡Yo había cometido el error de ir sin solicitar cita previa!! Menos mal que pese a mi pecado consintió en atenderme.

No hace falta que lo diga, en la junta municipal donde antes iba a resolver un asunto relacionado con el ayuntamiento, ahora no dejan ni entrar si no es con cita previa, que suelen conceder para quince o veinte días después de solicitarla. Ya no es aquello de vuelva usted mañana, ahora es vuelva usted dentro de dos o tres semanas.
 
Al día siguiente de publicarse esta entrada, mi esposa se ha ido a un consultorio médico cercano −a diez minutos en coche, al que vamos desde hace años en estos casos− para que le extraigan sangre para un análisis; iba en ayunas como es habitual. Cuando ha llegado no había nadie esperando y aun así le han dicho que ahora es precisa cita previa. Ha contestado que ya lo sabe para la próxima pero les ha rogado que la dispensaran de ese requisito en esta ocasión. Ha sido inútil; sin más explicación le han dicho que pida cita para otro día y ha tenido que marcharse sin conseguir nada. No volveremos a ese lugar afectado gravemente de citaprevitis.

Me pregunto, ¿hará falta cita previa para la panadería?, ¿y para la mancebía?


16 diciembre 2021

Relato de un fracaso (o dos)

Estos días se cumplen doce años desde que creé este blog y empecé a publicar las entradas para las que nunca me faltaba tema ni me quedaba sin saber qué escribir, porque normalmente están relacionadas con algún asunto de la actualidad o sobre algo leído por mí en la prensa. Mirar alrededor es suficiente para encontrar abundantes temas sobre los que escribir.

No fue una idea que surgiera espontáneamente. En aquel entonces y durante unos años nos reuníamos algunas mañanas un grupo de amigos y amigas cada dos o tres semanas en un local que en realidad era un restaurante y 'bar de copas' y puesto que la cita era a las 11, normalmente éramos los únicos ocupantes y nos permitían ocupar un comedor aparte donde, por supuesto, lo que consumíamos no eran platos de comida sino que hacíamos dos 'pases': el primero a base de café, infusiones y otras hierbas y pasado cierto tiempo un segundo pedido a base de cerveza o vino.

Allí surgió la idea de hacer un blog de la tertulia en el que participáramos todos, pero fue puro voluntarismo pues si a los españoles no nos entusiasma leer, lo de escribir es casi una provocación malévola. En ese blog no escribíamos más que dos de los tertulianos y encima había que sortear infinitos escollos, pues había temas políticos que no podían abordarse para no provocar controversias; y de religión, ni nombrarla, pues había entre nosotros algunos creyentes y en especial un integrista para el que incluso el nombre sugerido para el blog era una afrenta blasfema.

El resultado fue que el blog desapareció más rápidamente de lo que había aparecido y nadie lo echó de menos, aunque yo, puesto que había sido el encargado inicial de averiguar cómo se montaba 'aquello', decidí continuar en solitario creando uno propio y expresando en él lo que me viniera en gana. Es cierto que yo esperaba contar como lectores con casi todos mis amigos y familiares cercanos y una vez más me equivoqué rotundamente, pues los amigos no tenían mayor interés en conocer mis reflexiones sobre distintos asuntos; unos me consideraban demasiado extremista de izquierdas y otros me dijeron que lo que yo escribía era demasiado facha, por no hablar de uno que se las daba de escritor y despreciaba a priori lo que yo pudiera producir. Los familiares simplemente 'pasaban' de lo que yo pudiera publicar. Y así fue que en contra de lo que imaginé no tenía a nadie que me leyera; algo parecido a el coronel no tiene quien le escriba, pero leer parecía requerir menos esfuerzo que escribir. No obstante, poco a poco, fueron apareciendo lectores incluso de otros países o continentes y todo marchaba aceptablemente. Incluso había quienes −¡milagro!− dejaban algún comentario acerca del texto que acababan de leer. También hubo algún asiduo impertinente que se atrevía a cabrearse porque yo osaba corregir algunas palabras después de publicar la entrada; no entendía que el autor de un blog es su propietario y que por eso puede hacer lo que le dé la gana en él. 

Sería deseable que alguien o algunos comentaran acerca de lo que en el texto se dice, posicionándose en contra e incluso a favor −¡faltaría más!−, pero de ninguna manera se puede limitar la libertad del autor y dueño, por más que haya quien piense que se me hace un favor al leerme.

Nada es eterno y dos de los componentes de la tertulia fallecieron con poco intervalo y algunos otros 'fallecieron en afecto", con lo que la tertulia, después de varios años de vida, se extinguió sin decir ni mu.   

Tras algunas peripecias este blog se mantuvo, pero todo tiene un límite. Hoy he mirado su historial y comprobado que en dos años no ha habido ni un solo comentario, lo que demuestra el escaso interés de los lectores actuales; un blog es ahora algo pasado de moda −salvo el de un influencer, y yo no lo soy− y, así las cosas, decido acabar yo con lo que evidentemente solo interesa de verdad a mí mismo. Lo crean o no, doce años de vida es una proeza para como están las cosas, no conviene abusar. 

Una vez lo cerré durante seis meses; espero que esta vez sea para siempre. Muchas gracias y adiós.


29 noviembre 2021

El gesto mágico

Hace ya años, bastantes, que las cosas empezaron a ponerse feas para los hombres. Lo que en principio eran medidas más que justas para acabar con el maltrato doméstico, se transformó gracias a la sección femenina de ese partido que iba a asaltar los cielos, en una auténtica caza del hombre, sin atender a si se trataba de un maltratador habitual, más abundante de lo deseable, o un hombre de comportamiento no reprochable. Tampoco se tuvo en cuenta que son bastantes las mujeres que maltratan a los hombres, aunque lógicamente y teniendo en cuenta que normalmente la fortaleza física masculina es superior, las mujeres maltratadoras se especializan más en el maltrato psicológico que, puedo asegurarlo, no resulta mucho más divertido que el otro y en poblaciones pequeñas todo el mundo conoce casos en que la parte femenina de la pareja tiene en un puño a la parte masculina.  

No sé si alcanzaré la categoría de experto, pero debo estar muy cercano a la titulación porque he tenido la desgracia de vivir de cerca los dos casos y, de entrada, puedo confirmar que el grado de crueldad es similar en ambos sexos, tan solo aflora en cada caso según el poder del que disfruta uno u otro. Ya lo sé: normalmente es el hombre, pero no porque su maldad resulte más natural o espontánea, pese a aquello que sorprendentemente declaró una juez hace tiempo, concretamente Manuela Carmena el 8 de marzo de 2018: "La mayor parte de los actos violentos los cometen los hombres ya que la violencia está incardinada en el ADN de la masculinidad". Ahí queda eso; aunque no acabo de comprender cómo puede considerarse culpable al hombre por algo que está nada menos que incardinado en su esencia. Según esa afirmación, sería como reprochar a un tiburón blanco que muerda a todo lo que se le pone por delante.

Se creó el Ministerio de la Igualdad, cuya tarea fundamental consiste en hacer la mujer igual al hombre (en derechos), pero nada de hacer al hombre igual a la mujer. De ahí que se den paradojas tan increíbles como el trato legal diferente a los dos miembros de una pareja o que incluso el teléfono 016, creado para denunciar casos de maltrato en la pareja, no atienda de ninguna manera la llamada de un hombre. Un hombre que denuncia malos tratos por parte de su mujer en comisaría o ayuntamiento solo recibe carcajadas; luego dicen que no hay denuncias de ese tipo, no puedo entender el motivo. Ignoro cómo se gestionan los casos de parejas en que ambos son hombres o ambos son mujeres, según la ley o el Registro Civil.

Si una mujer denuncia maltrato de su pareja masculina el procedimiento normal es poner en el calabozo al hombre y después investigar. De ahí que se puedan dar casos como las falsas denuncias, que las hay, en las que el hombre vive una situación kafkiana al ser privado de libertad sin saber siquiera el porqué.

Por si quedaban dudas sobre el trato discriminatorio en función del sexo −ahí tenemos a la Constitución, que lo prohíbe en sus arts. 10 y 14− tenemos el caso de una tal Juana Rivas, un rocambolesco asunto más digno del programa televisivo Sálvame que de tribunales de justicia; llegó hasta el Tribunal Supremo. La apoyaron ciegamente la iletrada encargada del área de 'igualdad' de Maracena (Granada) −que llegó a aconsejarle que secuestrara a sus propios hijos−, la líder de Podemos en Andalucía, Teresa Rodríguez; Susana Díaz, entonces presidenta de la Junta de Andalucía; Carmen Calvo, en aquella fecha vicepresidenta del gobierno y, naturalmente, la ministra de Igualdad Irene Montero; aparte de casi todas las féminas con un cargo o fama. Fue condenada a seis años y su pena reducida finalmente a dos años y medio, pero el gobierno dictó un indulto para ella, lo que la libró de la cárcel a la que le tocaba ir; cumplió solo cuatro días. El marido −italiano− no entendía tanto atropello y pidió oficialmente la intervención del Tribunal Europeo de Derechos Humanos y de la Comisión Europea. Por cierto, según reconoce un juez en su sentencia, lo que Juana Rivas buscaba obtener era la 'Renta Activa de Inserción para mujeres maltratadas'. Igualdad lo llaman en España.
 
Otro ejemplo de feminismo delirante: en las marquesinas de las paradas de autobús de Madrid se enumeran las tres ventajas de usar el transporte público. Una de ellas es "Disfruto con el último libro de mi escritora favorita", es decir, dan por hecho que no se leerán a escritores masculinos.

El remate ha sido la activación de un gesto reservado inicialmente a casos extremos, pero que se está permitiendo que se utilice con ligereza o de manera espuria por mujeres que no entienden eso de 'caso extremo'. Y lo peor es que se les hace caso, con lo cual se puede mandar un hombre al calabozo simplemente con un gesto de los dedos hecho en público por una mujer, como se hacía con el pulgar para condenar a los esclavos en los circos romanos. Totalmente indigno.

El maltrato a la mujer no se debe consentir, pero la injusticia y el atropello al hombre no es el medio.

16 octubre 2021

Vulcanología

Creo que todos nos sorprendimos −hasta cierto punto− cuando aquel día empezó la erupción del volcán de La Palma al que todavía no le han adjudicado un nombre, parece que es cuestión de suma importancia eso del bautizo. No fue mucha sorpresa porque ya llevaban días con movimientos sísmicos y eso, en islas volcánicas como son las Canarias, solo puede significar una cosa: erupción a la vista.

Tampoco sorprendía porque ha habido varias erupciones en el último siglo, que yo recuerde en 1949 y en 1971, pero seguro que hubo más. Hay que tener muchas ganas de sorprenderse cuando viven muchos testigos de erupciones anteriores y se da el caso de que muchas de las plataneras cuya destrucción ahora lloran, fueron puestas sobre anteriores superficies de lava. Lo que pasa es que siempre es bueno expresar sorpresa quizás por aquello de las simpatías y también porque es sabido que la memoria es débil, de ahí que tantos sigan votando a cierto partido pese a su tendencia irremediable a la corrupción. En todo caso, se debería solicitar el procesamiento de las autoridades que permitieron construir y habitar zonas claramente expuestas a lo que está ocurriendo ahora.

Es cierto que al principio del fenómeno todos compadecimos a los pobres palmeros que tenían que soportar esa murga y lo que más tarde resultó un desastre que se tragó tantos esfuerzos de tantos años... bien es verdad que deberían haber contado con la fragilidad que acompaña a todo lo que se hace sobre terreno inestable por naturaleza. Incluso cabe preguntarse cómo las autoridades permitían construir sobre terrenos en los que hace tan solo 50 años habían sufrido las consecuencias de lo que ahora se repite.

Sé que no estoy solo en lo que voy a decir: derramamos simpatías y ganas de ayudar al ver los sufrimientos de aquella pobre gente. Y la televisión nos informaba generosamente sobre la densidad de la lava, la altura que alcanzaba la humareda, las roturas del cráter, la composición del aire y de las coladas, los vuelos suspendidos, las evacuaciones... minuto a minuto somos informados con todo detalle hasta hacer de todos casi unos expertos en vulcanología y −al menos en mi caso− tenernos hasta el pelo de tanta información sobre lo que, con algunas variantes, es siempre lo mismo y previsiblemente va a durar muchas semanas y quizás meses. En casa, a los telediarios hemos pasado a llamarlos televolcán porque el asunto llega a ocupar la mitad del tiempo de cada programa y hasta más, lo que teniendo en cuenta que el programa inmediato anterior suele versar sobre lo mismo, es abusar.

Es típico del periodismo: ellos estiman que una noticia es de impacto, que interesa a los espectadores e intentan tenernos al tanto de manera que lleguemos a aborrecer el asunto por pura saturación; por ejemplo, ¿cuántos pinchazos de la vacuna habremos visto en el último año? Eso no quita que sigamos compadeciendo a los palmeros y deseemos una pronta solución que en este caso sería el rápido final de la erupción y la reparación hasta donde sea posible de los daños producidos.

Hablando de volcanes, estoy leyendo estos días las "Cartas de relación" dirigidas por Hernán Cortés a Carlos V, un relato de lo que aquello fue. Es impresionante el valor y la inteligencia de este protagonista de la conquista de Méjico al que cuando se estudia en el colegio se despacha con un "Hernán Cortés conquistó Méjico" y algún dato sobre la Noche Triste, Moctezuma y la batalla de Otumba. Aquello fue tan duro y los sufrimientos tantos que entristece que ahora se hable de 'genocidio' incluso en España, ignorando todo lo que aquello realmente fue y significó. Ya se sabe que los que peor hablan de España siempre han sido los españoles (y ciertos mejicanos).

Está relacionado porque en estas cartas se habla de todo, entre otras cosas de la necesidad de aprovisionamiento que durante mucho tiempo fue vetado por dejadez del rey y las intrigas de otros, en especial de un tal obispo Fonseca de Sevilla. Relata Cortés la dificultad incluso de fabricar la pólvora que necesitaban para los cañones y mosquetes, por lo que tuvieron que ir buscando componentes uno a uno en distintos lugares. Resulta que habían visto que de la cumbre de una montaña salía humo, así que se fueron a investigar subiendo hasta el cráter y descolgando a un hombre atado con cuerdas −Francisco de Montaño− por su interior unas 70 u 80 brazas (117 o 134 metros) para ver qué había allí. Y de allí, de esta manera, sacaron azufre en tal cantidad como para no tener que volver, porque según decían era peligroso. Me dan escalofríos solo de imaginarlo.