12 enero 2021

Hablemos de Trump y "lo suyo"

Creo que en estos momentos ya está casi todo dicho sobre Trump y su esencia, aunque un tipo que ha sido −es todavía− presidente de un país de más de 325 millones de habitantes, que durante casi todo el siglo XX fue la potencia mundial a la que ni siquiera se aspiraba a alcanzar, tiene por descontado una repercusión en el resto del planeta de la que costará desprenderse.

Para mí la maldad es doblemente eficaz si la acompañamos de ignorancia suprema y esa es la razón por la que el peligro que representa ese personaje es tan terrible. Posiblemente muchos pensarán que la consecuencia del trumpismo no ha sido más que el retransmitido asalto al Capitolio de los EE.UU., sin caer en la cuenta de que el asunto va mucho más allá.

De momento ha animado a destaparse a los que son como él, gente que andaba más o menos sumergida, pero que ahora sienten que su causa es seguida por muchos, casualmente los más cazurros, gente que no está acostumbrada a pensar (o que tiene intereses económicos poco confesables) y a los que además solo interesa su propio e inmediato interés, sin importarle un bledo la contaminación, el cambio climático, el exceso de CO2, la deforestación, etc. etc. En EE.UU. reciben el apelativo de redneck, pero no pensemos que es un fenómeno exclusivo de aquel país.  

Los partidarios de Trump son en su país una minoría muy numerosa y de ahí que hace cuatro años consiguiera ganar las elecciones. Son en general gente de determinadas áreas del país que no se caracterizan por su inteligencia o su preparación y que se han visto satisfechos cuando ese presidente que eligieron se dedicó a halagar sus más bajas pasiones, ¡su ídolo era el que tenía a su disposición el botón rojo que disparaba los misiles!

En España hay partidarios y defensores de Trump y,  más que eso, abundan los que siguen la misma línea ideológica o de conducta. Se ha podido leer en la prensa, sobre todo en «cierta prensa», a quienes salen en defensa del que todavía es presidente de aquel país a propósito de ese hecho desgraciado y vergonzoso de la toma del Capitolio, y es fácil distinguirlos porque son los que hasta hace solo dos o tres meses repetían una y otra vez que el gobierno actual de España era ilegítimo y su presidente un okupa. Inútil argumentarles que se ha seguido lo dispuesto en la Constitución, que no había nada fuera de la ley, era eso lo que le repetían sus líderes políticos y por lo tanto lo que debían repetir cada vez que fuera posible.

Son seres que confunden lo que no les gusta con lo que es ilegal sin más detenerse a pensar, y de ahí que sean capaces de mantenerse en sus posiciones aunque se les argumente con las leyes en la mano. Son esos a quienes entusiasman escenas bufonescas como la ilustración de más arriba o aquello de ¡se sienten, coño! Creen que eso sí que es tenerlos bien puestos.

Lo he escrito aquí varias veces y por si acaso no son lectores habituales de este blog lo voy a repetir una vez más: no me agrada el partido en el que se ha apoyado el PSOE para poder formar gobierno tras obtener más votos que ningún otro.  No coincido con sus objetivos, no me gustan sus postulados y no me gustan sus personajes; lamento que estén ahí y no me parecen fiables, pero lo cierto es que para gobernar no había otra opción y todos los partidos de cierto éxito electoral estaban dispuestos a impedir como fuera que el PSOE formara gobierno. Preferían que fuera algo así como la victoria de Ciudadanos en las elecciones catalanas: obtuvo más votos que cualquier otro, pero no podía y no pudo formar gobierno.

Por cierto: estoy encantado de no haber mencionado a ese partido de nombre latino. Ni a sus líderes.

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