01 agosto 2013

Un país en venta

Según parece, son nada menos que 58 millones la cifra de turistas extranjeros que nos visitarán este año. Aparentemente esa es una buena noticia para todos, pero si analizamos ligeramente lo que ese aluvión de visitantes trae consigo, veremos que no es ni mucho menos oro todo lo que reluce, aunque plantear siquiera esta cuestión despierte instintos asesinos en los hosteleros. Tristemente España ha desistido de estar entre los países punteros en investigación e industria y poco a poco vamos quedando reducidos a un lugar al que decenas de millones vienen a tomar el sol y a emborracharse; un país de camareros.

Damos por conveniente todo lo que suponga ingresos para el país, un bien deseable por su repercusión en cascada a distintos niveles, aportación al PIB, puestos de trabajo, consumo de productos nacionales, etc., pero ¿cuáles son los aspectos negativos de esta invasión? Casi todo el mundo lo sabe, aunque no suele detenerse a pensar en ello.

Lo que menos se contempla es la pérdida de soberanía y protección del patrimonio de todos, quienes residen en Mallorca o en Canarias ya saben que quienes mandan allí son sobre todo los alemanes y en más de una ocasión la prensa alemana ha alardeado de que Mallorca es territorio nacional alemán y eso es algo más que una exageración o una broma. Al fin nada que sorprenda, puesto que buena parte del litoral mediterráneo español es propiedad de extranjeros.

Sabemos que muchos promotores inmobiliarios no sienten escrúpulos en construir en la misma orilla del mar, pero los civilizados alemanes o ingleses no hacen ascos a esas prácticas, ¿imaginan que ellos se van a inquietar por el deterioro de nuestras costas o nuestras ciudades? En buena lógica ni se les pasa por la cabeza y en todo caso dirán que si nosotros no nos preocupamos, por qué van a hacerlo ellos. Y por si hay dudas, ahí está este gobierno dispuesto a permitir construir hasta la arena del mar con su nueva ley de costas.

¿No les espanta ese turismo masificado de jóvenes que vienen con el exclusivo propósito de permanecer borrachos todo el tiempo de su estancia?, ¿no han visto los reportajes ‒que abundan en televisión‒ sobre el comportamiento de esta gentuza en lugares como Lloret, Salou, Benidorm y otras muchas localidades? Vienen con todo pagado en sus países de origen, en líneas aéreas charter de sus países y por tanto no dejan beneficio alguno... salvo a los hoteleros que los alojan, hoteles que suelen ser de propiedad extranjera y sólo algunas migajas quedan en los bares de alrededor de los hoteles. No hay que ser muy estrictos para considerar todo eso pura rufianería, hacen aquí lo que no se les permitiría hacer en sus países de origen, ultraje y escarnio de nuestros lugares, turismo de borrachera y vómito, propiciado por unos cuantos elementos sin escrúpulos atendiendo a su exclusivo beneficio. 

Por si había poco, ahora aparece toda esa terrible historia de Eurovegas, la promesa de un depravado delincuente americano hecha a un gobierno no menos depravado. Si llegara a tener éxito, malo, porque Madrid se habrá convertido en la capital europea del juego, con todo el mundo de delincuencia y crimen que arrastra detrás. Si falla, malo también, porque se habrá perdido el tiempo, el dinero y por descontado la dignidad. Ahí está el chulesco e iletrado presidente de la comunidad madrileña ofreciendo dejar fumar en esa pesadilla y lo que sea menester, cargándose las leyes que se precisen, ya se sabe que cuando los de ese partido ventean unos euros no hay quien los pare y ya hay amiguetes suyos enriqueciéndose con la compra-venta de los terrenos en los que supuestamente se va a levantar el complejo.

En fin, hemos vendido España de una manera que es impensable que los países europeos permitieran respecto de su propio territorio y, mientras, los pobres españoles asistimos encantados al aumento del número de turistas año tras año como si de verdad eso nos reportara algún beneficio. Somos cada día más la escoria de Europa, lo que con Batista fue Cuba para los EE.UU.

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