09 diciembre 2019

El maravilloso coche eléctrico

Puede ser suyo por solo algo más de 48.000€
Ya expresé mis dudas acerca de la conveniencia de comprar un coche eléctrico en otra entrada anterior del 3 de febrero de este año de 2019. En aquel entonces expresaba mi incertidumbre acerca de la compra de un coche teniendo en cuenta todas las circunstancias que rodean cada tipo de motorización.

Una ministra bocazas ya soltó el disparate de anunciar la muy próxima desaparición de los automóviles diésel y eso de inmediato acarreó la caída de las ventas de coches de ese tipo y por supuesto la caída de los precios de segunda mano de esos mismos vehículos. Mientras, se permite la proliferación de los SUV que consumen más combustible, más neumáticos, más de todo.

Ahora, el director de la DGT Pere Navarro confiesa que no es posible promover la compra de coches eléctricos «porque son carísimos y no hay dónde enchufarlos». Era hora de que alguien que ocupa un puesto de responsabilidad reconozca lo que es evidente hasta para el más ciego. No es el momento del coche eléctrico y no está muy claro que sea la solución.

A todos nos hace ilusión eso de un coche que no contamine, que sea silencioso y gaste poquísimo, pero no hace mucho un periodista hizo el experimento de viajar desde Madrid a Cádiz y tardó más de 12 horas, considerando las paradas que tuvo que realizar para recargar −y eso que no tuvo competencia para ocupar el cargador− y sentarse a esperar que las baterías estuvieran bien cargadas. No hay que olvidar que había planificado el viaje para contar con cargadores que le permitieran seguir viaje. Imaginen si el viaje hubiera sido a un punto lejano de la península que no contara con cargadores en el trayecto.

A comienzos de este año, más o menos en la fecha de la anterior entrada sobre el tema, se me planteó exactamente la cuestión de la que ahora vuelvo a hablar. Yo tengo un coche diésel (el primero de ese tipo en mi vida) de tamaño medio-grande que acaba de cumplir 10 años y que, aparte de encontrarse en perfectas condiciones, tiene muy pocos kilómetros. Mi esposa tenía un coche pequeño de gasolina casi nuevo, pero que por esos caprichos de quienes toman esas decisiones, no tenía libertad para desplazarse por el centro de la ciudad.

Me planteé incluso hacer una elevada inversión para comprar un coche eléctrico de los de mayor autonomía y prestaciones. Aun así, sería imposible desplazarme con él hasta la localidad en que veraneo cada año, así que opté por lo que me pareció la solución más inteligente: vendimos a buen precio el coche de mi esposa y compramos otro de igual tamaño pero híbrido, con lo que desaparecía el problema del acceso al centro. Curiosamente este coche produce tanto CO2 como el anterior, pero −absurdos legales− debido a su mecánica se considera menos contaminante y por tanto dispone de libertad de movimiento por la ciudad.

En resumen: no compre un coche eléctrico; no es que lo diga yo, es que así lo recomienda el director de la DGT, lo que le costará un conflicto con la estúpida ministra del ramo. Y aguarden a que esté disponible otra tecnología verdaderamente no contaminante y barata, porque el eléctrico, hoy por hoy, no lo es (no pierdan de vista el hidrógeno). De momento, parece más voluntarista que otra cosa y quizás solo sirva para encubrir una subida desmesurada de precios que de otra forma no se atreverían a hacer, por la gran competencia actual.

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