09 agosto 2025

El turismo agobiante

En agosto de 2013 publiqué una entrada en la que me quejaba del número excesivo de turistas que venían a solazarse a nuestro país. Entonces se esperaban 58 millones en el año: hoy la cosa ha empeorado terriblemente y se espera que lleguen a los 100 millones o muy cercano a esa cifra. Entonces, todavía el turismo era ese fenómeno chispeante que no desagradaba a casi nadie. Hoy, es una auténtica peste. 

Sin embargo, los políticos en general siguen encantados con la afluencia, atentos tan solo al PIB, sin darse cuenta de que las cosas han cambiado: ya no son aquellos guiris que daban color a algunas ciudades, ahora son como las termitas que destruyen todo lo que invaden y llegan a ser una verdadera catástrofe. Hace menos de 20 años visité el monumento de la fotografía y simplemente llegué, saqué mi entrada y pasé. Ahora la cola alcanza cientos de metros durante todo el día.

A los turistas les sacan el jugo los empresarios de esa industria, para colmo cada día más extranjera. Esas carretadas de ingleses que llegan a Magaluf y tantos otros lugares a emborracharse y a destrozar lo que pillan por delante, pagan en su país una cantidad que engloba todo el paquete, avión, hotel de estancia e incluso excursiones, si las hubiera, En España solo dejan lo que a veces consumen en bares, fuera del todo incluido que pagaron en origen.

No todos saben siquiera en qué país se encuentran y lo único que les interesa es la bebida alcohólica y la piscina. Y por supuesto la terraza o el balcón desde el que muchas veces se arrojan al agua de esa piscina, encontrando la muerte a veces; selección natural dice mi hijo, pero la verdad es que esa selección no trabaja demasiado.

No sé de casi nadie que se pregunte de dónde sale el dinero para las instalaciones que requiere el suministro extraordinario de agua, la recogida de basuras, las carreteras… pero somos nosotros, los ciudadanos a los que nos ha caído encima esta maldición, los que financiamos las ganancias que se llevan fundamentalmente los del gremio de la hostelería.

Las repercusiones negativas están a la vista: la vivienda ha dejado de ser un problema para transformarse en una angustia que condiciona la vida de todos, porque si hay algo imprescindible para la vida es un techo. El turismo ha hecho que muchas viviendas sean alquiladas solamente para pasar unos días, que es exactamente lo que desea Airbnb y similares y por tanto la oferta de alquileres normales ha disminuido de manera alarmante hasta el punto de condicionar el independizarse de todos los jóvenes y hasta el nacimiento de nuevos seres fruto de las parejas que se deberían formar. Mientras, el gobierno está paralizado y no reacciona a esos efectos terribles que son consecuencia de la pasividad y complicidad de los ayuntamientos.

Los precios de hoteles y apartamentos se han disparado hasta alcanzar niveles fuera del alcance y poder adquisitivo de los propios españoles. Las agencias de viajes anuncian alegremente que es más barato tomar vacaciones en algunos países extranjeros, conocedoras de que los precios locales están fuera de nuestra capacidad, pues han aumentado hasta un 40 o 50% desde la pandemia. No deja de ser una infamia que los habitantes del país turístico por excelencia no puedan hacer turismo en su propio país. Yo mismo, llevo muchos años pasando casi un mes en hoteles del sur, ocupado mayoritariamente por alemanes y ya me planteo dejar de hacerlo porque me supone un gasto excesivo. Las cuestión es que no sé adónde ir y a mi edad no estoy para aventuras.

Esto va a reventar y no soy capaz de decir cómo, aunque imagino que no va a estar libre de violencia, aunque sea la violencia que aplicará sobre la población un futuro gobierno de ultraderecha.

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