La hora en que tuve esa idea. Mala era la que tenía, pero es que la nueva es peor. Algo más barata, pero una auténtica catástrofe. Para que puedan entender mi pesar, la anterior era esa que llaman Vodafone y la nueva una de origen rumano, llamada Digi (pronúnciese “diyi”) que ha resultado tan confusa y desordenada como un puesto de mercadillo.
En realidad, las dos son lo mismo y obedecen al mismo principio: el cliente es menos que un número y cuanto menos se le tenga en cuenta, mejor. No sé si habrán observado que, en los últimos tiempos, todas las compañías de lo que sea van ocultando sus teléfonos y direcciones de correo, porque ya saben, si usted no tiene cómo dirigirse a ellos, más tranquilo es su devenir. ¿Les suena lo de “Nota: este correo ha sido enviado desde una dirección de e-mail que no acepta correos entrantes. Por favor, no respondas a este email”? Por supuesto que todas le tutean, forma parte de la descortesía imperante.
Las telefónicas son maestras en este menester y, entusiasmadas, han cortado toda comunicación con los clientes, a los que por supuesto tutean. No quieren saber nada de quienes les hacen ganar dinero, se trata de pescar incautos y una vez apresados abandonarlos a su suerte.
Las cosas me han ido mal. Para empezar, el instalador de toda la nueva cacharrería no era capaz de dejarme conectado todo como debiera y se limitó a recomendarme la compra de un artilugio distinto del 'ladrón' que tenía para conectar los teléfonos fijos, porque al router no le entraba el que tenía y que es de uso común y el único que se vende regularmente.
La llamada portabilidad tendría lugar dos días después, así que de momento, me quedaba incomunicado y la compañía anterior me ofreció el oro y el moro si no me iba. Finalmente los móviles quedaron conectados por la nueva compañía, pero el teléfono fijo (mi favorito para comunicarme) quedó pospuesto hasta varios días después, porque habían tenido un error de comunicación entre las dos empresas.
Esa noche nos dispusimos a ver una película a través del nuevo sistema, pero cuando llevábamos 6’32” la imagen se congeló y llamé al servicio de atención al cliente, donde me dijeron que me pasaban con el departamento de televisión. Después de varios minutos de oír el tono de llamada interna sin que nadie contestara, corté la comunicación y llamé de nuevo a atención al cliente, donde se repitió la conversación, el pase y la no atención a la llamada. Corté de nuevo y volví a llamar a eso que con optimismo llaman atención al cliente, donde no se extrañaron de que nadie de televisión contestara, porque esas −22:45− no eran horas de llamar (anuncian el servicio hasta las 23:00). Como es fin de semana y tras intentar inútilmente comunicar con la empresa, desisto de mi intento, les escribo un email y pospongo para el lunes mi queja. Recibo contestación a mi email diciendo que vendrán a mi domicilio a revisar equipos, como si todo aquello fuera el fallo de algún aparato en mi domicilio.
El lunes, como cabía esperar, no vino nadie y no conseguí comunicar telefónicamente con la operadora, así que me resigné y decidí esperar un tiempo para volver a cambiar a otra operadora y que esta vez, al menos, atendiera al teléfono. Lo de cortarse la película de la televisión a las once y algo, ocurrió otras tres veces, parecía una broma de mal gusto.
Cuando llevaba 22 días en Digi, me harté del maltrato y decidí volver a cambiar, esta vez a O2. Contraté el servicio completo, incluyendo TV, pero el técnico que instaló la fibra no supo echar a andar la TV y así sigo. Debo aclarar que mi televisor es eso que llaman smart tv 4K, marca Panasonic, y teóricamente cumple cualquier requisito exigible, pero me temo que no va a funcionar. A estas alturas, me encuentro paralizado porque ya me han aclarado que el servicio no funcionará en mi TV y que debo comprar un artilugio llamado fire stick (80€) para que 'a lo mejor' pueda conectarse y funcione.
La única conclusión posible es que en España las operadoras carecen de seriedad y no respetan al cliente que, una vez captado, debe apañarse como buenamente pueda con los problemas que se le presenten incluso desde el inicio.
De remate, la compañía Digi me exige que devuelva en un concesionario cercano los dispositivos que me instaló, pero este me pide un código de la compañía que yo a mi vez solicito y no me envían. De locos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.