22 enero 2016

La nueva política

Tras las elecciones de diciembre, hemos tenido que soportar las declaraciones de todos los partidos hablando de negociar y  fijando líneas rojas. El PP insiste en declararse ganador, cuando es simplemente el partido más votado –a poca distancia de otros–, algo increíble después del daño que han causado esta legislatura, si no supiera que muchos de sus votantes son inasequibles al desaliento y claramente masoquistas. El PSOE ha perdido cientos de miles de votos y hace más de 30 años que no obtenían tan bajos resultados y tiene que aceptar compartir mesa y mantel con los recién llegados. Podemos iba a asaltar los cielos y se ha quedado en apenas unas escaramuzas en el purgatorio. Ciudadanos quizás sea el más sorprendido por su escaso éxito, tan escaso como que tienen que conformarse con actuar de complemento. Ha pasado a mejor vida UPyD –de verdad que lo siento– y por último IU, por lamentable que sea, ha pagado estar siempre desunida y ha quedado en simple anécdota.
 
En mi opinión, los nuevos partidos no tienen mucho futuro una vez pasada la euforia inicial y aterrizado en una realidad no tan gratificante como prometían, menos todavía cuando declaran todo eso de que no son de derechas ni de izquierdas –lo que me recuerda al ilustre José Antonio Primo de Rivera– porque, de acuerdo que en la práctica cada político se puede pasar su ideología por donde le parece, pero siquiera tienen una referencia de la que estos chicos carecen. De eso y de una organización seria, cohesionada y eficaz.

Ciudadanos se está dibujando ya como una versión hispana de la derecha europea, es decir, su actuación no produce de momento bochorno como el PP, y Podemos… bueno, sobre Podemos vienen páginas y páginas cada día en la prensa porque, apenas han abandonado el mundo del chachi piruli y han aterrizado en la dura realidad, han empezado los problemas que acompañan a todo lo formado por humanos y ahora desde Pablo Iglesias a Errejón, pasando por Carolina Bescansa, se pasan el tiempo intentando arreglar las promesas irresponsables que hicieron a sus aliados en las elecciones, porque se han dedicado a conceder lo que no estaba en su mano cumplir, ni siquiera en las manos del PSOE si es que llegaran a un acuerdo. También debe suponerles un esfuerzo olvidar todo lo que al principio decían y que muchos recordamos todavía.

A los llamados partidos nuevos o emergentes se les llena la boca de eso que llaman nueva política y que nadie sabe muy bien en qué consiste, pues hace ya tiempo que practican una política tan vieja como el mundo, es decir, cerramiento ante los otros, ataques sucios al contrincante y autoatribuciones de méritos que no se sabe de dónde los sacan. Destaca en este sentido Podemos y su caudillo, el señor Pablo Iglesias, ése que hablaba de asaltar los cielos  –¿recuerdan lo de la casta?– y que ahora lo que quería asaltar es el reglamento del Congreso para conseguir esos cuatro grupos, algo que realmente significa un intento de atropellar las normas sin importar las repercusiones.

La entrada de los podemistas en el Congreso ha sido espectacular en gestos, manifestaciones y aspavientos, incluido el niño de la señora Bescansa que no sé muy bien lo que pintaba en el recinto, aparte del espectáculo y la expectación que ha provocado y de los enfrentamientos entre las distintas visiones de la maternidad en la vida laboral, sin olvidarnos del guanche y su peinado rasta que, con todos mis respetos, soy de los que sostienen –y mira que lamento coincidir con doña Celia– que propicia la escasa higiene porque esos trenzados casi la impiden y para colmo no es apariencia apropiada para el Congreso. Ya puestos, ¿por qué no en chándal o en bañador?

Puedo equivocarme, pero dado el escaso talante de los ya no tan nuevos partidos, creo que vamos irremediablemente a unas nuevas elecciones y no es eso lo peor, sino que visto que según las encuestas se va a repetir el resultado de diciembre, con una ligera subida de Podemos y el PP –de verdad que no lo entiendo– acompañada de una ligera bajada del PSOE y de C’s, y salvo que exista un mecanismo desconocido para mí que remedie la falta de sentido de negociación de los partidos, esto podría transformarse en el cuento de la buena pipa al estilo de lo que ya vivieron los belgas en 2010 y 2011 en que estuvieron nada menos que 541 días sin gobierno. Dando la razón a quienes abominan de los políticos, en ese periodo se produjeron mejoras sustanciales en paro, déficit y hasta en el salario mínimo. Claro que para bien o para mal, nosotros no somos belgas y la situación va a convivir con el raca-raca de los de arriba a la derecha, también conocidos como catalanes.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Totalmente de acuerdo con tus opiniones especialmente en el postureo de los representantes de Podemos. Y si siguen tus recomendaciones de "¿por qué no en chandal o en bañador?" yo pediría el bañador para el Sr. Iglesias y el Sr. Rajoy. Afortunadamente el Sr. Aznar no representa a nadie, sino me lo pediría con chándal.
Angel

Mulliner dijo...

Inicialmente yo consideraba a los de Podemos gente cercana y quizás beneficiosa para el sistema. Ahora los veo como una plaga peligrosa y manipuladora que sólo persiguen el poder y por tanto cargarse a IU y al PSOE. Ojalá me equivoque.

Y recuerda, aquí no se permite la pornografía; todavía estoy temblando por la visión que me has traido de Rajoy en bañador.