03 diciembre 2012

Deslocalización



Écheme una mano: haga memoria y trate de recordar (si es que tiene la edad precisa), si hace unos 15 años alguien le habla de deslocalización, ¿qué significado le habría dado a la palabreja?, ¿quizás pensaría que se refería a alguien que no sabía ni dónde se encontraba?, ¿alguien que estuviera en un exilio más o menos forzado? Casi seguro que ahora sí sabe a lo que se refiere, pues hasta la Real Academia le ha dado entrada oficial en nuestro vocabulario.

Buscando en el diccionario, encontrará que el significado real es “traslado de  una producción industrial de una región a otra o de un país a otro, normalmente buscando menores costes empresariales”, ¿lo ha entendido bien? Por si acaso se lo voy a aclarar: deslocalización es el eufemismo utilizado para definir lo que los sinvergüenzas propietarios de industrias han llevado a cabo para incrementar sus ganancias y deshacerse de sus trabajadores –esos golfos que están deseando quedar en el paro y cobrar el subsidio de desempleo– dejando que todo el trabajo de producción se lo den hecho a precio de saldo.

Entre en cualquier establecimiento, da igual cual sea, pero mejor en nuestros grandes almacenes por excelencia, por aquello de que allí hay de todo. Pruebe por ejemplo en electrodomésticos y pida un tostador. Yo lo he hecho y he visto no menos de una docena de marcas españolas, alemanas, francesas o del patito loco, da lo mismo. Pero todos esos aparatos están fabricados en China, porque los propietarios de esas marcas han deslocalizado la producción para ahorrar costes. ¿Y cuánto bajaron los precios desde esa deslocalización? No sea tonto, hombre, la deslocalización es para que los empresarios ganen más, no para que usted pague menos.

Mire en esos grandes almacenes y trate de comprar una camisa, unos calcetines, unos pantalones. Antes de que se lo envuelvan mire las etiquetas para saber dónde están fabricadas estas prendas: Marruecos, Madagascar, Pakistán, India, Bangladesh, etc. Nada está hecho aquí, pero ¿notó usted cuando todo esto comenzó, una bajada brutal en el precio de las camisas, los calcetines, los pantalones? Me temo que no y más bien lo contrario, porque como ya dije, la deslocalización es para que las empresas obtengan mayores beneficios, no para que usted ahorre dinero.

Y observe, ¿es la calidad igual que antes? Pues siento comunicarle que no, que en la mayoría de los casos los tejidos son malos y la confección infame, como corresponde a países en donde la mano de obra trabaja en condiciones de semiesclavitud y quienes los explotan directamente en aquellos países les pagan sueldos de miseria en jornadas extenuantes, empleando además materias primas de escasa calidad, algo necesario para mantener los precios tirados.

Hoy salí con el firme propósito de comprarme un pantalón fabricado en España –incluidas regiones díscolas– y finalmente lo he conseguido tras mucho trabajo: mis pantalones están fabricados en Quintanar de la Orden, provincia de Toledo. Una auténtica proeza que ni Indiana Jones llevaría a cabo sin esfuerzo.

No es todo esto el único mal, sino que según he podido oír en el telediario hay empresas que en su día se deslocalizaron y que ahora están volviendo a España su producción. ¿Acaso los propietarios han tenido remordimientos de conciencia? Ni lo sueñe, lo que sucede es que con motivo de la crisis los salarios están bajando y no me extrañaría que dentro de no mucho tiempo a los españoles se nos ponga cara de chinos, pues salarios y jornadas serán similares a los de aquel gran país donde los derechos laborales casi no existen y donde sobrevivir con un salario es un milagro. El milagro chino.

No ya por patriotismo, sino por aportar su granito de arena en la lucha contra el paro, pida que lo que compre esté fabricado en España o, al menos, deje constancia de que le hubiera gustado que así fuera. Si este comportamiento se extendiera algo podría cambiarse esa tendencia actual, en la que los puestos de trabajo desaparecen de aquí para aflorar misteriosamente en países lejanos.

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