26 febrero 2010

El nudista en la ciudad (a vueltas con lo de siempre)

Sé que puedo pagar cara esta insistencia y que amigos míos pueden llegar incluso a negarme el saludo, pero confío en el buen juicio de todos para que eso no suceda e interpreten este texto como lo que es: el deseo de que otros compartan estas páginas de manera activa.

Me estoy refiriendo a la opción de participar  aportando el fruto de sus neuronas como yo lo hago de manera más o menos regular o afortunada, realizando también un esfuerzo para poner en palabras las ideas que con seguridad les pasan por la cabeza a propósito de lo que voy publicando o los acontecimientos diarios, porque desde aquí ofrezco la posibilidad de incluir una entrada con nueva aportación o para rebatirme en lo que sea.

Es ahora cuando entiendo las quejas de los autores de otros blogs que yo leía (y leo), en los que incluso brindan enlaces a programas o músicas que muchos aprovechan, pero sin que casi ningún lector deje una mínima huella de su paso. Ya antes del nacimiento de este blog comencé a dejar mis comentarios en aquellos y sigo haciéndolo. Apoyando lo que se dice o mostrando mi desacuerdo.

No creo que sea sólo la pereza lo que les inmoviliza a la hora de incluir un comentario. Podría tratarse de un pudor o timidez inapropiados y, sobre todo, injusto con los que sí escribimos. Ya sé que escribir es inevitablemente desnudarse un poco, de ahí que el que publica algo, aunque sea en un rincón íntimo como éste, se sienta un poco como ese nudista que al parecer callejea por Barcelona, entre gente debidamente vestida y cubierta, exponiendo sus vergüenzas a los demás que, desde su rincón, pueden optar por disfrutar o mofarse de lo ajeno (o no mirar).

También puede ser que se consideren incapaces de escribir nada o que prefieran contenerse para evitar quedar en evidencia como yo puedo estar quedando ahora mismo. No me vale, estoy convencido de que, mejor o peor, todo el mundo puede escribir sobre lo que se le antoje, y no hablo de posibilidad permisiva, sino de posibilidad intelectual.

Nada justifica el silencio y el apartamiento. Si yo escribo, puede hacerlo también cualquiera con mayor o menor frecuencia, aunque sean dos palabras de crítica. Pero por favor, nada de “clamorosos silencios”, porque me hacen sentir todos estos textos tan inútiles como un strip-tease en mitad del Sahara.

No hay comentarios: