01 abril 2015

Almas iluminadas

Que vivimos tiempos de gran confusión es cosa que muchos saben y si todavía viviera Carlos Gardel lo cantaría en un tango, seguramente compuesto por Discépolo. Lo que muchos no se paran a pensar es que buena parte de esa confusión se produce gracias al efecto multiplicador de Internet que, al fin, es de verdad lo más democrático que existe en el planeta y una triste evidencia de que la democracia no puede ser ilimitada. Que se lo pregunten al gobierno chino.

¿Alguien duda de que si decidiera presentarse por algún partido político ese desecho humano llamado Belén Esteban, el futbolista Messi (el hombre que confiesa haber leído sólo un libro en su vida), Cristiano Ronaldo (que seguramente ha leído un libro menos que Messi) u otros muchos populares, significarían un serio rival para los candidatos habituales? Por si cabe duda, ahí tienen en países más osados la elección de alguna actriz pornográfica, de pintorescos transexuales o payasos para puestos de representación política, no elegidos precisamente por sus ideas y propuestas para el bienestar de la ciudadanía. Simplemente son populares y con eso sobra, la gente no distingue entre personajes que les divierten y personajes capacitados y merecedores de gobernar.

Leí el otro día que se ha puesto de moda que los famosos tengan sus propios blogs, leídos cada día por miles de seguidores, y citaba concretamente el caso de una tal Sara Carbonero cuya última entrada había merecido más de 300 comentarios. Lo he visitado y prefiero no opinar.

¿Pura envidia? Por descontado que también, he dicho varias veces que mantengo este blog no muy convencido de su utilidad y que hay demasiados blogs y demasiados pocos lectores, sobre todo cuando publico una entrada sobre lenguaje, materia que parece no interesar a casi nadie. Claro que de ahí a aceptar complacientemente que merezca la pena seguir el blog de alguna famosa que lo es por ser o haber sido –no estoy muy al tanto– la amancebada de algún famoso o por mostrar con generosidad su cuerpo en la prensa día tras día, hay un abismo.

Cualquiera de los que por aquí se asoma puede ver que recomiendo en el lateral de la página algunos blogs –incluso temporalmente cerrados por soledad– y hay más que recomendaría por ser blogs inteligentes escritos con chispa y humor y que sin duda divierten a quienes lo leen. Puedo asegurar que el mío me parece aceptable, sin locura, pero no estoy dispuesto a aceptar que los de Rihanna –un bombonazo exhibicionista con tatuajes– o la cubana Yoani Sánchez –fea con ganas, pero subvencionada por la CIA y El País– merezcan más la pena que el de este su servidor. Admito, claro que sí, que una foto mía –o de Yoani– no va a despertar la libido de nadie en su sano juicio (¿por qué no se anima la CIA o El País a subvencionarme?).

La verdad es que esto de poseer un blog es algo complicado (y roba tiempo). Además, si uno incluye entradas rompedoras puede que moleste a buena parte de los lectores, alguno de los cuales se va para siempre, pero si el blog es simplemente ñoño aburrirá a muchos que en consecuencia lo abandonarán. La cuestión es, ¿cómo saber qué es lo que mejor sintoniza con los lectores propios? y ¿debe uno ceñirse a lo conveniente o publicar lo que le venga en gana? Yo soy ferviente partidario de esto último, pero percibo a veces que actualmente escribo y publico ligeramente condicionado y por eso redacto entradas que después guardo sin que lleguen a ver la luz. Admito que a veces carezco del tacto que otros exigen, pero consideraría desastroso que eso deviniera en autocensura. 

Soy uno más de esos que reciben casi a diario correos solicitando mi firma para contribuir a tal o cual petición. No digo que siempre acierte, pero aseguro que antes de apoyar lo que sea procuro investigar si la petición está de verdad justificada y si merece un apoyo público masivo. Sé que no es eso lo común y que abundan quienes por sistema borran esos correos porque no les gusta implicarse en actividades que encuentran conspirativas o subversivas –los pusilánimes– y por el contrario quienes, sabiendo que se trata tan solo de dar un click con el ratón, se apuntan a lo que sea sin más reflexión, corriendo seguidamente al espejo (al modo Blancanieves's stepmother), convencidos al mirarse de contemplar a un auténtico bolchevique.

Yo recomendaría que antes de apoyar a un candidato político, a un bloguero de la pamplina o a una petición de lo que sea, valoremos seriamente si son casos y cosas que merezcan nuestro tiempo y nuestro apoyo. Bueno, más que una recomendación es una obviedad.

5 comentarios:

Ana M. dijo...

Gracias por la mención al Señor Gordo. Tu blog es estupendo. Sigue adelante. Saludos.

Unknown dijo...

Muchas gracias y felicidades por tu blog y tu agradecimiento por leer ESG.

Anónimo dijo...

Javier, no desfallezcas.
Angel

Luis G dijo...

Es cierto que no hay lectores de casi nada y menos de blogs. Es una realidad con la que hay que contar cuando se decide escribir para los demás. Ahora bien, una vez tomada la decisión, las preguntas deberían ser: ¿a quién dirijo mis reflexiones? y ¿para qué se las dirijo? Contestadas estas dos preguntas, puede que sea más fácil encontrar el tono.
Yo también te animo a que sigas escribiendo.

Mulliner dijo...

Nunca decidí escribir para los demás, en realidad antes ya escribía para mí y un día decidí poner esas reflexiones, como a tantos les ha ocurrido. El asunto es que poco a poco esa exposición ha ido condicionando lo que escribo y, la verdad, ni sé específicamente a quién se las dirijo ni para qué lo hago. Sigo haciéndolo como antes, pero procuro no escribir caca, culo o pis.

Agradecido a ti y a otros que me animan a seguir.