15 julio 2013

Cinismo y cobardía. Caso Snowden

Es duro aceptarlo para quienes desde siempre nos hemos empeñado en que hay malos y buenos con matices, claro y que por lo tanto no había que descartar la posibilidad de que puestos de alta responsabilidad fueran ocupados por personas "decentes"; debo ser el último que ha llegado a la conclusión que me resistía a aceptar de toda la vida, sencillamente porque la realidad suele ser desagradable y apetece mantener ciertas ensoñaciones.

Referente a los gobiernos de los EE.UU. y sus presidentes de todos nosotros también está claro que los hay de dos tipos: los malos y los mucho peores. Para no remontarnos en la historia, diría que el actual, Barack H. Obama, es de los malos y George W. Bush de los otros. Pero no nos hagamos ilusiones, todos son unos villanos porque si no, no habrían superado el filtro que impide llegar a presidente a alguien con mínimo sentido de la honradez, suponiendo que haya alguien honrado en este planeta, que ya es suponer.

Obama se encuentra casi al mismo nivel de incumplimiento de su programa electoral que nuestro propio y extraviado presidente. Sus grandes promesas, la extensión de la seguridad social y el cierre de la ilegítima prisión de Guantánamo por ejemplo están todavía esperando su hora. Claro que no es lo mismo prometer que el mundo real, pero que se hubiera informado antes, aunque seguro que ya sabía con lo que se iba a encontrar cuando inventó aquello de "yes, we can". No era un novato en política.

Me producía acidez de estómago conocer de su política en asuntos diarios, pero ha dado el do de pecho en el caso Snowden, repitiendo en peor el comportamiento observado acerca de WikiLeaks con la persecución implacable de Julian Assange mediante país interpuesto -Suecia- y el encarcelamiento me temo que por vida del pobre soldado Bradley Manning que suministró buena parte de la información que escandalizó a medio planeta. El procedimiento seguido para que el mundo olvide el tema ha sido silenciar los medios de comunicación que colaboraban con WikiLeaks, cerrar sus páginas en Internet, presionar y cegar los canales a través de los que recibían donaciones (PayPal, Visa, etc.) y procurar que toda visión se reduzca a Assange, acusándolo seguramente en falso de aquello que en EE.UU. recibe más repudio: las relaciones sexuales con menores. Pero no nos dejemos engañar, WikiLeaks es más que el prisionero Assange, los colaboradores se cuentan por miles y la información que difunden debería bastar para encarcelar a numerosos políticos de bastantes países.

Con Snowden han conseguido que todo parezca una comedia bufa y se han quitado la minúscula máscara tras la que EE.UU. se escondía. Lo más triste para mí es la sumisión y cobardía de los gobiernos europeos ¡pobre Europa!, a los que sólo ha faltado derribar en vuelo el avión en el que se desplazaba Evo Morales, para matar dos pájaros de un tiro: ese presidente y el presunto pasajero Snowden, todo ello para complacer al imperio, al que parece que desagrada la posibilidad de que este último cuente todo lo que sabe.

El actual gobierno español, apresurándose en ser el más cobarde y sumiso a Obama, ha llegado a dificultar el paso por nuestro espacio aéreo de ese avión, al coste del enfrentamiento con toda América del Sur y al precio que pagaremos por ello. El miserable e ignorante ministro García Margallo alega como si eso fuera excusa que tenía información de que Snowden al que TVE califica de espía (?) iba en el avión, como si eso justificara cualquier fechoría y lo que sólo pone al descubierto, en el mejor de los casos, es que sus informadores no estaban en el aeropuerto de Moscú, sino tumbados en una playa de Marbella. Vaya eficiencia...

Nadie sabe cómo conseguirá salir Snowden del aeropuerto, pues todos los países europeos están vigilantes para prohibir su paso por los cielos, así que mucho me temo que tendrá que quedarse allí de por vida, porque EE.UU. no perdona ni olvida, de ahí tanta identificación con quien representa la sublimación del rencor y la venganza, Israel. Al contrario que los ciudadanos, que pronto iremos retirando de nuestra mente el caso Snowden, traicionando a quien al menos durante un rato se creyó aquello de que "con la verdad por delante se llega a todas partes". Qué burla y qué indecencia...

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