04 enero 2012

La ¿dama? de hierro

Es fácil achacar a una conjura o conspiración internacional la exaltación de algún personaje históricamente nefasto, porque cuesta trabajo aceptar que esa acción sea casual y no obedezca a un propósito oculto. Sabemos que Hitler o Stalin no tienen nada que hacer en cuanto a su posibilidad de hacerse popular y casi lo mismo podría decirse del ex presidente Richard Nixon, que fue apeado de su relevante posición precisamente por los mismos que le eligieron. Si EE.UU. decide que un líder pertenece al grupo de los malos está perdido, porque es en ese bando donde permanecerá por los siglos de los siglos.

Sin embargo es para mí una sorpresa esta especie de hagiografía cinematográfica de esa mujer cuyo apelativo de La dama de hierro (título de la película) no aclara el daño que causó a buena parte de la humanidad. En el mejor de los casos, sobre Margaret Thatcher, adoradora confesa de Milton Friedman, y amiga y defensora en su tiempo del mismísimo Pinochet, debería haberse extendido un pudoroso manto de silencio tanto por quienes se han visto afectados negativamente por las consecuencias de su política, como por sus admiradores incondicionales, caso de la manipuladora Esperanza Aguirre o el incalificable José María Aznar.

Por el contrario, en un alarde de oportunismo, se realiza una película en la que al parecer –según lo que he podido leer, pues no ha sido estrenada aún– se lleva a cabo una auténtica beatificación laica de quien debería ser considerada autora de crímenes contra la humanidad, presentándola incluso como una abanderada del feminismo. Un apunte curioso: la directora del film es la misma que la de "Mamma mia".

La lista de fechorías cometidas por la señora Thatcher, durante su etapa de gobierno (1979-1990), buena parte de ella en colaboración con un estúpido peligroso llamado Ronald Reagan (1981-1989), es interminable. Como es lógico, inicialmente el daño lo sufrieron los ciudadanos del Reino Unido, pero de una u otra forma su iniciativa de despojo de los derechos ciudadanos terminó afectándonos a muchos, puesto que abundan quienes están dispuestos a imitar todo lo que suponga lucro personal o de su grupo a costa de los demás. Dijo aquello de que "el Estado es el problema y el mercado la solución" y el resultado de su acción de gobierno aún perdura y sentó las bases de lo que ahora vivimos, el arrasamiento del estado del bienestar en nombre de un mal llamado liberalismo.

No sé por dónde comenzar la cuenta de las acciones de esta señora: la caída o desaparición de los servicios públicos que incluyó desde los –hasta entonces– impecables ferrocarriles británicos, a la supresión de la leche gratuita en las escuelas de primaria; restringió el derecho de huelga y aumentó la facilidad para el despido de los trabajadores, luchó contra el poder de los sindicatos hasta casi hacerlos desaparecer, privatizó numerosas empresas estatales, triplicó las cifras de paro, etc. etc. y como remate la guerra de las Malvinas, en la que aprovechando la debilidad de la dictadura argentina y el apoyo logístico y diplomático de los EE.UU. (y del Chile de Pinochet) llevó a cabo una auténtica masacre entre los jóvenes argentinos alistados en aquel ejército. Solamente el hundimiento del vetusto crucero Belgrano supuso la muerte de más de 300. La estupidez de aquella dictadura puso al alcance de la primera ministra esta operación de prestigio militar y lo cierto es que los británicos, nostálgicos de sus tiempos imperiales, la premiaron con una notable subida en su popularidad, pese a que en aquel momento la situación del país era tan desastrosa que casi la cuarta parte de los niños británicos estaban por debajo del umbral de pobreza.

Me duelen este tipo de películas que, planteado desde Hollywood como un negocio a costa de lo que sea, otorgan prestigio a figuras que decididamente merecerían lo contrario y lamento que la intérprete escogida para el papel de Margaret Thatcher sea una actriz a la que respetaba hasta ahora por su profesionalidad y trayectoria. Por descontado, que no cuenten conmigo como espectador y deseo de corazón que el film sea un fracaso de público, aunque contando con la falta de escrúpulos y conocimiento histórico actuales, todo es posible; hasta que la película sea un éxito en la propia Argentina.

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