30 enero 2010

¿Jazz entre amigos o jazz para todos?

Iba a darle otro título a la entrada, pero no he podido resistir la tentación de homenajear con mis escasas posibilidades a un antiguo programa de televisión, "Jazz entre amigos", que significó toda una época en la difusión del jazz y cuya desaparición dolió a quienes como yo, somos entusiastas de ese género musical.

Me resulta extraño haber tardado tanto en incluir una entrada que tratara sobre el tema musical, pero es que estoy tan fuera de onda de lo que se considera actual, que me parecía más que atrevido escribir sobre el asunto. Sin embargo, nada me impide decir algo de lo que pienso acerca de la posibilidad de que el jazz sea para todos y no solo para los amiguetes de siempre.

Está música comenzó en ambientes poco recomendables, los prostíbulos de Nueva Orleans fueron su lugar de nacimiento como muchos saben, pero pronto fue acogida como la música que indiscutiblemente ponía sonido al siglo XX y así ha sido, aunque es cierto que de manera algo renqueante a finales de la centuria. Hay a mi entender varias causas por las que actualmente este género anda de capa caída. No puede contemplarse su caída de popularidad sin referirse a la caída de todo lo que en música posee calidad.

Si inicialmente era una música popular, tan popular como pueda ser ahora el rock o el pop, su rápida evolución hacia formas y esquemas musicales más complejos hizo que perdiera en adeptos lo que iba ganando en calidad y categoría. No hay que olvidar que una de sus figuras cumbre, Duke Ellington, se declaraba influido por compositores como Debussy y Milhaud. Para mayor distanciamiento, fue surgiendo todo un vocabulario alrededor del género que hacía sentirse como extraños a los que por primera vez se acercaban al jazz, que se apartaban molestos, con la sensación de haber entrado en un club al que no pertenecían. Tampoco es ajeno al cambio la popularización de los discos de vinilo y la transformación de un arte en una industria. Lo cierto es que poco a poco el gran público fue alejándose del jazz y el género pasó a ser esa música de minorías, que una mayoría consiente en escuchar ocasionalmente.

El jazz se volvió una música casi marginal y a quienes la siguen con regularidad, se les considera cuando menos “raritos”. Ha desaparecido prácticamente la afición en su cuna, los EE.UU., y apenas consigue mantenerse en Europa, en donde con frecuencia se llega a etiquetar como jazz a músicas quizás cercanas en cuanto a sus condiciones de nacimiento, pero muy alejadas de su esencia, como le ocurre al flamenco, samba, tango, rai y todas esas músicas, ahora llamadas “étnicas”, con las que se le empareja y a veces se intenta fusionar, por lo general, con limitado éxito artístico y de audiencia.

A mayor extensión y mayor popularización, menor calidad. Ésta es una regla que debe aplicarse a cualquier fenómeno de este tipo, para explicar la posterior reducción de su ámbito o la deformación y adulteración de buena parte de lo que sobrevive. Hablo no sólo del jazz, sino de la música en general. De ahí el tremendo aislamiento en que se desenvuelve actualmente el jazz y la dificultad para que los locales donde se interpreta o los músicos que la interpretan, obtengan una mínima rentabilidad por esa dedicación. El músico que vive por y para el jazz es, ahora, un héroe, que para colmo no es conocido y reconocido más que en su ámbito cercano.

2 comentarios:

blbs dijo...

No creas amigo Mulliner... pese a muchos pesares, el jazz vive entre todos aunque lo compartamos entre amigos...
Si... sus amantes somos raros... somos esa paja en el montón de alfileres... pero somos para que viva.
Que la mayoría de los mortales ni se imagine el inmenso mundo que se desarrolla entre ese ruido llamado jazz no significa que no exista...
¿No le dan importancia? Mejor!!! Más para nosotros (como dice un amigo jazzófilo)
Y ya que estoy... en tus segmentos "español para los españoles" (que bien podría extenderse a todos los hispanohablantes)me gustaría tus impresiones sobre el "dequeísmo"...
Abrazo desde Montevideo, mi novel amigo de la web!

Mulliner dijo...

Si sintiese necesidad de compartir afición, sería aficionado al fútbol, pero no me da por ahí. Aunque es cierto que los "jazzófilos" somos una gran minoría, hay que admitir que esa situación supone algunas desventajas, como los extraños horarios de los programas de jazz en la televisión, la escasez de visitas a mi ciudad de figuras del jazz que podría ser interesante descubrir o la escasez de locales donde escuchar jazz en directo(casi todos tienen una vida corta y accidentada).

En cuanto a mis "Español para españoles", por supuesto que por mi parte me encantaría poder extenderlo a los vicios del lenguaje de todos los hispanohablantes, pero sucede que desconozco las modas que en el habla de esos países se imponen desde los medios de comunicación, y si ya es atrevido criticar nada, hacerlo desde el absoluto desconocimiento sería peor que temerario.

En todo caso, gracias por ese comentario que, puedes imaginarlo, me anima a continuar gruñendo desde este rincón. Un abrazo.