25 septiembre 2020

Pereza mental y comicidad

Desde que puedo recordar me ha interesado el idioma y como es natural su gramática, pero fue en los años 90 cuando le presté más atención y cuando la curiosidad hizo que me fijara más en las reglas y en los errores. Absurdamente soy yo, un profano, quien se afana en defensa ocasional de la lengua española y el señalamiento del abandono general y progresivo del interés por hablar y escribir correctamente. Temo que hay ya quien me rehúye por pesado, pero esto es lo que hay, tengo que admitir que no me interesan Messi, ni Cristiano Ronaldo, ni La Casa de Papel y como lo del virus ya está muy visto, ¿de qué voy a hablar?

Creo que ya he tratado de este asunto en otra entrada, así que alguien podría tacharme de pesado. Nunca lo seré tanto como quienes se empeñan una y otra vez en el mismo error: parecen no conocer otros adjetivos que importante y complicado. Así califican lo mismo a una pandemia, que a un chaparrón, que a un conflicto político o una película... lo que sea. Desaparecieron por lo tanto grave, extenso, tremendo, intenso, apabullante, copiosa, conflictivo y tantos otros adjetivos que nuestro idioma tiene por cientos o, quizás, miles. La pobreza de léxico manifiesta la pobreza mental y el desapego respecto del propio idioma, el español, y despierta más interés la noticia de una trifulca entre Iker Casillas y Sara Carbonero que el abandonado uso del verbo "oír". Tantos siglos de construcción para llegar a esto: la gente quiere más a su smartphone que a la lengua en que se expresa.

También  puede que me haya quejado anteriormente de algo que ya doy por perdido, como perdidas están casi todas las batallas libradas en defensa de nuestra lengua. Lo más llamativo es que nadie parece recordar cómo hablábamos no hace tantos años, quizás veinte o treinta, y resulta que hoy día, cuando la comunicación es lo que más ha evolucionado, el idioma no evoluciona como algunos afirman, simplemente se deforma y empobrece. Me refiero ahora a la eliminación del artículo −a la manera del inglés, claro− en lo que los expertos llaman «expresiones partitivas» y para mayor claridad bastarán unos ejemplos: "el resto de (los) españoles", "la mayoría de (la) gente", "el 16% de (los) participantes", "la mitad de (los) clientes", esos artículos obligados desaparecen en la práctica diaria, orgullosamente encabezados en el error por los presentadores de televisión.

Existían desde siempre las expresiones "a pie de obra" y "al pie del cañón" que son parecidas aunque no tienen nada que ver una con otra. La escasez de vocabulario y las prisas en el habla de los mismos que pierden horas con el whatsapp o twitter hace que en la actualidad todo se encuentre "a pie" de algo. He oído decir en la televisión "a pie de arcén", "a pie de playa", "a pie de pozo", "a pie de estadio" o lo que se les venga a la cabeza, para ahorrar el esfuerzo de pensar en la preposición o locución adecuada. Por lo pronto, yo diría que para estar "a pie" de algo habría que estar a un nivel físico igual o inferior, ¿cómo vamos a estar "a pie de pozo? Por supuesto, son expresiones no admitidas por la RAE, pero eso, ¿a quién le importa?

La gente no tiene ganas de perder su valioso tiempo en decir cosas como "se ha extendido rápidamente", "todo el mundo habla de ello", "es un tema que está en la calle", etc., ahora se ahorra muchísimo tiempo diciendo que tal cosa arrasa, se ha viralizado o −lo más− que es trending topic. Una sección de El País llamada Huffington Post (últimamente HuffPost) ha sido un ejemplo en la difusión de estos términos. Precisamente esa chabacana sección calificada por muchos de click bait, que trata de conseguir que la leamos con falsos señuelos, porque en eso les va su existencia.

Estoy seguro de que son pocos los periodistas que han hecho y aprobado la ESO, pero son entusiastas en eso de inventar −o destrozar− el idioma. Hoy mismo he leído en El Mundo la palabra "reportajeado" y no hay manera de que los periodistas se enteren de que las hembras de los animales se quedan preñadas y paren, nada de quedarse encintas o embarazadas y dar a luz, algo reservado inicialmente a las mujeres. Los tertulianos son otra de las especies propensas al disparate; a una tertuliana de la Sexta llamada Grazziela Almendral, que parece haber aprendido el español por correspondencia,  le he oído decir "espionar" (por espiar), otra ha soltado "tracear" (de trace, rastro), pero los disparates de esos supuestos expertos son tantos que no dispongo de espacio. ¿Alguien se acuerda de aquel antiguo programa llamado "La Clave"? Nada que ver con los actuales; aquellos tertulianos eran expertos en las materias, estos "cuñaos".

Podría escribirse un libro a base de los disparates gramaticales que sueltan los políticos. He oído decir a Calviño con frecuencia "en el largo/medio/corto plazo", cuando en español ha sido siempre "a largo/medio/corto plazo", pero resulta que aquello es pura traducción del inglés (in the long/medium/short term) que ella debe conocer y considerarlo más molón. Díaz-Ayuso dice "campar por sus anchas" (por "campar a sus anchas"), Maroto "en ciencia cierta" (por "a ciencia cierta"), Pedro Sánchez "cuarentenar", Mª Jesús Montero −la bien hablá− "a todas las luces" (por "a todas luces"), etc. etc. Parece que se hubieran criado en Estonia sin contacto regular con el español.

Para terminar, ¿alguien ha echado de menos el adjetivo "honrado" en los últimos años? Yo puedo decir la razón: ha desaparecido engullido por el otro adjetivo, "honesto"; ¿la razón?, pues resulta que en español la palabra honesto se refería inicialmente a asuntos de la entrepierna, después quedó como sinónimo de honrado y como da la casualidad de que en inglés solo existe honest, honesto es la palabra que ha triunfado y que ha conseguido la exclusiva en el español actual. Ya nadie es honrado, si acaso honesto, antes existía la frase "soy pobre, pero honrado" y ahora habría que decir "soy pobre, pero honesto", ¡qué horror!

Decía Felipe VI en su proclamación que observaría una conducta "honesta"; no dijo "honrada". ¿Usaría esa palabra por seguir la moda o por excluir −pensando en su padre− esos devaneos tan típicos de los Borbón en general y de su padre en particular?

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