Si a un joven de entre 18 y 30 años le preguntan dónde está Cuba y qué le dice la expresión “la joya de la Corona” pondrá cara de desconcierto y alguno responderá con insolencia, porque a él nadie tiene por qué preguntarle esas cosas.
Seguramente son cosas de viejos, porque a mí me descorazona esa lejanía de la juventud actual respecto de la historia de este país y más concretamente de la historia reciente en la que la isla de Cuba era España y sus habitantes tan españoles como alguien de Zamora o Sevilla. Muy diferente de mi generación y yo diría que alguna posterior, que teníamos presente lo poco que sabíamos de Cuba y usábamos ordinariamente la frase “más se perdió en Cuba”, queriendo expresar con ello de manera muy resumida el valor que otorgábamos a esa isla y la terrible catástrofe que supuso el final de la guerra en 1898 y su apropiación por parte de EE.UU. (y Puerto Rico, y Filipinas y tantas islas del Pacífico que nos pertenecían).
España
se portó mal con ella sobre todo en las últimas décadas, pues pensó que
podrían remediarse sus ansias revolucionarias a base de represión
armada y malos tratos. Aunque oficialmente fueron tres las guerras
libradas desde el inicio en 1868 hasta el final en 1898, puede decirse
que con algunos años de pausa hubo hostilidades durante esos treinta años,
aprovechando la ayuda de muchos países, desde los cercanos EE.UU. a los
ya independizados con anterioridad y a que el siglo XIX fue en España un
alarde de mal gobierno y medidas disparatadas, apoyadas allí por los
terratenientes criollos (en su mayoría procedentes de cierta región
española que prefiero no mencionar) partidarios de la esclavitud.
Incluso el general Weyler, en los últimos años del conflicto, tuvo la
nefasta idea de internar a los cubanos en campos de concentración (idea
copiada por los estadounidenses en Vietnam) lo que resultó en ambos
casos nefasto y contraproducente.
España llevó tan mal el conflicto con Cuba que se sabe que los soldados que allí fallecieron tuvieron en un 90% como causa no la guerra en sí misma, sino las enfermedades, hambre, desabastecimiento, mal equipamiento, etc. No había verdadero encono entre españoles y cubanos y de ahí que al terminar la guerra muchos españoles decidieran quedarse para reiniciar su vida en aquel territorio.
EE,UU. es un país creado a base de robos, expolios y compras de territorios a otros países y casualmente ayudaron a los rebeldes cubanos a expulsar a los españoles y ayudaron a los filipinos a lo mismo, para a continuación apropiarse de facto de ambos territorios, llegando a prohibir el uso de la lengua española en Filipinas. Incluso la isla de Guam, que también era española, paso a ser propiedad de los norteamericanos y todavía lo es, aunque la ONU lo considera territorio sin descolonizar.
Precisamente
mi abuela paterna nació en La Habana como hija de militar que era. Yo
no llegué a conocerla y tampoco mi padre disfrutó mucho de ella pues
murió cuando él tenía cinco años, pero esto acrecienta mi vínculo y mi
cariño por aquella tierra. He visitado dos veces la isla y aunque he
intentado no limitarme a la actividad propia de un turista, no hay
muchas oportunidades de moverse de un lado a otro y aun así he conocido
La Habana, Trinidad, Matanzas y, claro está, Varadero y Cayo Levisa.
Además procuré perderme por las calles de la ciudad vieja y meterme en
domicilios particulares para charlar con los de allí. Son gente
inteligente y laboriosa y además les gusta comunicarse.
Durante
muchos años yo he defendido el derecho de los cubanos a encontrar su
propio camino político, pero muchas causas han contribuido al fracaso de
la implantación del socialismo tras la mala experiencia del régimen de
Fulgencio Batista, (del bloqueo de los EE.UU. a la caída de la Unión
Soviética) y la realidad es que en la actualidad los cubanos son pobres
de solemnidad y no disponen de los artículos de consumo que los demás
tenemos y a los que también tienen derecho. El problema es que una
democracia a la europea tiene pocas posibilidades de salir adelante, en
parte por la idiosincrasia de los cubanos, poco acostumbrados a esta
clase de democracia, escocidos por la experiencia de Batista, y sobre
todo por la previsible intervención de los EE.UU., que de siempre ha
visto a Cuba como menos aún que su patio trasero (¿saben cuántas veces
invadió EE.UU. la República Dominicana?). Ya en 1898, tras la
intervención de los EE.UU. y su victoria sobre España, ese país decidió
apropiarse de Guantánamo (con una renta de alquiler fijada por ellos
mismos y contrato perpetuo). Ese Guantánamo donde existe una prisión
militar que Obama prometió eliminar; y ahí sigue.
Como
saben que no pueden esperar nada de nadie, sus ojos miran
inevitablemente al gigante del norte en el que cifran su esperanza de
libertad y desahogo económico, pero la solución no puede ser que todos
emigren hacia allí.
Ojalá
puedan contar con el cariño efectivo de los españoles y de todos los
países justos y eso se convierta en ayuda para salir de esta situación.
Yo les tengo, y no puedo evitarlo, un cariño que no siento por ningún
otro país hispano. Esos que ahora se hacen llamar latinos.