19 septiembre 2018

Más misterios dolorosos

Tranquilos, no voy a hablar de nada que se relacione con el asunto del rosario, salvo que resultan ser asuntos que me resultan misteriosos y más bien dolorosos. Vale, lo dejamos en molesto si prefieren.

Misterio nº 1 – ¿No les ha pasado nunca que cuando van conduciendo por una calle no muy ancha o en un estacionamiento subterráneo, de repente deben detenerse porque el tráfico está bloqueado?, ¿qué han pensado cuando descubrieron que el origen del atasco es que alguien –siento decir que más frecuentemente del sexo femenino– con escasa habilidad para aparcar, se empeña en colocarse hacia atrás en un aparcamiento en batería y como no es muy hábil precisa de numerosas maniobras? He visto varias veces cómo la conductora a la mitad de la operación se baja para efectuar un reconocimiento del espacio y quizás, sólo quizás, un mapa mental del terreno de operaciones.

Es un enigma para mí qué atracción ejerce esa manera de colocar el coche, salvo que se tenga la intención de atracar un banco cercano y quiera garantizarse una rápida huída. Me dice alguien que conozco y que es profesor de autoescuela que así debe hacerse por una serie de oscuras razones que no me convencieron. Para mí, cortar el tráfico para hacer esa maniobra, es de zopencos.

Misterio nº 2 – Usted coge sus gafas, las limpia cuidadosamente con agua y jabón, incluso con limpiavajillas de la cocina. Las seca cuidadosamente con un pañuelo de papel y comprueba que quedan tan transparente como si no tuvieran cristal. ¿Alguien sabría explicarme por qué diez minutos después sus cristales están tan sucios como si un niño pequeño hubiera estado jugando con ellas, tras  comer un trozo de tarta? Juro que mis manos no se han acercado en todo ese tiempo a los cristales, incluso en ocasiones ni siquiera me las he puesto, ¿será el muñeco diabólico?, ¿algún espíritu vengativo?

Misterio nº 3 – Hasta hace no tanto tiempo, cuando usted vendía un piso que poseía desde años atrás, el ayuntamiento le cobraba lo que se llama plusvalía y, aunque a regañadientes, usted lo abonaba porque lo cierto era que el piso había casi doblado su valor de mercado desde que lo compró. No le servía de nada, porque el piso nuevo también ha subido su precio una barbaridad, pero técnicamente lo cierto es que su antiguo piso tenía un valor más elevado. Ahora, tras la crisis y pérdida de valor de los pisos, que en bastantes ocasiones supera el 50% –lo he vivido en mis carnes– cabría esperar que el ayuntamiento le abonase una minusvalía, ¿no? Error, porque se atienen al llamado valor catastral, que ha sido aumentado a capricho tremendamente para que de esta manera, si vende un piso usted sigue teniendo que abonar una plusvalía, aunque en realidad haya recibido la mitad que cuando lo compró. En mi caso, que conservé el piso cinco años y cinco días, tuve que declarar y cotizar sobre una ganancia virtual de más del 22% –un 3,7% por cada año o fracción– del valor que tenía cuando llegó a mi poder.  Supongo que esto es lo que deben llamar ingeniería financiera para víctimas.

Misterio nº 4 – La política española ha descubierto un nuevo asunto donde hincar el diente: los títulos universitarios, tesis y másteres. Ya saben, todo viene de cuando a la presuntamente impecable presidenta de la Comunidad de Madrid se le descubrió un máster del que presumía, pero que no había hecho. Todo era producto de las fechorías de cierta universidad que tenía por norma regalar a políticos, del signo que fuera, un máster del que ufanarse e incluir en su currículum.  

Ya lo sabemos todos, esa impecable presidenta fue abochornada y se vio obligada a dimitir de su puesto e introducirse en esa neblina en que vivimos los ciudadanos normales. Por cierto que no era tan impecable; su nombre saltó a la fama antes de ser presidenta cuando conduciendo una motocicleta que no tenía pasada la ITV hizo una maniobra temeraria y quedó con buena parte de sus huesos para el arrastre; los daños en el rostro debieron ser terribles, de ahí su aspecto. A cualquiera esa hazaña le hubiera costado un buen paquete, pero en su caso ni siquiera volvió a hablar de ello.

Descubierto el truco, es fácil. Se repasan los currículos de todos los políticos y a la más mínima, garrotazo. El colmo, el caso del actual presidente del gobierno al que tantos quieren tirar por tierra. Primero se le dice que no tiene hecha la tesis; después que esa tesis no es accesible para fotocopiar o almacenar digitalmente. Cuando finalmente se cuelga en la red, se pregunta ¿la hizo verdaderamente él o le ayudaron? Tremenda duda, ¿no? Sugiero el viejo truco de colocar astillas entre la uña y la carne para que confiese, el muy rufián...

Esto me recuerda aquella costumbre de los curas de antaño de preguntar si se habían cometido actos impuros y si la respuesta era afirmativa, con qué mano. Y así sucesivamente.  

04 septiembre 2018

Especie en extinción

Debería tener mucho cuidado con lo que escribo, pues soy consciente de que al menor descuido este texto puede parecer que ha salido de la mente (?) de un militante de algún grupo de ultraderecha, pero puesto que este blog es prácticamente onanista, permanece más tiempo cerrado que abierto y no padece de aglomeraciones, no encuentro razón para no poner lo que me venga en gana, no tengo por qué fingir, como consciente o inconscientemente hace la mayoría.

Me ha dado por inquietarme por la invasión de Europa que desde todos los frentes va teniendo lugar, sea desde la cercana África a nuestro cercano y medio oriente (Siria, Pakistán, India, etc.) sin olvidar a casi todos los países hispanos de América. Hay un flujo permanente desde esos orígenes hacia Europa y mientras unos se indignan por pura xenofobia o racismo, otros lo apoyan pensando que con eso procuran una vida mejor a algunos parias de la tierra, en tanto que lo que sin duda se consigue es tirar abajo salarios y ayudar a muchos empresarios a conseguir mano de obra barata. Pura satisfacción y beneficio para los que gobiernan actualmente Europa, que son los únicos profundamente interesados y beneficiados por la inmigración.

Tampoco nos hagamos ilusiones, los que vienen no son siempre los desheredados de sus países, hay de todo pero con certeza quienes tienen dinero para pagar a las mafias, se incluyen los desechos de cada lugar, ¿no recuerdan el asunto de los marielitos de Cuba en 1980? En aquella ocasión, más de 125.000 cubanos abandonaron la isla hacia Florida con permiso de su gobierno y después EE.UU. montó en cólera porque eran de lo peorcito que había en Cuba, se les llenó el sur –en especial Florida– de delincuentes. Fidel Castro lo había agravado soltando delincuentes de las cárceles. Me encantó la jugada.

Aquí protestamos y nos estremecíamos por el llamado toro de la Vega. En esos países las víctimas torturadas no son toros, sino personas, y nosotros mismos y en toda Europa protagonizamos situaciones similares durante la guerra civil o la segunda guerra mundial, pero mejor o peor lo hemos superado, hemos evolucionado. Lo cierto es que los países de los que proceden esos inmigrantes –Mali, Sierra Leona, Camerún, El Salvador, los Balcanes, Siria, etc.– viven con frecuencia sumidos en una sociedad de violencia brutal y hayan participado o no de esa violencia, es innegable que quienes vienen han convivido con ella y forma parte de su entorno habitual hasta el punto de insensibilizarlos en todo o en parte respecto de esa barbarie.

No me resulta indiferente el esfuerzo de algunos por proteger la existencia de especies en extinción y por eso me alegran los progresos logrados con el lince ibérico, el bisonte europeo y otros, para evitar que ocurra con ellos lo mismo que con tantas especies que no conocemos sino disecadas en museos. Nadie sin embargo parece preocuparse por la supervivencia del europeo, no ya como raza –que no existe– sino como manera de entender el mundo, de relacionarse, después de tantos siglos de tiranías, guerras y enfrentamientos.

Todo el mundo pediría que se cerraran las fronteras si un virus de otras latitudes como el Ébola pudiera introducirse y causar una grave mortandad, sin embargo nadie parece darse cuenta de que la inmigración masiva, sin tiempo para ser asimilada e integrada, no supone sólo la aparición de esos guetos que tantos problemas causan ya en Francia y Reino Unido, sino la desaparición de la convivencia tal y como la conocemos, ya se ha dicho entre otras cosas que este continente tendrá una población mayoritariamente musulmana a lo largo del siglo actual, cuando apenas ahora comenzamos a controlar al cristianismo y sus brutalidades, sería por tanto penoso que dentro de 50 años en Europa se permitiera la lapidación, por poner un ejemplo, como ya se ha colado esa barbaridad de la ablación del clítoris o las vestimentas femeninas de los musulmanes que tapan en parte o todo el rostro y cuerpo de las mujeres. La casi totalidad de los países musulmanes viven todavía con mentalidad de hace varios siglos. Toda esa gente viene de países muchas veces ricos en materias primas, pero no son capaces de organizar la convivencia y el reparto de la riqueza, la violencia brutal forma parte de su vida y todo eso viaja con ellos y se implanta aquí. Es conocido el episodio de una patera en que tras unas peleas entre ellos, la mitad de los pasajeros arrojó al agua a la otra mitad. Como si no tuviéramos ya bastante violencia e injusticia propia. Ahí tienen a las bandas latinas (lean la prensa de ayer), un perfecto ejemplo de violencia de importación, tan extraña a nosotros como pueda ser el ornitorrinco; por no hablar de las explosiones de violencia de los manteros, que hacen huir a la policía. Preocúpense por saber de entre las muertas por violencia machista, cuántas pertenecían a parejas extranjeras o mixtas.

No es racismo, pero me gustaría que Europa siguiera siendo lo que ha llegado a ser y no que se iniciara una vuelta atrás provocada por quienes no han intentado o conseguido que sus países alcancen un nivel de equilibrio y buen gobierno aceptable y eso lo digo siendo consciente de que la situación de nuestro entorno no es precisamente para estar tranquilos, pero estamos a enorme distancia de –por ejemplo– Guinea Ecuatorial, un país que desde hace bastantes años ha multiplicado su riqueza gracias al petróleo, pero vive sumido en la pobreza (el 65% en la pobreza extrema) mientras su dictador Teodoro Nguema vive en la opulencia y su hijo «Teodorín» derrocha por el mundo los millones, posee yates y colección de coches de lujo. Travesuras de la estadística, Guinea Ecuatorial posee actualmente la renta per cápita más alta de África, pero su reparto es peor que cuando era colonia española. Por supuesto, muchos dirán que la culpa de toda esa injusticia la tienen los países occidentales, pero ¿cómo es que los nativos lo consienten?, ¿cuántas revoluciones como la francesa, la americana o la rusa han tenido lugar en África?

Creo que ningún medio de comunicación conocido permitiría la publicación de este texto y lo apartarían de su vista horrorizados mientras me tachaban de nazi, como poco; bueno, quizás lo publicara La Razón, lo que no ayudaría a que me sintiera respaldado. Ese rechazo es normal y previsible, porque vivimos en una época en la que el buenismo ha surgido con una fuerza tremenda, quizás como reacción a los atropellos de los que somos objeto cada día, pero yo pediría que antes de echarse las manos a la cabeza se dedicase siquiera un par de minutos a reflexionar si lo que digo es realmente un disparate o son escenas que podemos ver en la prensa cada día. Y conste que no me interesa la complicidad de los racistas o xenófobos, ni me quita el sueño la desaprobación de nadie.