10 julio 2019

No nacen niños, ¿y ahora, qué...?

Según hemos podido leer todos, la práctica extinción de los osos del Pirineo y los Picos de Europa ha llevado a las autoridades a repoblar con osos procedentes de Eslovaquia esos espacios en los pasados años. Algo por el estilo llegó a pensarse hace tiempo respecto a repoblar con linces de otras latitudes y variedades las zonas tradicionalmente ocupadas por los linces ibéricos, aunque afortunadamente una política acertada de protección ha hecho que los linces ibéricos se multipliquen hasta el punto de hacer desaparecer el temor a su extinción (y han desaparecido también las ayudas europeas para ese fin).

Me parece perfecto el procedimiento seguido para afrontar el peligro de extinción de especies, al fin y al cabo es mejor un oso, aunque sea esloveno, que ningún oso (como sí les gustaría a los ganaderos de la zona). Sin embargo yo creo que no es lo mismo un oso que un ser humano.

Hoy leo en la prensa que en España han nacido el último año un 40% menos de niños que hace 10 años, un auténtico desastre demográfico, así que la solución que propone la prensa es sustituir a los españoles por refugiados asiáticos y africanos, de los que al parecer hay disponibles nada menos que casi 71 millones. ¿Qué les parece la idea?

En realidad era de esperar: de una parte, a mayor cultura y riqueza menor procreación y si ya una pareja tiene que contemplar aterrorizados lo que cuesta un hijo y todo lo que trae consigo, los potenciales padre y madre deben sumar también que un simple cachete a su niño puede costarles la cárcel. Esta semana venía en la prensa que un padre de 39 años había sido atacado por su hija de 17 por no tenerle la cena lista a la hora que ella quería y le había puesto un ojo morado y dado una cuchillada en la mano, además de destrozar el mobiliario de la vivienda. Probablemente ese padre se contuvo de repeler ese ataque porque temía ser encarcelado si ella le denunciaba; igual que ocurre con las denuncias de la pareja femenina, hay que estar muy loco para golpear a un hijo. Gracias a su pasividad hubo tiempo para que un vecino llamara a la policía que intervino y se llevaron a la menor para «una evaluación psiquiátrica», pobrecita. Con este panorama, ¿cómo va a querer nadie tener hijos?

No voy a andarme con rodeos: a mí esa propuesta de importar refugiados me parece un disparate merecedor de cárcel, porque simplemente plantearla deja claro que el proponente es un pervertido, un demente; diría que un nazi, puesto que trata a las personas como animales u objetos y pretende repoblar este país con gente absolutamente dispar: en cultura, raza, religión, historia, costumbres, etc. como aquello de los osos y los linces. La mayoría de los que vinieran serían musulmanes, gente sin formación, desarraigados... ¿qué pasaría con los infelices españoles que todavía pueblan este territorio?, ¿se encontrarían a gusto con ese vecindario?, ¿serían felices presenciando cómo unas personas completamente diferentes van infiltrándose a su alrededor y viendo cómo sus hijos están en minoría en los colegios y en todos los lugares, porque la mayoría son musulmanes de aluvión? Con tenue pero creciente intensidad es algo que ya estamos viviendo. 

Tampoco esa invasión nos resulta novedosa, aunque de momento son mayoría los  iberoamericanos y europeos del este, pero cada vez hay más magrebíes y subsaharianos. En 2018 nacieron 369.302 niños, la cifra más baja en los últimos 20 años. De ellos, más de uno de cada cinco tenían una madre extranjera (76.184). En el mismo periodo murieron 426.053 personas, luego el crecimiento vegetativo es negativo. Estamos apañados, porque los que mandan ya han decidido repoblarnos.

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