05 abril 2014

Un oxímoron: justicia en España

El ministro de Justicia y su protegido Miguel Blesa
Dice el diccionario de la RAE a propósito de la palabra oxímoron. (Del gr. ὀξύμωρον).1. m. Ret. Combinación en una misma estructura sintáctica de dos palabras o expresiones de significado opuesto, que originan un nuevo sentido; p. ej., un silencio atronador.

Al ejemplo sobre el silencio atronador yo añadiría si me lo permitieran el de justicia española, porque a la vista está que en España ni los gobernantes ni los gobernados tenemos la menor idea de lo que la palabra justicia significa, aunque hay que aceptar que nos ocurre lo mismo con cualquier concepto abstracto, cuyo significado suele atragantársenos.

En 1985 y a propósito del pronunciamiento de la Audiencia Territorial que impedía la ya sentenciada demolición de un chalet situado en Jerez de la Frontera propiedad de Bertín Osborne (perteneciente a la más rancia aristocracia local), decidida en anteriores fallos, el alcalde de esa ciudad Pedro Pacheco hizo unas declaraciones en las que afirmaba que “la Justicia es un cachondeo”. Esta afirmación tuvo un gran éxito en todo el país, que disfrutó comprobando cómo alguien que ocupaba un cargo oficial decía en voz alta lo que todos pensábamos. Para que quedara claro aquello del cachondeo, el beneficiado Bertín Osborne prometió celebrar una gala en la plaza de toros de la ciudad a beneficio de “las familias afectadas por las demoliciones municipales”.

Desde entonces, numerosos casos han ido confirmando esa creencia: basta con pertenecer a determinadas castas para saber que la condena no se producirá o el proceso se demorará tanto que los ciudadanos nos iremos olvidando del delito y del delincuente, que finalmente saldrá limpio y libre. Basta observar lo que está ocurriendo con Camps, Correa (Gürtel), Bárcenas, Urdangarín, Ruiz Mateos, Díaz Ferrán y cientos más sobre los que leemos en la prensa acompañados de un gran estrépito y que después se desvanecen en el silencio.

No afecta solamente a nombres de resonancia, en diciembre de 2010 hubo una huelga de controladores aéreos de gran repercusión y que afectó a miles, yo entre ellos. El gobierno tronaba y prometía un duro castigo a los culpables, pero han pasado tres años y cuatro meses y del escarmiento nunca más se supo, aquellos caballeretes salieron indemnes del desastre que provocaron y todavía les debe durar la risa que les provocaban las amenazas. Ellos son uno de esos colectivos intocables, no nos hagamos ilusiones.

Ahí tenemos el caso Urdangarín, todos hemos podido seguir las escenas en que comparecía ante los tribunales, las citaciones de su esposa la infanta y el largo rosario de delitos que la prensa va descubriendo de día en día. Hoy casi todo se ha difuminado y la sensación que se percibe es que el día menos pensado se producirá una sentencia absolutoria o una levísima condena que deje claro que a ellos no se les molesta. Ni Hacienda somos todos, ni somos todos iguales ante la ley. A ver si nos enteramos.

Otro caso de escándalo es el del banquero Miguel Blesa, amiguísimo de José María Aznar. Cada día se descubren nuevas pruebas acerca de la participación de este rufián en el hundimiento de Iberia desde su privilegiado puesto de presidente de Caja Madrid, vendiendo literalmente la compañía aérea a sus amigos ingleses. Más tarde fue la propia Caja Madrid la víctima y sus clientes los estafados con todo el asunto de la comercialización de las preferentes. La llegada del nuevo presidente de la caja Rodrigo Rato no hizo más que complicar las cosas, pues a una falta total y manifiesta de escrúpulos se unía la más absoluta incompetencia –por algo se lo quitaron de encima los del FMI– y su pertenencia a la clase política en el poder, estos dos patriotas no tenían reparo alguno en hundir lo que fuera con tal de beneficiarse a sí mismos y a los amiguetes que en un futuro les devolverían el favor.

Este caso de Blesa es uno de los más escandalosos y sangrantes. El juez Elpidio Silva que comenzó a instruir la causa de este delincuente lo metió en la cárcel sin darse cuenta de que atacaba a unos de los pilares de nuestro país y del partido gobernante. El resultado es que Miguel Blesa ha salido de la cárcel por intervención de la Audiencia Provincial de Madrid y el juez Silva está inhabilitado y corre peligro de ser encarcelado. Para que aprendan él y todos sus colegas. Con el verdadero poder no se juega, los jueces están ahí para hacer lo que se les diga y si no que se miren en Garzón, al que se ha transformado en un aviso viviente de lo que le puede ocurrir a los desafectos.

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