Ahora que se cumple el cuarto
aniversario del nacimiento de este blog, se me ha ocurrido repasar sus
entradas más antiguas y compruebo que aunque procuro escoger asuntos
diferentes, hay ideas que repito una y otra vez corriendo el peligro de
que con bastante fundamento se me acuse de repetitivo.
Para
que no haya dudas, incluso se me ha ocurrido –y seguramente lo haré– la
posibilidad de volver a incluir alguna de esas entradas ya añejas, por
aquello de que lo que contaban o defendían me parecía oportuno entonces y
actualmente sigue siéndolo igualmente, puesto que nada o casi nada ha
cambiado en lo referente a los temas que tocan.
Temas
sobre los que escribir hay millares –que a mí se me ocurran– y no
digamos los que a gente mucho más imaginativa que yo puede interesar,
pero no voy a negar que desanima bastante ser consciente de que quienes
leen lo que uno escribe son apenas unos pocos y que por lo tanto el
tiempo que gasto en teclear lo que se me ocurre no recibe una
rentabilidad apropiada. Ante esa realidad sólo me caben dos opciones:
una, resignarme a continuar como hasta ahora, maravillándome de que los
lectores hayan localizado milagrosamente el blog; otra, la más sensata,
cerrar de una vez estas páginas como ya he tenido la tentación de hacer
tantas veces y en realidad he llevado a cabo alguna vez por periodos de
tiempo de entre una semana y un mes.
No
sé exactamente qué pensaba yo al iniciar este blog hace cuatro años,
sobre quiénes iban a ser mis lectores. La creación del blog vino como
una carambola no premeditada –lo explico precisamente en la primera
entrada de este blog– y supongo que estaba confiado en que amigos
cercanos serían lectores más o menos fieles, más o menos discordantes
con lo que yo expongo, pero esperaba esa fidelización aunque no fuese
más que por la atención y el apoyo que yo venía prestando a la obra de
ellos, en especial a uno aficionado a escribir novelas que se
autoeditaba, y al que ayudé más de lo que merecía.
Me equivoqué. Ellos son los que menos atención me prestan, unos porque les parece que soy un ateo radical de izquierdas que ataca sus más profundas convicciones, otros porque me consideran un facha inhumano y homófobo
que ataca sus más profundas convicciones (esto me suena), y finalmente
aquellos a los que ni les interesa lo que digo ni lo que pueda decir
nadie que ellos conozcan, están exclusivamente a lo suyo, sea
coleccionar sellos o leer el Hola. Caramba, si he llegado a tener discusión con un familiar por haberme atrevido a criticar al Banco de Santander y a su matonesco presidente...
Llegados
a este punto cabe preguntarse: entonces, ¿cómo consiguen los blogs sus
lectores? Por lo que he podido comprobar, hay una serie de recursos
comunes a todos los blogs de éxito. El primero –y eso es lógico– es
contar con un amplio círculo de amigos afines con los que desde el
primer momento se puede contar y que mediante el boca a boca consiguen
multiplicar el número de lectores iniciales; no es mi caso. El segundo, regalando
algo, música principalmente, elibros u otro tipo de descargas; con esto
no se consigue auténtica fidelización puesto que, como los ratones que
toman el queso de las ratoneras y huyen, el que llega al blog descarga lo que le
interesa sin molestarse en leer dos líneas de texto. Tercera forma y
creo que última, pidiendo a amigos que me incluyan en su página de
Facebook o enviando comentarios a los foros de los periódicos y dejando
allí un enlace al propio blog, algo que da un éxito inmediato y puede ser
que no muy duradero, pues quienes son tan superficiales como para vivir en Facebook no parecen ser los lectores adecuados para ningún blog que se precie.
Nada
de esto consigue que un blog sea muy concurrido, aunque lo que se
escriba –estoy pensando en otros blogs– sea casi siempre aceptablemente ingenioso y agradable de
leer. En lo que a mí se refiere, tengo dos o tres blogs que me gustan,
en los que entro casi a diario y en los que muchas veces dejo
comentarios, pues de una parte me gusta opinar y escribir y
de otra creo que es el mejor pago que puede hacerse al autor de un
blog.
No hay comentarios:
Publicar un comentario