11 julio 2024

Menas (Menores Extranjeros No Acompañados)

Quizás haya que ser muy imprudente para abordar este tema, pero es que yo no pretendo ser precavido ni lo necesito. Sin embargo, estoy harto y empachado de este asunto, de un lado porque es tema favorito de la televisión y de la insistencia de tantos sobre ello, lo que quizás provoque su presencia, a mi parecer excesiva en todos los medios. No hay que olvidar que en España, en los últimos tiempos, la falta de entusiasmo sobre ciertos asuntos se califica rápidamente de delito de odio y eso puede acarrear prisión si uno se descuida, así que intentaré evitar la represión.  

Puede que yo sea mala persona y por eso mantengo una actitud que, es cierto, resulta ser contraria a la de muchos paisanos míos; pensamos diferentes en este tema que no es sino subsidiario del principal, que es la inmigración ilegal. Tengo dos importantes razones: una es la capacidad o aceptación territorial que considero no apropiada para acoger a tanto joven africano y otra es la económica. La primera es evidente, todo el mundo parece amar a los pobrecitos africanos, pero en la práctica las comunidades autónomas intentan, de una u otra manera, quitarse de encima el cupo que les tocaría acoger de ese regalo envenenado que está alcanzando cifras alarmantes. Ya está bien de tanta hipocresía, ¿por qué no se hace un referéndum? Nos jugamos el futuro.

De la segunda hay mucho que decir: soy de esos que siente cierta satisfacción al pagar los impuestos, pero con la condición de que se gaste en España y los españoles hasta donde sea posible. ¿Saben cuánto cuesta mantener a un mena? No confío en la cifra que da la ultraderecha, pero sí sé que es una cifra elevada. Yo no pago impuestos para eso. Hablo de cifras astronómicas porque son muchos miles de menas. No puede ser que los africanos procreen despreocupadamente y nosotros nos hagamos cargo del resultado; no olvidemos que África duplica su población cada 27 años.

Sé que es más educado mirar para otro lado, pero ¿han pensado que estos menas tienen necesidades de relación?, ¿con quien lo harán, teniendo en cuenta que a la mayoría de las españolas no les agrada la gente de sus etnias (antes llamadas razas)? No es racismo, pero a mí no se me ocurriría casarme con una pakistaní o una hawaiana, porque es otra concepción del mundo y anda rondando la incompatibilidad. Y conste que estoy casado con una extranjera. Tampoco me gustaría que vinieran tantos millones de finlandeses o islandeses (ya sé que no  hay tantos), no es cuestión de racismo, insisto.  

Según he leído, cuando estos menas cumplen 18 años, el Estado los pone en la calle para que se busquen la vida, ¿y qué van a hacer para sobrevivir? Está claro que se les induce al delito para poder comer porque la comida no se encuentra en la calle ni en los bancos de los parques. En el mejor de los casos tenemos que pagar su formación y no somos ricos.

No sé si continúa, pero hace años pude ver una web, creo que de Senegal y por lo tanto en francés, donde daba consejos para los que vinieran a Europa, ya que –decía– los europeos somos bastante tontos y es fácil engañarnos. Había que poner ojos de mansos, fingir dolencias leves, no gritar, etc. Nos toman el pelo.

Las pensiones no contributivas salen de nuestros impuestos, pero los beneficiarios suelen ser españoles, lo que no puede ser es que entre el gasto en medios para rescate y cuidado de inmigrantes irregulares (Salvamento Marítimo, Guardia Civil en costas, centros de acogida, etc.), mantenimiento de menas y ayudas al extranjero se va una buena tajada de nuestros impuestos. Según una encuesta realizada por el instituto Gallup, de reconocido prestigio, hay treinta y tantos millones de africanos que quieren venir a España para quedarse. ¿Dónde los vamos a meter?, nadie me ha respondido a esta pregunta y cada uno que acogemos es una llamada para que otros se monten en un cayuco y vengan. Piénsenlo bien: treinta y tantos millones están esperando y esta estadística es irrefutable, hay que evitar que nuestro barrio sea otro Molenbeek como el de Bruselas, donde ni la policía se atreve a entrar.

No hay que caer en la afirmación, como hace la ultraderecha, de que todos los africanos son diablos y tampoco asegurar que son almas de dios, pero recordemos que vienen porque sus países de origen son inhabitables y en eso transformarán España si son muchos, porque el caos y la violencia vienen con ellos, son ellos los que conforman sus países. Cada uno en el suyo o, en todo caso, cumplir los requisitos de inmigración. Y no me salgan con esa paparrucha de que los españoles también emigrábamos, no tiene nada que ver aquello y esto.

La izquierda, con su política de inmigración, le está poniendo la alfombra roja a la ultraderecha.

02 julio 2024

Reaccionarios

Como creo que le ocurre a casi todo el mundo, he tenido y tengo amigos de todas las tendencias políticas y con sentimientos religiosos o carencia de ellos, pero hay uno al que considero un ejemplar pintoresco y su actitud digna de ser mencionada en este blog por lo curiosa −que no demasiado excepcional− manera de pensar.

Es amigo mío desde hace varias décadas y hemos crecido con bastante cercanía, pero nunca hemos llegado a una relación que permita calificarlo de profundamente amigo. De su parte supongo que los obstáculos que lo han impedido son considerarme eso que gente como él llama radical extremista de izquierdas, como más o menos lo son los que piensan y actúan como él, pero en la mano contraria. También sé que le desagrada mi tendencia a acudir a los servicios municipales de "quejas y sugerencias" del ciudadano cuando me considero atropellado como tal y he llegado al espanto de hacer una reclamación en los tribunales de arbitraje contra una operadora telefónica, signo inequívoco de afinidad ideológica con Pol Pot o Kim Jong-un.

De mi parte –aquí puedo hablar de certezas y no suposiciones– me desagrada profundamente su actitud reaccionaria, su incoherencia entre lo que dice profesar y lo que de verdad profesa, su cobardía a la hora de arrimar el hombro en alguna actividad común o que pueda beneficiar a la comunidad, su amor desenfrenado a las convicciones basadas en el forofismo, acompañado de su rechazo al conocimiento que pudiera modificar un ápice alguna de ellas.

De los muchos episodios que en tantos años de amistad he podido presenciar, recuerdo dos que a mi entender manifiestan lo que afirmo con anterioridad. En una ocasión le hablaba acerca del desconocimiento de los Evangelios por parte precisamente de quienes se consideran cristianos y cuando le puse el ejemplo de un desconocido pasaje de esos Evangelios en el que habla de los hermanos de Jesús, levantó los brazos iniciando el gesto taparse los oídos y me dijo de manera terminante que no quería saber nada de eso.

El otro incidente tuvo lugar durante un viaje por el extranjero que realizábamos cuatro matrimonios amigos, uno de ellos el protagonista de mi relato y su esposa. No recuerdo con exactitud que fue lo que me indignó, me parece que se trataba del trato grosero por parte del servicio de un restaurante incluido en el paquete, el caso es que cuando yo pretendía formalizar mi reclamación él me frenó con el cristiano argumento de que "si aquella reclamación no me beneficiaría a mí y sólo a los que vinieran detrás, ¿para qué me molestaba?".  

Epílogo: este amigo falleció bastante rápidamente por la aparición de un tumor cerebral, sin que yo llegara a poner las cosas en claro con él; ahora lo echo de menos. Es curioso que me considerara eso de radical extremista; el otro día fui a comer con una pareja de amigos, ella amiga mía desde hace 50 años, y me considera desde siempre un facha irredento. Ella es podemita-feminista radical y de ahí no se apea. Parece que para ella todo es blanco o negro y no admite que se pueda tener una ideología aceptando al tiempo ideas que aparentemente no forman parte del ideario básico de esa doctrina.