10 diciembre 2023

Cuba, la joya que perdimos

Si a un joven de entre 18 y 30 años le preguntan dónde está Cuba y qué le dice la expresión “la joya de la Corona” pondrá cara de desconcierto y alguno  responderá con insolencia, porque a él nadie tiene por qué preguntarle esas cosas.

Seguramente son cosas de viejos, porque a mí me descorazona esa lejanía de la juventud actual respecto de la historia de este país y más concretamente de la historia reciente en la que la isla de Cuba era España y sus habitantes tan españoles como alguien de Zamora o Sevilla. Muy diferente de mi generación y yo diría que alguna posterior, que teníamos presente lo poco que sabíamos de Cuba y usábamos ordinariamente la frase “más se perdió en Cuba”, queriendo expresar con ello de manera muy resumida el valor que otorgábamos a esa isla y la terrible catástrofe que supuso el final de la guerra en 1898 y su apropiación por parte de EE.UU. (y Puerto Rico, y Filipinas y tantas islas del Pacífico que nos pertenecían).

España se portó mal con ella sobre todo en las últimas décadas, pues pensó que podrían remediarse sus ansias revolucionarias a base de represión armada y malos tratos. Aunque oficialmente fueron tres las guerras libradas desde el inicio en 1868 hasta el final en 1898, puede decirse que con algunos años de pausa hubo hostilidades durante esos treinta años, aprovechando la ayuda de muchos países, desde los cercanos EE.UU. a los ya independizados con anterioridad y a que el siglo XIX fue en España un alarde de mal gobierno y medidas disparatadas, apoyadas allí por los terratenientes criollos (en su mayoría procedentes de cierta región española que prefiero no mencionar) partidarios de la esclavitud. Incluso el general Weyler, en los últimos años del conflicto, tuvo la nefasta idea de internar a los cubanos en campos de concentración (idea copiada por los estadounidenses en Vietnam) lo que resultó en ambos casos nefasto y contraproducente.

España llevó tan mal el conflicto con Cuba que se sabe que los soldados que allí fallecieron tuvieron en un 90% como causa no la guerra en sí misma, sino las enfermedades, hambre, desabastecimiento, mal equipamiento, etc. No había verdadero encono entre españoles y cubanos y de ahí que al terminar la guerra muchos españoles decidieran quedarse para reiniciar su vida en aquel territorio.

EE,UU. es un país creado a base de robos, expolios y compras de territorios a otros países y casualmente ayudaron a los rebeldes cubanos a expulsar a los españoles y ayudaron a los filipinos a lo mismo, para a continuación apropiarse de facto de ambos territorios, llegando a prohibir el uso de la lengua española en Filipinas. Incluso la isla de Guam, que también era española, paso a ser propiedad de los norteamericanos y todavía lo es, aunque la ONU lo considera territorio sin descolonizar.

Precisamente mi abuela paterna nació en La Habana como hija de militar que era. Yo no llegué a conocerla y tampoco mi padre disfrutó mucho de ella pues murió cuando él tenía cinco años, pero esto acrecienta mi vínculo y mi cariño por aquella tierra. He visitado dos veces la isla y aunque he intentado no limitarme a la actividad propia de un turista, no hay muchas oportunidades de moverse de un lado a otro y aun así he conocido La Habana, Trinidad, Matanzas y, claro está, Varadero y Cayo Levisa. Además procuré perderme por las calles de la ciudad vieja y meterme en domicilios particulares para charlar con los de allí. Son gente inteligente y laboriosa y además les gusta comunicarse.

Durante muchos años yo he defendido el derecho de los cubanos a encontrar su propio camino político, pero muchas causas han contribuido al fracaso de la implantación del socialismo tras la mala experiencia del régimen de Fulgencio Batista, (del bloqueo de los EE.UU. a la caída de la Unión Soviética) y la realidad es que en la actualidad los cubanos son pobres de solemnidad y no disponen de los artículos de consumo que los demás tenemos y a los que también tienen derecho. El problema es que una democracia a la europea tiene pocas posibilidades de salir adelante, en parte por la idiosincrasia de los cubanos, poco acostumbrados a esta clase de democracia, escocidos por la experiencia de Batista, y sobre todo por la previsible intervención de los EE.UU., que de siempre ha visto a Cuba como menos aún que su patio trasero (¿saben cuántas veces invadió EE.UU. la República Dominicana?). Ya en 1898, tras la intervención de los EE.UU. y su victoria sobre España, ese país decidió apropiarse de Guantánamo (con una renta de alquiler fijada por ellos mismos y contrato perpetuo). Ese Guantánamo donde existe una prisión militar que Obama prometió eliminar; y ahí sigue.

Como saben que no pueden esperar nada de nadie, sus ojos miran inevitablemente al gigante del norte en el que cifran su esperanza de libertad y desahogo económico, pero la solución no puede ser que todos emigren hacia allí.   

Ojalá puedan contar con el cariño efectivo de los españoles y de todos los países justos y eso se convierta en ayuda para salir de esta situación. Yo les tengo, y no puedo evitarlo, un cariño que no siento por ningún otro país hispano. Esos que ahora se hacen llamar latinos.



03 diciembre 2023

Inglés, cosa sabida

Se me ha ocurrido escribir sobre esto cuando he leído en mi tubo de pasta Colgate SAVE WATER turn off the tap while brushing. No acabo de entender si esa distinguida marca está interesada en que ahorren agua solamente los que hablen inglés. De lo contrario, ¿por qué en esa lengua en un envase destinado a la venta en España y Portugal? Les da lo mismo que usted gaste mil litros, solo quieren quedar bien con sus paisanos.

No es únicamente eso: en la parte delantera del tubo se dice “Complete protection for a healthy mouth”, con lo que aparentan que solo les preocupa suministrar esa información a los que entiendan ese mismo idioma. ¿Saben lo que ocurriría si en EE.UU. un producto español (un milagro) escribiese sus textos en nuestra lengua? Es fácil: que no se vendería en absoluto, no lo comprarían ni los hispanos.

Estamos rodeados de palabras y expresiones en inglés y no es eso lo peor: la gramática inglesa –sí, parece ser que existe− está siendo adoptada por los hablantes de nuestra lengua y son numerosos los ejemplos. Uno podría ser la desaparición del artículo en expresiones partitivas como “la mayoría de (los)”, “el resto de (los)”, “la mitad de (los)”, etc. También otras como “a corto/medio/largo plazo” que si usted quiere ser elegante, ahora debe decir “en el corto/medio/largo plazo”, e incluso he podido oír la palabra ‘término’ en vez de ‘plazo’, con lo que se remata la traducción literal del inglés (in the short/medium/long term).  

¿Y qué me dicen de lo de Black Friday? En España estamos encantados, porque cumple el doble objetivo que persiguen nuestras vidas, gastar dinero y hacer como que hablamos inglés. Como es natural, los comercios fueron los primeros en sumarse a esta moda, porque a ellos les da lo mismo tener que hablar tagalo si con eso venden más. Hay que tener en cuenta que en nuestro país la mayoría de los emprendedores lo que hacen es poner establecimientos de hostelería, bar, chiringuito, restaurante, etc.

La última mamarrachada es el Día de Acción de Gracias, Thanksgiving Day en versión original. Se está implantando en nuestra tierra siguiendo esa tendencia a la aceptación entusiasta de la colonización cultural. En su lugar de origen se celebra el cuarto jueves de noviembre para conmemorar el desembarco de los peregrinos (ellos los llaman así, pilgrims, aunque no sean más que aventureros emigrantes) desde el Mayflower en Plymouth (Massachusetts) en 1620. Con ello se les rinde homenaje a quienes llegaron "para la gloria de Dios, y el avance de la fe cristiana y el honor de nuestro rey y patria'', aunque su primer trabajo fue cargarse a todos los seres de dos patas que poblaban el territorio que iban controlando. Por increíble que parezca, son muchos los países que copian esta celebración y en Brasil, que tanto debe a los estadounidenses (?), existe hasta una ley (Ley 5110) que instaura la celebración incluso el mismo día que el original. Puede ser que agradezcan que aquellos no llegaran hasta allí en la eliminación de nativos, porque otra razón no consigo encontrar.

De verdad, ¿a usted le parece lógico que nos anuncien en televisión un café con las palabras "What else!", que la mayoría de las marcas de automóviles nos lancen sus eslóganes en inglés, que los perfumes franceses se nos anuncien en inglés, que en televisión haya esa profusión de frases y expresiones en inglés? Realmente todos sabemos que si hacen eso es porque ese idioma tiene en España un prestigio inmerecido y ese prestigio se contagia a lo que nos quieren vender. Somos bastante tontos.

Que nadie me malentienda: no he sido exhaustivo y creo que es bueno aprender y hablar inglés, pero su uso debe estar limitado a los lugares del extranjero donde se precisa. En España sería adecuado hablar español, que es el idioma que entendemos todos (incluso los que disimulan).

15 noviembre 2023

Malditas "cookies"

¿Sabemos todos lo que son las cookies? Posiblemente la mayoría sepa de qué se trata y dominen la materia mucho más de lo que yo lo hago. Por si acaso, aclararé que son pequeños archivos que, cuando visitamos una web, introducen en nuestro PC sin apercibirnos de las consecuencias. Algunas veces –las menos− solo tienen información que, por ejemplo, nos evita tener que identificarnos cuando volvemos a entrar en esa página de nuevo. La mayoría de las veces, por no decir casi todas, maneja información nuestra que debería ser privada y utiliza nuestros datos para colocarnos publicidad personalizada o lo vende y facilita a otras web. Nos utiliza como mercancía comerciable, diciéndolo en pocas palabras. 

Todos somos seres influenciables y manejables, hasta el nombre (cookies significa galletas) es engañoso y trata de hacer creer en su supuesta inocencia y banalidad. ¿De verdad no les importa que nos coloquen publicidad personalizada que, casi siempre, condiciona nuestro comportamiento a la hora de comprar algo u optar por una ideología política o religiosa? Para que se hagan una idea, la ley promulgada en 2002 para su control amenaza con sanciones de entre 30.000 y 150.000 euros por mal uso. ¿Se imaginan el daño que pueden causar para castigar tan severamente ese mal uso? El problema es que no está muy claro que ese control sea tan eficaz como debiera. También hay sanciones elevadas para quienes nos llaman por teléfono sin nuestra aprobación previa y muchos somos torturados con llamadas persistentes. A mí, me ha estado llamando el Banco Santander al menos dos veces al día durante dos o tres meses supuestamente para, mediante una grabación, pedirme información sobre alguien a quien además yo no conocía. Me costó mucho cortar esta tortura y no sé cuándo volverá, porque ya es la segunda vez en pocos años.

No hay día en que al navegar en mi PC no me aparezcan esas peticiones para colocar cookies en el aparato. Creo que existe un tiempo durante el cual no pueden volver a hacernos la misma pregunta, pero en la práctica y, como sucede con tantos asuntos, nadie controla que la ley se cumpla cabalmente, de manera que los delincuentes se desenvuelven con total libertad e impunidad, sabiendo que es difícil que algo o alguien les ponga límites, así que nos preguntan una y otra vez hasta que, por hartazgo, cedemos a sus pretensiones.

Si algo ha demostrado la gran mayoría de la población es que no sabe preservar su privacidad y luego va quejándose de que tal o cual mengano o empresa ha abusado de su buena fe y ha comerciado con sus datos personales. Son legión los que no se detienen a pensarlo cuando se les pregunta si aceptan las cookies, todo les da igual aparentemente, así que aceptan lo que sea para no perder un segundo de disfrute de su maravilloso smartphone. Por supuesto que actúan de igual manera cuando en el móvil descargan una app que, a cambio de casi nada se apropia de su privacidad aprovechando esa mezcla de inocencia e imprudencia que caracteriza el comportamiento de, sobre todo, los jóvenes usuarios de móviles.

Todos los días leo los mismos diarios en su versión digital y me resulta molesto que todos los días me pregunten si acepto las cookies. Estaba convencido de que la ley dispondría un plazo para volver a preguntarnos, por eso he llamado a la AEPD para confirmar lo que pensaba. Allí me informan de que desgraciadamente quienes hicieron la ley no contemplaron esa posibilidad, así que tengo el dolor de hacerles saber que pueden hacerlo cada día en que usted entre en su página web. Esto deja abierta la posibilidad de que por agotamiento o despiste un día digamos que sí a todo y ahí los tenemos hasta que caduquen las cookies, lo que puede llevar muchos meses.

Desde hace meses ha surgido una novedad que es lo que faltaba para fastidiar al ya fastidiado ciudadano: hay muchos canales de TV que también preguntan si se admiten las malditas cookies. Por supuesto permiten la aceptación o rechazo, pero no he conseguido descubrir cómo hacer efectiva esa elección una vez marcada. Un consejo: ¡NUNCA ACEPTEN COOKIES EXCEPTO LAS OBLIGATORIAS! Por si acaso.

Más difícil todavía: Una relajación de la Agencia Española de Protección de Datos ha permitido el surgimiento de empresas, anunciadas en los propios medios, que por decirlo claramente nos piden que paguemos para que no nos roben nuestros datos personales (frecuentemente una empresa llamada "contentpass"); eso antes se llamaba extorsión (o chantaje). Así, ocurre que aunque usted se suscriba a un diario, sigue sin tener acceso a todas las secciones si no paga una suscripción adicional de 3,99€ mensuales que dicen que es el equivalente a que nos neguemos a aceptar sus anuncios. Parece ciencia-ficción, pero es que la desvergüenza no tiene límites



28 octubre 2023

Negritud y supervivencia

¿Se acuerdan de cuando no había negros ni para una película y en las cabalgatas de reyes Baltasar tenía que ser uno de aquí pintado con betún? Hace cuarenta y tantos años, recuerdo que estábamos en la campaña electoral para las elecciones de 1977, mi hija que entonces tenía dos o tres años vio por primera vez un negro por la calle y se puso a chillar asustada, tan infrecuentes eran.

Es un asunto que estos días está en las portadas de todos los diarios, gracias a la llegada de miles de inmigrantes procedentes en su mayor parte del Magreb o de Senegal. He tratado varias veces sobre este asunto, lo que me hace correr el riesgo de ser tomado por un fanático racista o algo por el estilo, pero no hay nada de eso, simplemente me preocupa la supervivencia de España y, cómo no, la de Europa.

Resulta que llega una y otra patera o cayuco hasta los topes de africanos, se llenan todos los centros de acogida porque no estaban previstos estos números y menos lo estarán próximamente porque la llegada masiva irá a peor. Äfrica no hace nada por disminuir la natalidad, no son capaces de articular y estructurar sus países y Europa, ateniéndose a los acuerdos de Ginebra ¡¡de 1951!! sigue pensando si debería actuar o dar la bienvenida sin más. No consigo entender cómo no se actualizan esos acuerdos a la vista de la realidad presente y el futuro que nos amenaza.

Mientras, día tras día aumenta la afluencia de inmigrantes porque resulta que, como he leído ayer en la prensa la declaración de uno de ellos, antes venían para mejorar, pero ahora vienen para sobrevivir. ¿Sobrevivir?, parece que en Europa no tenemos ese instinto pese a que son muchas las organizaciones que advierten de que esto no es más que el principio del desastre. La más seria y fiable de todas ellas, el instituto Gallup, calculaba hace ya cuatro años que solo los que quieren asentarse en España eran 31 millones; cifras aun superiores para Francia, Alemania o Reino Unido. África tiene más de mil trescientos millones de habitantes, ¿caben aquí? Conque solo vinieran –de momento− una décima parte de su población producirían tales desajustes y conflictos que acabarían con Europa.

Es cierto. Se me hiela el corazón cuando veo a esos seres desvalidos (con su smartphone, claro está) satisfechos porque han conseguido terminar su travesía, pero resulta que son ellos o nosotros, con un añadido: ellos son mayoritariamente gente normal, pero traen entremezclados terroristas, enfermos, violentos (recuerden Francia o RU), casi siempre analfabetos que ni saben español; en cualquier caso gente con una cultura muy diferente de la nuestra (o ninguna). Bastantes problemas tenemos aquí para hacernos cargo de sus problemas. 

Supongo que es inútil insistir en el problema de las llegadas masivas, y hasta la televisión nos prepara el cuerpo para convivir con numerosas personas de raza negra. Vivo en Madrid y paso semanas sin ver un negro, ¿no han notado que, por el contrario, no hay anuncio en el que no aparezca un negro o una negra? Da igual que sea publicidad de automóviles, artículos de belleza, alimentos, ropa, supermercados, lo que sea, no falta al menos un negro entre los que aparecen, algo que no se corresponde con la proporción de negros sobre el total de la población. Son cosas en las que muchos espectadores no se fijan y en todo caso lo consideran un signo de modernidad. Hay que prepararse para convivir con ellos, deben pensar, aunque lo que debemos saber es que no va a ser tan bonito como en el anuncio, sino que serán gente desesperada que busca comer y para satisfacer esa necesidad están dispuestos a sacrificar lo que sea, incluyéndonos a nosotros. 

He leído hoy en la prensa otra explicación de la sobrepresencia de negros en la publicidad. Resulta que se celebra en Melbourne una semana de la moda y el colectivo de modelos de color la ha boicoteado porque −dicen− resulta que sus tarifas son más bajas que las de los modelos blancos y de paso las marcas los usan para limpiar su imagen no solo en lo referente al racismo, sino que de camino dan imagen de modernidad, los contratan una vez y si te he visto no me acuerdo. ¿Será verdad?

Sé que son muchas las personas que siguen pensando que lo humanitario es acogerlos, pero no tienen respuesta si se les pregunta en dónde meteremos esos 31 millones y qué país vamos a dejar a nuestros hijos. Hay muchos que no saben ni ven la que se nos viene encima. Si dejamos que solo la ultraderecha se oponga a la inmigración descontrolada, serán los que ganen las elecciones.


11 octubre 2023

Ya que estamos...

Con la entrada de España en 1986 en el entonces denominado Mercado Común Europeo, hizo su aparición (en realidad pocos meses antes) el llamado IVA, que venía a sustituir a varios impuestos ya existentes como el ITE (Impuesto Tráfico de Empresas) y el Impuesto de Lujo. Su valor porcentual fue entonces del 12% que en unos años subió hasta el 16%. Era un impuesto muy cómodo para el gobierno porque resultaba muy fácil de recaudar así como conocer anticipadamente la cifra.

La crisis económica que comenzó sobre el año 2008 trajo consigo una disminución en la recaudación de impuestos generales y un aumento del déficit público ante lo cual el gobierno de Rodríguez Zapatero decidió subir el IVA general del 16 al 18% el 1 de Julio de 2010. Fue mal recibido por la población porque se trataba de la subida de un impuesto que castigaba fundamentalmente a los ciudadanos de menor capacidad adquisitiva, hablamos de un impuesto de los llamados indirectos, y como tal afectaba en el consumo de igual manera a pobres y ricos.

El PP no perdió el tiempo y de inmediato inició una campaña nacional contra el gobierno con mítines en todo el país y recogida de firmas en contra de la medida, aprovechando para calificar de sablazo a los españoles esta medida del PSOE. Solemos tener mala memoria, pero la campaña de calle contra esta subida fue muy sonada y destacaron en ella tanto Esperanza Aguirre, presidenta de la comunidad de Madrid, como el candidato del PP, M. Rajoy (en la foto, junto a un alcalde local). 

Ese mismo partido fletó un bus-pancarta y la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría clamaba el 12 de mayo de 2010 desde su perfil del Facebook contra la subida del IVA destacando que podría ser "la puntilla para las clases medias, las empresas, los comerciantes y el sector turístico". La entonces portavoz del PP en el Congreso insistía en que "todos los inconvenientes son para el ciudadano" y que "todas las ventajas son para el Gobierno"; no tengo muy claro qué quería decir con eso.

Pese a tanto griterío, cuando en 2012 Mariano Rajoy fue elegido presidente del gobierno, subió de inmediato el IVA del 18% en que lo había fijado el gobierno del PSOE al 21%, olvidando las protestas que habían encabezado cuando tuvo lugar la subida anterior del 16 al 18% y sus promesas. Por supuesto que el PSOE, entonces en la oposición, realizó tibias protestas, porque parecía poco coherente esa subida tras el escándalo organizado cuando ellos lo subieron al 18%. Pero es que, argumentaban desde el gobierno del PP, es que esta vez estaba justificado.

Lo más curioso es que en junio de 2018, cuando Mariano Rajoy fue depuesto por una moción de censura y pasó a ser presidente del gobierno Pedro Sánchez, no hubo ni una referencia a esas subidas justificadas en su día por la crisis, pese a que el IVA se consideraba un impuesto de “derechas” al tratarse del tipo calificado como ‘indirecto’. Ha habido pequeñas bajadas temporales motivadas por la crisis del Covid que ya desaparecieron o están en trance de hacerlo transcurrido el periodo que se fijó para la rebaja.

Todo el mundo guarda silencio sobre el asunto y casi que más nos conviene no decir ni palabra, pues las miradas de quienes mandan están fijas en el 24% que se aplica en Dinamarca y algún otro país. Nadie se acuerda de que en Suiza el tipo general es del 7’7%.

Hay más de una moraleja a extraer de toda esta historia, pero la principal es que un tributo que se incrementa no volverá al valor que tenía anteriormente.
 

07 agosto 2023

Mi voto no le saldrá gratis

No hace dos semanas de las elecciones generales y ya todos se esfuerzan por desilusionar a quienes les votaron y, en la mayoría de los casos, confirmar los peores temores de otros. De siempre han subastado el apoyo en las votaciones, pero es que actualmente cada partido, por mínimo que sea, parece escribir la carta a los reyes magos tras las elecciones.

El único partido que no ha publicado una larga lista de exigencias es, quien lo iba a decir, Bildu. Los demás confían en que el voto les sirva para enriquecer a todos los habitantes de su zona de influencia. Todos se afilan el colmillo pensando en la manera de exigir lo impensable a cambio de hacer posible la gobernabilidad de España; y si eso empobrece a la comunidad vecina, miel sobre hojuelas. Cada político se debe a sus paisanos, al resto de los españoles que les parta un rayo. No se cansan de repetir eso de Mi voto no le saldrá gratis, con lo que esperan darse lustre ante sus votantes.

Los hay que sin ningún empacho se ofrecen al mejor postor: ahí tienen un único escaño de Coalición Canaria (CC) que dice estar a la espera de lo que puedan ofrecerle Feijóo o Sánchez, no piensan permitir que sus ideales (?) interfieran con la subasta de su apoyo.

El no va más de este mercantilismo esta ¡cómo no! a cargo de los independentistas catalanes, ERC y JxCat que a cambio de unos pocos votos quieren que sean suyos los trenes de cercanías (Rodalies), un referéndum de autonomía, la amnistía para todos sus delincuentes y posiblemente un chupa-chups para la hija de uno de la CUP. Por no hablar de que hay que tratar de honorable (?) a quien mande allí en cada momento. Creen ser expertos en honorabilidad.

No acaban ahí sus peticiones: quieren también –en esto van de la mano con Yolanda Díaz, que se muere de ganas de hablarnos en gallego– que en el Congreso de Diputados puedan soltar su intervención en su lengua local, con lo que conseguiríamos montar allí una bonita y costosa Torre de Babel, ¿cuánto daría la Unión Europea por disponer de una lengua común, para ahorrarse el tiempo y el gasto de traductores e intérpretes? Todavía recuerdo cuando al inicio de la transición se explicaba que las lenguas regionales iban a ser reconocidas y cooficiales en su comunidad, y que todos nos entenderíamos en español, que para eso estaba. Ahora resulta que las regiones con su propia lengua solo ponen los letreros y títulos en su lengua, cambiando incluso el nombre de localidades por el topónimo local, con lo que un forastero puede no encontrar una población porque resulta que ha cambiado de nombre. Se puntúa el requisito del conocimiento de la lengua en grado máximo para cualquier puesto de funcionario o puesto médico-sanitario, valorándolo por encima de cualquier doctorado. Y la culpa real recae fundamentalmente en el gobierno central, que ha permitido o patrocinado que haya nombres como Girona o Gipuzkoa, que ni siquiera pueden ser pronunciados respetando las normas del español.

Mientras, ahí están a la espera quienes hablan bable, leonés, panocho, castúo, etc. etc. sonriendo porque su hora está cercana. ¡Qué bien supo hacerlo Francia, donde todo esto está prohibido!

23 julio 2023

El Ripalda de izquierdas

Después de poner ese título me he dado cuenta de que son muchos los que no tienen ni idea de lo que es eso que llamo Ripalda; así que voy a explicarlo someramente.

En el colegio al que yo asistí y como yo todos mis coetáneos, la asignatura principal no era la física o las matemáticas, como cabría suponer, sino la religión. Hablo de los primeros cursos. Esta disciplina (nunca mejor dicho) se impartía mediante el catecismo Ripalda, que era un librito que contenía las esencias y las oraciones fundamentales de nuestro nacionalcatolicismo. No había que estudiarlo, solo aprenderlo de memoria hasta el punto de que yo en la actualidad, que no soy creyente y estoy jubilado hace bastantes años, sigo siendo capaz de recitar esas oraciones. Por supuesto que preconciliares.  

Lamentablemente el ejemplo no es solo algo que ayuda a enseñar, sino que también “imprime carácter”, quizás por eso en esta época de laicismo y hedonismo hay partidos políticos que siguen siendo partidarios del método de fijar unos pocos principios como obligatorios que deben ser seguidos escrupulosamente para pretender que se es de izquierdas. Me refiero al PSOE, IU, y todas esas secuelas llamadas Sumar, Podemos, Más País, etc.

Ya hablé de ello en otra entrada hace algún tiempo, pero entre que no disfruto del mismo número de lectores que un diario nacional y que la memoria suele ser flaca voy a dar otra vuelta y vuelta al asunto. Me refiero a eso que llamo el Ripalda de izquierdas o, si prefieren, la Torá de la izquierda actual. Son los propios ciudadanos progresistas, además de los dirigentes de los partidos, los que le exigen que cumpla cada mandamiento de esa Torá escasamente judía; son sus propios amigos o contertulios los que pretenden obligarle a seguir punto por punto ese nuevo Ripalda que nosotros mismos nos hemos impuesto. La iniciativa disidente es castigada con el vacío y el apartamiento.

Usted puede ser de izquierdas desde antes de la llegada de la democracia, haber pertenecido a una de las organizaciones ilegales entonces, colaborar con unos de esos partidos, votar invariablemente a alguno de los citados y seguir una conducta intachable, que si falta ligeramente a unos de esos nuevos principios del catecismo actual será tachado de facha, votante de Vox, reaccionario, etc.

Hablo de los tres principios actuales que son pilares del progresismo patrio: homosexualidad, feminismo e inmigración (ilegal). La transexualidad no sé si está incluida en la homosexualidad o en el feminismo, pero estar, está. Atrévase a decir que alguien no le es simpático porque es homosexual o que le parece bien que persigan a las pateras (utópico) y ya puede contar con que le acusarán de practicar el odio (¿qué tiene que ver el odio con la falta de simpatía?). No hablo por hablar, hoy mismo he colocado el siguiente comentario en una noticia de un famoso diario nacional:

Imaginemos a alguien al que en 1989 no le caían bien los homosexuales, pero pensaba que cada uno debía vivir como quisiera y ahí quedaba todo. No había odio aunque tampoco simpatía.
En 2023 piensa igual: ¿es un homófobo o alguien de principios firmes o alguien a quien devora internamente el odio?

La respuesta inmediata ha sido el insulto y el calificativo de votante de Vox. Incluso una fémina me califica de homofobiginóchirulo que ni sé lo que pretende significar.

Como consecuencia y harto ya de políticos que acostumbran a citar a los dos sexos (españoles y españolas, alumnas y alumnos, ciudadanas y ciudadanos, etc.) ignorando que, al proceder del latín, nuestro idioma contiene el femenino en el masculino plural. He decidió que, por primera vez en mi existencia, no voy a votar. Que les zurzan a todos, políticos y mastuerzos en general. Si gana la derecha, qué se le va a hacer, paciencia; se lo merecen quienes pierdan, por integristas y por no entender lo que es ser de izquierdas. 

En fin. No es que Franco obligara a nadie a ser franquista, es que el deseo de ser sometidos creó a Franco, encarnándolo en ese tipo bajito, cruel y culón (Paca la culona, lo llamaba Queipo de Llano) con voz aflautada. Lo necesitábamos para no tener que soportar lo de ser libres.


11 julio 2023

Derogar el sanchismo

Como la mayoría  −si no todos− de los que me leen, soy español y lo he sido siempre, así que no conozco de primera mano la actitud social de otros nacionales si exceptuamos a mi pareja, que no es española de origen y que en ese sentido me desconcierta con frecuencia.

Decía que soy español y que no conozco otra manera de ser, suponiendo que haya una cierta mínima homogeneidad en todos mis compatriotas y pese a ello, no entiendo que según casi todas las encuestas, en las próximas elecciones generales ganará esa coalición de derecha y ultraderecha que representan PP y Vox. Siempre hay desacuerdos más o menos ideológicos con los que ejercen el gobierno, pero no entiendo ese rechazo hacia el actual presidente de gobierno sin más excusa que su uso del reactor Falcon o sus acuerdos puntuales con Bildu, que no coalición o asociación como dicen algunos.

Dicen que quieren derogar el sanchismo, como si fuese posible derogar un comportamiento. ¿Es que a alguien le molesta las subida del SMI (aparte empresarios), la excepción ibérica para contener los precios del gas que repercuten en el de la electricidad, la subida de las pensiones, las leyes de eutanasia y aborto (que no obligan a nadie a nada), etc. etc.? No descarto que algún jubilado eche de menos aquel 0,25% de subida de las pensiones que aplicaba el ilustre Rajoy: hay gente pa’tó.

Cierto que a mí no me produce especial entusiasmo el presidente de gobierno, en especial en su vertiente podemita, creo que la presencia de Podemos ha permitido un gobierno de izquierda, pero al mismo tiempo ha causado un deterioro notable en la imagen del PSOE, debido a sus ideas estrafalarias y al comportamiento desquiciado de muchos de los dirigentes de aquel partido. Tengo que confesar que si tuviera que escoger a los dos políticos que más detesto, pensaría de inmediato en Cuca Gamarra y en Irene Montero. Y Ayuso, claro, pero esa no es político, sino matón.

Afortunadamente, y desde mi punto de vista, ese partido Podemos ya está acabado, como vaticiné en este mismo blog en 2015, aunque no sé si su sustituto, llamado Sumar, va a seguir sus pasos o ha aprendido de sus antecesores lo que no se puede hacer, como eso de proclamarse autor de todo lo positivo y negarse a aceptar como suyos los errores que cometen, al tiempo que exhiben una ignorancia llamativa apenas abren la boca. Por no hablar de la guerra de sexos provocada por su comportamiento que ha apartado a muchos del voto a la izquierda.

Lo que resulta indiscutible es que las mayorías absolutas han desaparecido al menos para bastantes años, ahora hay que resignarse a pactar con quienes no nos entusiasman (como Podemos) o con quienes nos pueden perjudicar (como Vox). Muchos votantes han decidido pasear su voto por las nuevas opciones olvidando que los países más estables son aquellos en los que predomina el bipartidismo y los más desconcertantes aquellos en los que florecieron nuevos partidos.

Es natural que nos sintamos descontentos con los partidos existentes, porque ninguno de ellos ha sido creado a nuestra imagen y semejanza y por lo tanto van a diferenciarse bastante de nuestras preferencias o ideales. Es lo que trato de recordarme a mí mismo cuando la trayectoria del partido al que voté se aleja en exceso de lo que yo deseo.


12 junio 2023

Cruz Roja y yo

El tiempo pasa muy rápido y han transcurrido ya 37 años desde que hubo un incendio en mi casa. Sufrimos graves quemaduras mi esposa, una hija y yo y nos llevaron al Centro de Quemados de la Cruz Roja en Madrid. De eso quiero hablar aunque haga ya muchos años, pero no se ha borrado de mi cabeza lo sufrido entonces y cómo cambió mi vida. No voy a hablar de mi esposa y mi hija porque prefiero no tener que recordar, así que me limito a mi experiencia personal.

Viene a cuento porque inevitablemente comparo lo que yo viví con lo visto hace meses acerca del comportamiento de una voluntaria llamada Luna con un individuo de raza negra que se encontraba en Ceuta gracias a su falta de respeto hacia las leyes de inmigración españolas. Un delincuente aunque haya quienes se empeñen en la absurda coartada: viene buscando un futuro mejor. Siguiendo esa socorrida argumentación supongo que debe disculparse a quien −encontrándose en apuros− atraca un banco en busca de un futuro mejor; para él, claro, igual que el negrito.

Cuando tuvo lugar el accidente en casa yo sufrí quemaduras de 1º, 2º y 3er grado en cerca del 50% de mi cuerpo −yo fui el menos quemado− y quiero comparar el comportamiento de los profesionales de Cruz Roja con el de esta joven, una voluntaria. Si existiera el infierno podría ser algo parecido a aquel −más bien pequeño− centro de quemados de Cruz Roja, en la calle Lisboa de Madrid. Mi habitación era la única individual en la planta, se trataba de un lugar infame. Estábamos en agosto y la habitación no disponía de aire acondicionado y por no tener ni siquiera la cama tenía algo tan normal como un colchón, sino tres cojines que, por supuesto, se separaban dejando un hueco por el que se colaba el cuerpo del paciente; en realidad, así eran todas las camas del centro. La razón de ello decían que era que si manchábamos el colchón con el Betadyne que se nos administraba abundantemente, no habría que cambiar o limpiar más que el cojín dañado. El somier creo que era de muelles, de aquellos felizmente desaparecidos veinte o treinta años antes. Yo dormía en precario equilibrio sobre uno de los barrotes laterales del marco del somier, para no hundirme.

Como supe más tarde por medio del director del centro Dr. Rico, todos los sanitarios que allí trabajaban percibían un veinte por ciento salarial extra como incentivo, contando que eso bastaba para que el personal extremara sus cuidados con pacientes tan sensibles como son los quemados. Qué candidez. La higiene era algo desconocido en lo que se refería a los sanitarios en su cuidado de los pacientes y eso provocó que me aparecieran unas llagas cercanas a las ingles, justo donde el muslo roza con los genitales.

Esas llagas me dolían mucho y por eso pedí que me hicieran una cura, ya que yo no podía porque estaba vendado desde el cuello hasta las puntas de los dedos de las manos y los pies. Las respuesta de la enfermera, de cuyo nombre no me acuerdo aunque sí que era de un pueblo de Madrid llamado Carabaña, fue que "ni hablar" porque no sería la primera vez que un paciente intentaba aprovecharse de la enfermera que le cuidaba. Mis condiciones eran de inmovilidad absoluta: no podía ni moverme ni usar mis manos. Esta mujer era una profesional de Cruz Roja mayor que yo entonces (ella más de 55 años), nada atractiva −resultaba difícil imaginar a alguien abusando de ella−, nada que ver con la voluntaria que en estos días en Ceuta abrazó con tanto interés al saltaalambradas, a mi parecer excediéndose en las efusiones. También es cierto que donde yo estaba no había un cámara de televisión; ni siquiera un televisor. No había otra cosa que hacer que mirar al techo o pensar.

Al cabo de unos días vino al Centro una enfermera de 22 años a hacer una semana de prácticas y como parece que le hablaron de mi caso, vino voluntariamente a curarme. Me limpió y me curó, dejándome aliviado del dolor y nunca volví a verla, pero le quedé eternamente agradecido. Parece que en su caso la profesionalidad y el deber estaban por encima de un imposible abuso.

Los médicos no eran mucho mejores y en los dos meses en que permanecí internado no creo que llegaran a cinco o seis las visitas que recibí en la habitación, aparte de la intervención a que fui sometido para practicarme injertos de piel y que aprovecharon para hacer burla de mí por algo ocurrido mientras yo estaba bajo la anestesia. Únicamente un joven médico que también hacía prácticas en el Centro tuvo un comportamiento humano conmigo y me confesó que la flebitis que padecí en la pierna izquierda fue por dejadez, porque, según sus palabras, "allí se practicaba una medicina más propia de hospitales de campaña de la 1ª Guerra Mundial", y no había empatía alguna con los pacientes. Por cierto que esta flebitis no fue descubierta por el personal sanitario del centro, pese a mis quejas por el dolor, fue una amiga mía, cirujana, la que en la única hora al día que permitían la visita de una persona, se dio cuenta de la dolencia. Es una fastidiosa secuela que padezco desde entonces.

La cantidad de horrores que me tocó vivir necesitarían al menos diez páginas para ser relatadas. Cruz Roja: nunca olvidaré lo que me hicieron sufrir innecesariamente.
 
¿Se extrañaría alguien si en alguna ocasión en que por la calle solicitan mi óbolo para esa institución, me cuesta no ponerme violento?