16 marzo 2015

Limpia, fija, da esplendor y mete la pata - ( I )

Aviso de entrada de que no me considero ni muchísimo menos legitimado para enmendar la plana a la Real Academia de la Lengua, pero sí poseo cierto derecho como hablante y amante de la lengua española, castellano si prefieren, a exponer algunas consideraciones sobre esa docta institución.

Cuando era niño y estudiaba en el colegio, ya nos repetían una y otra vez el lema de la Academia, hasta el punto de que lo tengo tan grabado como el padrenuestro –versión preconciliar–. Y no soy el único, creo que toda mi generación y algunas posteriores han sido aleccionadas sobre la fundamental tarea que realizaba y la importancia que suponía para nuestra lengua, frente al desamparo de otras como el inglés que puede que disfruten de una libertad absoluta sin instituciones que la tutelen, pero que por razones que desconozco no tiende como nuestro idioma a la disgregación y a la pérdida de su esencia, que la tiene o quizás, la tenía.

Durantes muchos años, bastantes, cada vez que se planteaba una duda de cómo era y qué significaba una palabra, acudíamos al diccionario y lo que ahí veíamos zanjaba cualquier discusión. Mucho me temo que todo eso ha desaparecido, el diccionario de la RAE ya no es de fiar y yo soy el primero que desprecio a veces lo que en él se dice y me salto también con toda intención los cambios que se van introduciendo en la gramática.

Quizás sea que la globalización no permite que una lengua como la española, que no tiene detrás la expresión de tantos descubrimientos científicos y técnicos como se producen a diario, pueda sobrevivir adecuadamente, pues inevitablemente el acoso del inglés es muy difícil de resistir y ahí tenemos al francés, que hasta mediados del siglo pasado era considerada la más grande de entre todas las lenguas modernas, se encuentra ahora mismo agujereada, gusaneada, por ese otro que arrasa. Y me consta que han hecho lo que en España ni hemos intentado: resistir y hacer campañas para lograr que barbarismos que se le iban colando cada día fueran sustituidos por los equivalentes ya existentes o su traducción al propio francés. Creo que ha sido inútil, y su empeño en imponer –por ejemplo– sac gonflable en vez de airbag ha fracasado, por esa manía tan extendida de hablar inglés sin saber inglés, propia de los iletrados y los tontos.

También influye –para mí negativamente– esa democratización y extensión del derecho a dirigir la evolución de la lengua a los países americanos de habla española, que desgraciadamente viven en lo cultural embobados e influenciados por su vecino del norte y que han sido el portón trasero por el que se nos han colado tantísimos disparates en nuestra propia habla.

Pero nada de esto tiene a mi juicio tanta importancia como la oleada de ignorancia acompañada de osadía que preside actualmente la sociedad española. Para muestra, un recuerdo: cuando yo era niño conocía a unos braceros, unos campesinos; era gente ignorante y como no les gustaba exhibir su ignorancia, prudentes, de pocas palabras; he tenido la oportunidad de escuchar no hace mucho a nietos de alguno de ellos y opinan de todo, lo saben todo, gritan para que otros aprendan y se regodean satisfechos porque son unos enteraos, ellos ven la televisión. Hace años, el que no sabía callaba y a veces escuchaba; hoy el que no sabe, grita y desprecia el saber ajeno.

La lectura sigue siendo en España una afición minoritaria –pese a que una encuesta publicada hoy diga que lee como media el 63,3% de la población– y el enriquecimiento que aporta su práctica es un valor menospreciado por la gran mayoría, que prefiere la televisión, convencidos de que eso culturiza mucho y que leer es un sacrificio doloroso que no merece la pena.

He oído alguna vez contar a Richard Vaughan –el profesor de inglés– acerca de su propio padre, que nunca había leído un libro, porque tras leer unas pocas páginas saltaba a leer la última de la obra, para conocer el final. No era capaz de percibir que el placer no está en saber cómo acaba un libro, sino en gozar de su contenido página a página.

5 comentarios:

Alfonso GLD dijo...

Ya echaba yo de menos tus interesantes y acertadas diatribas sobre la degradación y mal uso de nuestra querida lengua catellana. Pero como no aportas ejemplos concretos, no he conseguido entender muy bien por qué afirmas que "el diccionario de la RAE ya no es de fiar... que desprecias a veces lo que en él se dice y te saltas también con toda intención los cambios que se van introduciendo en la gramática".

Comparto, no obstante, tus dudas sobre los efectos nocivos de la globalización en la evolución de las lenguas, y el negativo influjo que en esa evolución -para la lengua castellana- pueden suponer los países hispanohablantes de Iberoamérica. Pero de lo que no hay duda alguna es de los nefastos resultados que en todo, no sólo en la evolución de la lengua, suponen los ignorantes, los osados y los poco y mal leídos de nuestra sociedad.

Por eso que te ánimo en tu cruzada en pro de este idioma nuestro, del que la RAE se ocupa de limpiar, fijar y dar esplendor, aunque -a veces- meta la pata.

No me resisto, al hilo de tu estilo literario -sobre los temas generalmente conflictivos que valientemente abordas-, a copiarte estos versos que he encontrado en internet varias veces repetidos, pero de los que no he sido capaz de encontrar su origen:

Cuando hables conmigo
no repares en normas
impuestas y arbitrarias,
deja fluir tu río,
voz de palabras turbulentas,
que mi imaginación es
suficiente cauce
donde corran libres, sin los
barrotes de la cordura
.
(Wozzek)

Mulliner dijo...

Lo primero, agradecer tanto elogio, algo a lo que estoy tan poco acostumbrado que casi se me cae el queso del pico, más aún sintiéndolos sinceros.
Después, digamos que el enfado con la RAE subyace día a día cuando voy comprobando sus -para mí- disparates, por eso no tengo en mente en este momento muchos ejemplos que ponerte, vayan ahí un par que quizás ya hayamos tratado. ¿Que la gente dice "la maratón" y "las antípodas" aunque los dos nombres sean masculinos? No hay problema, se les hace ambiguos y solucionado. ¿Que la gente se empeña en decir "arramplar" por "arramblar"? Tranquilo, se acepta ese engendro de arramplar, nos cargamos su etimología y la existencia de Las Ramblas de Barcelona o ese pueblo llamado La Rambla de Córdoba. Y esto no es nada, he leído que van a incluir "cocreta" y otras lindezas de ese estilo en la próxima edición del diccionario (¿o es la actual?).

Anónimo dijo...

No ya la Academia, sino el habla culta distingue entre arramblar (arrastrarlo todo) y arramplar (llevarse codiciosamente todo lo que haya en un lugar). Son algunos hablantes (malos) quienes confunden los dos términos.
Por otro lado, los idiomas son vivos y el que nosotros hablamos es el de ahora, no el eterno. La Academia fija, pero no inventa, porque esa no es su misión. Puede que a veces fije palabras que no nos gusten. Pero, ¿te has preguntado alguna vez dónde estaríamos si no existiera?
Respecto a los países hispanoamericanos, de acuerdo en lo que dices sobre los americanismos. Sin embargo me maravillo con frecuencia oyendo hablar a simples campesinos colombianos o nicaragüenses, con un dominio del español que yo quisiera oír a mi alrededor en España.
Por último: yo también te animo a que sigas escribiendo sobre nuestro idioma. Todo lo que se haga por defenderlo es poco. Por eso, me negaré a comer cocretas.¡Con lo buenas que están las croquetas!
Luis G.

Mulliner dijo...

Yo examinaría las dos voces en los diccionarios de los que dispongas. La palabra "arramplar" figura como sinónimo de la original y en ambos casos está citado literalmente eso de "Recoger y llevarse con codicia todo lo que hay en algún lugar". "Arramplar" no es más que la versión "resignada" de la RAE para iletrados, NO SON DOS VOCABLOS DISTINTOS. El habla culta como lo llamas, simplemente no utiliza la versión con "p". En caso de duda, hay un consultorio en línea de la RAE y de la Fundeu donde esto se resuelve. Yo recurrí a eso hace bastante tiempo.

Anónimo dijo...

Como es normal y cada vez que leo tu blog, me acuesto sabiendo por lo menos un par de palabras nuevas.
Y pienso que no es por mi incultura sino también la falta de charla que tengo con personas letradas.
Esto de la RAE es como el refrán que dice "Si´, el enemigo te vence únete a él.
Otra palabra que a mi me hace daño y que está admitida por la RAE es Bayonesa en vez de Mayonesa o Mahonesa.
Saludos KAM