Sí
sería conveniente que puesto que aquí nunca llegaremos a hablar inglés
como lo hacen holandeses, suecos y demás indeseables, tratemos de
enseñar nuestra lengua actual a los extranjeros, una vez que mediante
burradas hemos conseguido que el español sea más simple que el swahili. Tengamos en cuenta que ellos ya se saben "fiesta", "sangría", "guerrillero" y "paella". ¡Se saben lo fundamental!
Para
empezar, hay que explicarles que aunque en las escuelas de idiomas se
insista en lo contrario, el único pronombre personal es prácticamente "tú".
Olviden todo eso de usted, vos, etc.: si se encuentran frente a un
campesino digan tú. Si están con el rey, digan tú. Si con un juez en el
ejercicio de sus funciones, tú. Si ven al papa, tú. No falla y la prueba
está en la periodista que ya se dirigió a Felipe VI tuteándolo. En
Europa nos consideran sin modales, ¡qué sabrán ellos lo que es modernez!
Sabemos
que en inglés se molestan en distinguir entre "hear" y "listen", en
francés "entendre" y "écouter", italiano "udire" y "ascoltare", portugués "ouvir" y "escutar", etc. En
español hemos olvidado el verbo "oír" y resuelto este tremendo lío y se
dice siempre "escuchar". Aunque sorprenda, aquí los truenos, los
disparos o las explosiones se "escuchan". Muy apropiado para mentes
sencillas; es decir, casi todas.
Algunos
ignorantes −muy pocos− siguen creyendo que los superlativos se forman
anteponiendo el adverbio "muy" o añadiendo el sufijo "-ísimo", pero las
mentes simplificadoras han inventado algo que anteponiéndolo a lo que
sea extreme su significado: "super". Por ejemplo, superbueno, superlejos, supercaro, etc. Atractivo, ¿no?
Hay
gente retorcida que en las escuelas han estado enseñando hasta hace
bien poco que las preposiciones son "a, ante, bajo, cabe, con,
contra...", ¡¡qué ganas de complicar la vida!! Solemos usar las
preposiciones para indicar procedencia, destino, situación y cosas de
esas, así que en neoespañol basta con preceder la palabra con la
expresión "a pie de", con lo que se consigue un simpático efecto
de modernidad al tiempo que se evitan complicaciones. No me negarán que,
por ejemplo, "a pie de arcén" o "a pie de pozo" o "a pie de playa"
queda genial, ¿verdad? No es muy académico pero ¿qué más da?
No
todo van a ser buenas noticias y para eso ciertos políticos han
inventado un truco para complicarlo todo. La mala es que si antes usted
podía escuchar, por ejemplo, en una asamblea de padres en el colegio algo
así como "Los profesores han decidido que a partir de ahora los alumnos
y sus padres...", en la actualidad para ser correctos hay que decir
"Las profesoras y los profesores han decidido que a partir de ahora las
alumnas y los alumnos y sus madres y padres...", lo que evidentemente
dificulta mucho el habla, pero la buena es que a un extranjero probablemente no se le
va a exigir ese perfeccionamiento que, en realidad, es una solemne
mamarrachada.
Complementando
lo dicho en el párrafo anterior no está de más advertir que esa norma
solo es aplicable a palabras que en su forma singular terminen en las
vocales "o" o "e", como niño o abogado o monje, que son vocales
asociadas al sexo masculino y por lo tanto, malas. Si por el contrario
la palabra termina en "a", como policía o dentista o malabarista, no
hay que cambiar nada, porque la "a" es una vocal buena. Resumiendo: si
se trata de un policía masculino, diremos "policía" a secas. Si de una
bombero femenina, diremos "bombera" (leído en la prensa hace pocos días).
Por último, pero no menos importante, recuerde que al finalizar una charla y despedirse de su interlocutor debe decir "¡venga!", que viene a ser un final entre cortés y cariñoso que invita al otro a sobrellevar pacientemente las adversidades que puedan alcanzarle.
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