28 julio 2017

Periféricos díscolos

Es difícil que exista un pueblo con más desapego por su propio país que el nuestro e igual de difícil encontrar uno que esté más apegado a su patria cercana o, si lo prefieren, a su patria chica. Son mayoría los que miran casi con desprecio a la bandera nacional, pero se le saltan las lágrimas si escuchan una melodía típica y propia de su terruño. Si a usted se le ocurre poner una bandera española en cualquier lugar, será tildado de inmediato de casposo, viejuno y, con suerte, hasta de fascista. Sin embargo, si usted lleva una bandera de esas que tienen nombre en el idioma local, será un patriota, un progresista, una persona de bien a respetar por sus paisanos y por todos los tontos de otras latitudes.  

Nada que oponer, pero no está mal recordar que ese sentimiento llevado a su extremo puede causar y ha causado mucho daño a la totalidad de los ciudadanos. Ha sido y es especialmente dañino el proceder de ciertos periféricos ‒con perdón, que yo mismo soy periférico‒ que nos han tenido casi 50 años con el corazón en un puño, porque ciertos chicos traviesos de ese territorio que antes llamábamos Vascongadas y ahora País Vasco decidieron producir sangre y terror, porque amaban tanto sus raíces que no se podían contener.

Hemos vivido con el miedo a perder la vida y viendo como cerca de nosotros la perdían otros con peor suerte, por no hablar de los trastornos que nos producían los controles policiales y hasta el riesgo de muerte como el que yo mismo padecí con mi familia, en una ocasión en que viajando de noche al norte de La Rioja no vi la linterna con que me daban el alto en un control de la guardia civil y no me detuve hasta más adelante en que casi me saltan encima del vehículo unos agentes. La crispación era evidente y nuestro susto descomunal.

Acabamos de quedar casi tranquilos porque la banda ETA ha desaparecido prácticamente, pero ahí estaban en la lista de espera otros patriotas regionales esperando turno para amargarnos la vida. Hablo, naturalmente, de los abertzales catalanes que el PP ha procurado incrementar en número mediante una política hacia Cataluña que a los más templados ha cabreado y a los que han sido educados en la normalización lingüística y la sintonización de la TV3 ha transformado en radicales, que en buen número odian a todo lo que suene a España o, como gustan decir, el estado español. Ahí están los revolucionarios de la CUP y ERC para que no decaiga.

Estamos en el mes de julio de 2017 y cuelga sobre nuestras cabezas la fecha que unos desnortados han fijado para hacer un referéndum con tantas trampas que causaría la envidia de Franco, si siguiera con nosotros. Se dicen demócratas y cumplidores de la ley, pero están dispuestos a aceptar y poner en práctica su independencia aunque la participación sea escasa y con tal de que los síes sean la mitad más uno de los votos... contados por ellos. Y mientras, ese líder del mundo mundial llamado Rajoy continua comportándose como si frente a este problema bastara con actuar como su paisano de los 40 años, esperando que los asuntos se soluciones solos.

No hay que preocuparse. Yoko Ono ‒que ya tiene práctica en disgregar desde que deshizo The Beatles‒ apoya el referéndum y la secesión y también esa dama ilustre llamada Rigoberta Menchú, a la que le tocó un Nobel en la tómbola, como a la tal Malala.

En fin, no es ninguna novedad que el nacionalismo es el refugio de los incapaces, seamos pacientes con esta pobre gente. Por cierto, yo soy periférico.

16 julio 2017

Las mujeres lideran

Acabo de ver y escuchar el video blog de Iñaki Gabilondo en El País, que procuro no perderme nunca y que ¡cómo no! trataba sobre esos esforzados LGTBIQMD que estos días invaden Madrid en número cercano a los tres millones, según la prensa. Como cabía esperar, Iñaki −hombre ponderado donde los haya− está encantado por esa invasión y llega a afirmar que no sólo no cabe esperar que se disculpen por las numerosas molestias que nos producen a los que vivimos en Madrid, sino que debemos ser nosotros los que nos disculpemos por tanto sufrimiento y tanto dolor como les hemos producido.

¿Sufrimiento, dolor? En primer lugar, decir que acepto que algunos de los «incluibles» en esas siglas haya padecido por «lo suyo», pero tengo que aclarar que los que yo he conocido no han sufrido de manera especial. No más desde luego que los bajitos, los viejos, los calvos, los diabéticos, los feos y tantos otros que no se organizan para que el ayuntamiento les subvencione su Orgullo (un millón presupuestado por el ayuntamiento sólo para limpieza) y les permita tomar la ciudad y producir tantas incomodidades al resto de los ciudadanos como los LGT... van a producirnos con certeza a los demás. Pero ya se sabe, ellos tienen derecho a la revancha por lo que no se sabe quiénes les han hecho sufrir (¿Pol Pot, quizás?). Desde aquí puedo asegurar que ni yo, ni mis padres ni mis abuelos hasta donde yo puedo saber, les han infligido daño o humillación alguna, aunque está claro que mejor quejarse, por aquello de que el que no llora no mama. Y va sin segundas.

Como ya he dicho, yo nunca me he burlado de un marica ni le he pegado −digo maricas solo porque antes no teníamos esa variedad de siglas− y no tengo que pedir disculpas de ningún tipo ni las voy a pedir a los mismos que organizan un desfile en donde el mal gusto y la procacidad son las estrellas y si alguien lo duda puede buscar las numerosas fotos colgadas en Internet en las que hasta puede verse a uno de esos pobres humillados, completamente desnudo, fingiendo que sodomiza al pobre oso de bronce que junto con el madroño es o era el símbolo de Madrid. 

De ahí he pasado a leer el ataque dirigido contra Javier Marías, que ha osado decir en su artículo semanal en El País que «no suscribe el mandato de afirmar que Gloria Fuertes era una grandísima poetisa». No sé si tiene razón o no (no hay que olvidar que lo escribe como un artículo de opinión) pero todo el ejército de pirañas-feministas se le ha echado encima con mucha más inquina que si hubiera dicho lo mismo de Miguel Hernández. Pueden imaginar por qué.

Por último, me he recreado tan solo en las primeras líneas de un artículo titulado Las mujeres lideran la revolución tecnológica en España. No he continuado porque es lo de siempre, pero me resulta cansino ese empeño en sacar timbales y trompetas cada vez que hay que cantar las glorias de las mujeres. ¿Alguien ha visto alguna vez un artículo que se titulara Los hombres lideran durante siglos la revolución tecnológica en todo el planeta? Seguro que no y además sería estúpido que alguien se vanagloriara de lo que han hecho simplemente unos seres humanos, una especie a la que según parece no pertenecen las mujeres.

Vienen también en portada del diario un artículo con el título Frases que nunca le dirías a un hetero, otro La invasión de Rusia con los besos gais que viene adornado con una foto de dos "hombres" besándose, otros 35 lemas más inspiradores para el desfile del Orgullo, y por si le ha sabido a poco, puede rematarlo con Por qué 'Wonder Woman' es la primera superheroína que busca la igualdad entre hombres y mujeres. Sin desperdicio, oiga.

Menos mal que me voy de Madrid mañana temprano de vacaciones y ahí dejo a todos los que se regocijan con el espectáculo. Que sean felices en el desfile.