11 agosto 2013

Español para españoles (24)

Sigo insistiendo entrada tras entrada con éstas dedicadas a comentar los vicios de lenguaje de nuestros paisanos y naturalmente no sirve de nada, pues son pocos los que me leen y menos aún los que prestan atención a lo que digo en esta serie dedicada a la lengua española, algo que no me puede extrañar, pues como ya decía hace tiempo aquí mismo, lo que con muchísima mayor maestría escribía el académico Lázaro Carreter valió para vender millares y millares de libros, pero no mudó mínimamente el habla de la calle ni despertó el interés por aprender la lengua que se habla.

Me esfuerzo por explicar a amigos y familiares que no soy un talibán del idioma ni pretendo haber conseguido el conocimiento total o dominio de sus reglas, pero me parece que no supone un esfuerzo disparatado dedicar unos minutos de vez en cuando a aprender lo que todavía no sé y a tratar de animar a otros a hacer lo propio.

Hoy quiero referirme a la manera equivocada de decir algunas palabras de uso frecuente que por alguna razón muchos se empeñan en confundir. Por ejemplo, no consigo entender por qué una mayoría insiste en decir arramplar cuando quieren expresar arramblar, mucho más lógico además en la versión correcta, porque no hace falta pararse mucho tiempo a pensar para deducir que ese verbo deriva del sustantivo rambla. Como el error está muy extendido, no está de más recordar que el María Moliner da como segunda acepción –que es a la que todos pretenden referirse– «Llevarse de un sitio todo lo que hay de cierta cosa o llevarse algo con abuso o codicia: ‘Arrambló con todo el pan que teníamos. Arrambló con mis mejores libros’». Así que olvide eso de "arramplar" que, de verdad, no existe, aunque he leído que la Real Academia en uno más de sus pintorescos disparates de los últimos tiempos, planea incluirlo en la próxima edición del diccionario, permitiendo que nuestra lengua se construya a base de los errores de los más iletrados. Me temo que a este paso dentro de no mucho legitimarán escribir "haber" en vez de "a ver" como tan frecuentemente se puede ver escrito en la red.

Comprensible es que se diga con frecuencia destornillarse (de risa), porque muchos piensan que al reír se aflojan unos imaginarios tornillos, sin pensar que la palabra correcta –desternillarse– hace alusión a las ternillas o cartílagos que figuradamente se ven afectados cuando nos reímos con intensidad.

Hay palabras que por su ortografía parecida parecen predisponer a un uso erróneo, y así muchos dicen infectado cuando lo que corresponde es infestado, y sucede que en muchas ocasiones hasta en la prensa se dicen disparates del tipo "estamos infectados de corruptos", lo que en realidad parece afirmar que alguna bacteria tiene parte en todos esos chanchullos con los que muchos políticos tienen a bien obsequiarnos. No es complicado recordar cuándo decir uno u otro: con infectado los bichitos que nos invaden son pequeños, con infestado todo lo contrario (tamaño Bárcenas).

El otro día vi en un comentario de la prensa digital, repleto de faltas, que alguien sugería "enjuagar las pérdidas". Casi no me lo podía creer, pues ahí sí que creo que casi todo el mundo sabe que, en todo caso, las pérdidas se enjugan si se puede y pasarlas por agua no alivia el problema.

Por último, otras dos palabras a las que muchos gustan de confundir en el uso, por supuesto que también periodistas que no parecen haber pasado ni por el parvulario: infligir e infringir no tienen nada que ver aunque muchos se empeñen en darles un uso casi de sinónimos, cuando sus respectivos significados son fáciles de recordar: se inflige un castigo y se infringe una ley. Así de fácil.
   
Seguro que muchos de los que leen esto –puesto que leen– no cometen ninguno de los errores que he criticado, pero reconózcanlo, todos conocemos a muchos que sueltan eso de "arramplar".

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