03 febrero 2025

Esos SPAM que recibimos

Trato de acordarme de que, como signo de los tiempos que corren, los usuarios de ordenadores personales, bien sean portátiles o tipo torre, han disminuido notablemente, porque buena parte prefiere usar el móvil smartphone para navegar. Yo, de momento, me mantengo fiel a mi PC y creo que así permaneceré hasta que me incineren. No acabo de verle la gracia a manejar el móvil como si fuera un PC.

Llevo años y años soportando la llegada diaria de spams en número que puede oscilar entre los doce y los cincuenta cada día, lo que no significa que no haya ocasiones en que el número alcance el centenar. Algo realmente insoportable.

Nunca abro ningún email de esos y, por supuesto, no los leo, pero el caso es que de manera incansable sigo recibiéndolos. Y serían muchos más si yo no bloqueara explícitamente en la página del correo algunas direcciones que se muestran muy prolíficas. Es inútil: sigo recibiendo multitud de ofertas sexuales, en ocasiones brutales, y ofertas de las otras, las que solo quieren que yo invierta mi dinero o venderme algo que no me interesa. Hoy por ejemplo he recibido, entre otros, tres emails aparentemente de la misma mujer, pero con direcciones de envío diferentes; parece que no tienen interés en ser creídos y solo quieren incordiar.

El 99% de los correos que recibo tienen su asunto en inglés y no deja de ser gracioso que el contenido del asunto, frecuentemente quien se hace pasar por mujer sedienta de sexo, afirme que me espera en su casa esta misma noche, pasando por alto que fingen estar –se supone− en los EE.UU. y me pilla un poco lejos; hay que ser un poco lerdo para tragarse la historia y sin duda ellos lo son. Mi mujer y yo nos burlamos de todo esto porque imaginamos que los remitentes no son unas señoras tan vistosas como pretenden, sino señores con bigote que quieren estafarme, no acabo de imaginar de qué manera, porque tras tantos años sin tener éxito ya podrían imaginar que no hay nada que hacer.

Entiendo que esta superabundancia de emails se debe a dos razones: a) enviar un correo es gratis; pena que no se cobre al menos un céntimo y se acababa tanta molestia y b) Internet ha resultado ser un auténtico foco de infección, utilizado por estafadores para todo tipo de tropelías. De todas maneras, me cuesta entender esa insistencia día tras día, mes tras mes, porque ya deberían haberse cuenta de que no soy rentable, pero me imagino que como todo esto es gratis, irán engordando su base de datos hasta el infinito sin que les importe.

Hay otra razón para que abunden los spam. En la empresa donde yo trabajaba, un compañero tuvo la idea de robar un soporte con los datos de todos los empleados. Éramos miles y de ellos un 30 o 40% con cierto poder adquisitivo, lo que se dice un chollo para las empresas que compraran esos datos. Me imagino que una de las consecuencias de ese robo fue el uso de los nombres y direcciones para enviar correos como los que me estoy refiriendo. Al compañero de marras no sé lo que le sucedió, posiblemente nada, pero merecía que lo hubieran fusilado.

Mucho me temo que el sinvergüenza que hizo el robo de datos en mi empresa no es un caso único y apuesto a que son muchas las que cuentan con su propio traidor dispuesto a ganarse unos euros con el comercio de datos ajenos.


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